Sábado por la tarde. Trabajo. Recuerdos, unos alegres y otros tristes. Según avanza la tarde se afianzan los segundos. Sin rencor. Con muchísima melancolía. Los sabios no se aclaran si la tristeza es mejor contarla o reservarla para uno mismo, pero contarla, o escribirla produce un poco de consuelo. Tampoco se aclaran si eses consuel coincide en el cerebro con el mecanismo íntimo que forja la adicción a las drogas o al juego. Estar triste puede ser agradable, pero en el futuro, cuando la tristeza pasa, también, a ser un recuerdo.
Sábado por la tarde y 10 minutos más. ¡Buenos días mundo!.