“Hola mamá” “¡Hija! ¿Qué haces
ahí sentada en el portal?” “Te esperaba. A ti o papá” “Pasa” “Mamá hacía cuatro
años que no nos veíamos. ¿No me vas a preguntar nada?” “No tengo nada que
preguntar. Eres mi hija. Estás aquí” “Todo fue muy raro” “Las cosas son como
son. Tu padre y tú sois demasiado parecidos” “Me alegra que hayas llegado tú
antes” “Lo pasó mal” “Yo también” “Estabais muy unidos” “…” “SE me ha hecho
eterno” “…” “¿Por qué pones esa cara?” “He venido a quedarme” “Esta es tu casa.
Tu padre y yo siempre lo hemos dicho y no es una retórica” “No es fácil”
“¿Qué?” “Volver” “Para mi es lo más sencillo del mundo volver a tener a mi hija
conmigo” “Sin preguntas. Me gustaría que me preguntaras algo” “¿Y qué más da?
Para mí es como si te hubieses ido ayer” “Me resultaría más fácil hablar”
“Podemos hablar de lo que quieras, pero sólo tengo interés en saber lo que tú
quieras que yo sepa” “No me estás ayudando” “Eres una adulta, hija. Siempre
serás mi hija pero tienes veintiocho años. Quizás has vivido más de lo que he
vivido yo. Querré saber todo aquello que tú quieras que sepa pero no más” “Es
justo” “No lo sé. Para mí la familia no es una cuestión de justicia. Es algo
natural. Tú eres tú y eres yo. Uno nunca es completamente justo consigo mismo”
“Yo no sé quién soy” “Nadie lo sabe. Sin embargo cada mañana te levantas y satisfaces
tus necesidades y cumples con tus rutinas y a veces tienes alguna sorpresa. Eso
es vivir” “Suena bien. Para ti es fácil porque no tienes más aspiraciones, pero
para mí eso es una derrota” “A veces toca aprender a vivir en las derrotas. NO
siempre se gana. Siempre que alguien gana hay uno o más que pierden. Y oye, eso
de que no tengo aspiraciones no ha sonado bien” “Tu mundo no ha tenido
ambiciones” “El hoy y el mañana son una ambición. La vida no siempre fue fácil.
La casa, la tienda, tu hermana y tú. Te aseguro que me sobraban aspiraciones.
Todo el mundo no puede ser Einstein o Ghandi o Napoleón, y de ahí a la nada hay
un sinfín de puestos” “Si tienes razón, pero te educas de un modo, universidad,
máster, me fui de casa en un momento pletórico personal y vital que me permitió
ser arrogante” “Has aprendido algo” “Papá también fue mi orgulloso” “Ya te he dicho
que tal para cual” “ Durante unos años soy capaz de mantenerme sin
dificultades. Vivía en una casa bonita, un coche, viví un tiempo con un chico
espectacular y en unos meses el color de tu vida cambia, del rosa al violeta y
de ahí al morado y al negro sin que te tiempo ni a respirar” “Y se hace duro”
“Mucho mamá” “Y los amigos que desaparecen masivamente” “Y tu pareja que se
vuelve desagradable y egoísta” “Pero quedan los buenos” “Uno o dos” “Mucho.
Puedes estar satisfecha. Sabes, te voy a hacer un chocolate para merendar ,y
unas torrijas y nos las vamos a comer
las dos” “Mamá sabes lo que me costó reducir este culazo” “Pero ahora estás muy
delgada, hoy te hace falta y a mi contigo, y yo si que estoy gorda” “Me alegra
tanto volver a verte” “Si tú supieras lo que siento yo. Casi me alegro de ese fracaso
del que te lamentas” “¡Mamá!” “¡Que no! ¿cómo voy a alegrarme de tus fracasos?
Pero los madres al final nos acostumbramos a que nuestros hijos sólo se
acuerden de nosotras con las decepciones” “Es un reproche” “Es una realidad.
Algún día si quieres tú también serás madre. Formarás parte de la cadena” “Qué
bien huele el chocolate. ¿A qué hora viene papá? Después de cerrar la tienda irá al almacén y
se le harán casi las once, pero le esperaremos a cenar” “¿Crees que le
importará que me quede?” “¿A ti te ha importado venir?” “Me ha costado pero
empiezo a estar muy a gusto” “Tu padre es como tú. Cuidado que el chocolate
quema” “¡Ah! Demasiado tarde. ¡Uf!”
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