Cuando fue a pagar el cortado, al sacar el dinero del
bolsillo pequeño del pantalón, parte del contenido se derramó en el plato. La
cuchara tintineó y cayó al suelo. Recobró el equilibrio. No se había manchado.
Se sentó solo en una mesa apartada. Cogió el vaso y lo acercó a los labios. Un
sorbo. El café cortado inundaba el vaso. Tomó una servilleta de papel para
evitar el chapoteo. Antes de poner la servilleta para empapar el líquido vio
imágenes en movimiento en la superficie de café.
Eso fue ayer. Ahora iban camino del cementerio. Conducía su coche detrás del coche mortuorio
que llevaba a su padre. Llegaron al cementerio. En la lápida separada de la
fosa se leía el nombre de su padre. Deslizaron la caja. Unas últimas lágrimas.
El sepulturero selló el nicho interior. La lápida cerró la fosa. Estaba
nublado. Hacía viento y chispeaba.
Era una simple operación de vesícula. Por laparoscopia,
laser como dice la gente, insistió el cirujano. En un par de días se irá usted.
Eso fue lo único que se cumplió. No sabía cómo decir a su padre lo que había
visto nítidamente en el café derramado. Si ves con toda claridad como en una
pantalla digital, pero en tonos de marrón, el trayecto al cementerio y el
cierre de la lápida no sabes qué hacer. Es una locura. Intentó poner excusas,
que pensase que la operación quizás no era tan necesaria, que la vesícula ya no
le dolía, que faltaba poco para las vacaciones. Su padre había tomado la
determinación y confiaba en su médico. No
pudo insistir porque tampoco estaba seguro de qué significado tenía aquella
visión. Ahora lo lamentaba. Cuando vio salir a su padre aprisa del quirófano
con la cara demudada del anestesista a su lado, sedado con un tubo colgando de
la comisura derecha del labio, camino de la UCI y después que la operación se había
alargado más de cuatro horas supo que algo terrible pasaba. Por la noche murió.
Cuando regresaron del cementerio seguía la llovizna y
algunas ráfagas de viento. Su hermana le acompañaba en el coche. “Necesito
tomar algo, estoy mareada” Se detuvieron en un bar de la carretera “¿Qué van a
toma” “Un café con leche y una ensaimada “ “ Un cortado” El camarero les
ofreció las consumiciones por encima del expositor de las tapas. Tomó primero
el cruasán y el café con leche. Cuando cogió su cortado parte del contenido se
derramó. Lo dejó en la barra . Se puso serio. “¿TE acuerdas de papá?” “Eh.
Bueno. Sí” “Tómate eso que te hace falta” Cogió una servilleta para evitar las
salpicaduras. Al levantar el café vio una imagen nítida como en una pantalla de
plasma.
Salieron. Entró en el coche. Había conducido un kilómetro
cuando un camión resbaló con las gotas escasas de lluvia, se había cruzado en
la carretera había volcado y de ese modo se deslizaba hacia ellos. Dio un
volantazo y el coche salió de la carretera dando vueltas de campana.
“¿Estás bien hermana?” “ Sí “ . Ya había visto esto.
No volvió a tomar café.
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