sábado, 6 de octubre de 2012

LA FELICIDAD


“¿Qué le pasa?” “Está convencido de que ya ha pasado el día más feliz de su vida. Después de eso, poco te queda ya” “Qué estupidez” “Para ti” “Uno no puede saber si mañana no será un día aún más feliz” “Él sí lo sabe” “¿Cómo?” “Hace un año tuvo un día perfecto” “Siempre cabe la posibilidad de la mejora” “A veces no” “¿Por qué?” “Hace doce meses que compara cada momento con aquél” “Me estás poniendo muy nerviosa” “Yo no, en todo caso él” “Tú” “ Sólo trato de explicarte por qué está así” “Pero la mitad del mundo se pasa la vida buscando la felicidad sin éxito, algún momento más o menos agraciado entre un acúmulo de desventuras. Él encuentra la felicidad, una felicidad parece que absoluta y a partir de ahí es infeliz” “Exacto” “La humanidad o al menos los humanos que yo conozco, se conforman con lo que viven aunque sigan convencidos de que serían más felices si disfrutaran de aquello de lo que carecen, dinero, un amor, más o menos sexo, aventuras, éxito, riqueza, viajes, estamos diseñados para estar insatisfechos sin haber llegado a ser felices” “Él ha llegado a ser feliz” “Con un resultado nefasto” “O no” “Nefasto, no hay más que verlo” “Eso sí” “¿Y no le bastaría el regreso a la normalidad?” “Cuando se ha llegado a una felicidad como aquélla no” “Se podía haber quedado así para siempre” “No habría sido lo mismo” “Sí” “No, la misma fuerza pero con distinta intensidad” “No comprendo cómo llegado a ese estado lo dejó pasar” “Por falta de valor” “¿Te lo ha dicho él?” “Lo supongo” “¿Por qué?” “Casi todo el mundo tiene pánico a los cambios. Ser feliz de modo sublime es una cosa, pero dar un giro de ciento ochenta grados a tu vida algo muy distinto” “Llegó a un grado sumo de felicidad y según tú no sería capaz de cambiar el discurrir de su vida” “No, no lo sería” “Entonces ¿Qué le quedaba? La melancolía” “Sí, y la sensación de derrota también después de haber recibido  más de lo que estaba preparado a admitir” “Eso es de cobardes” “¿Cuántos héroes conoces?. Se necesita ser muy valiente para ser feliz” “No creo” “Ponte en su lugar. Estás aquí, ahora y te está pasando algo que te colma. Estás en el vértice de una montaña. Hacia atrás el pasado es gris y mate. A tus pies el sol. Tú encima. Hacia adelante no ves más que una bajada empinada sin fin tapada  mucho más abajo por la bruma, y hasta donde ves o donde imaginas no hay ningún otro pico que emerja de las nubes ¿Qué crees que sintió?” “ En tu ejemplo, encaramado a un pico agudo, imagino dos cosas o tal vez las dos a la vez. Una, vértigo, la otra, si el pico es tan alto que mira el sol hacia abajo, falta de oxígeno” “Las dos cosas, y sin embargo el ejemplo de la montaña tiene un matiz que lo diferencia” “Como en cualquier metáfora, pero me ha ilustrado de su situación” “La diferencia es que al pico de la felicidad subió sin esfuerzo, es más, no sólo sin esfuerzo, sino arrastrado por un gran placer” “Como bajo el efecto de las drogas” “Sí, aceptamos que escaló la montaña dopado de puro placer, y llegar a la felicidad con las drogas tiene el riesgo de que siempre quieres más y más hasta que el frenesí te deja exhausto y sin voluntad en la cumbre, abandonado, con la necesidad de una dosis mayor o más frecuente. Eso le pasó a él. Sintió miedo de una dependencia exclusiva. Se sabía feliz, pero  aun exultante no se vio capaz de avanzar, y la felicidad es frágil, y cuanto más intensa, mayor es su fragilidad” “Y bajó de la montaña ¿De dónde saco las fuerzas?” “Le aterró la dependencia, intentó convencerse de que al bajar sería libre, se dijo mil veces que esa era su elección, pero supo desde la primera que su elección no era lo mismo que su deseo” “Ahora es libre, ha bajado, se ha desembarazado de lo que le forzaba a la felicidad. En libertad hay otros caminos” “Pero no tiene fuerzas, ni ganas, ni deseo . Cuando estuvo arriba ver de cerca el sol lo dejó ciego” “Quizás mirar otra vez el sol podría ayudarle a recuperar la visión” “Imposible” “Si no un sol quizás la Luna” “La  luna solo tiene la luz prestada del  sol, no haría  más que recordarle su pérdida” “¿Tú me querrías tanto?” “ Yo no he dicho que él alcanzara la felicidad por amor” “¿Por qué si no?” “No sé” “Yo sí. Todavía no me has respondido” “No sé qué decirte” “Eso sí es una respuesta”

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