sábado, 30 de junio de 2018

LOS POSOS DE CAFÉ

Sentado en la mesa de la esquina de una terraza de verano. Los ruidos de la carretera no son suficiente para distraerlo de la imagen del mar.Un menú del día. Ligero. Ha terminado.No debería haber tomado la cerveza. El sopor apunta y aun tiene que trabajar por la tarde. Postre o café. Café solo por favor. Solo corto con sabor intenso y con poca espuma. Lo bebe muy caliente, de un trago un sabor intenso y efímero. El clic de la taza sobre el plato. En el fondo de una taza fina posos negros. Coge el asa, gira la taza para ver bien el fondo. Los posos le hablan. Sabe que algunos adivinos leen los posos de café para adivinar hecho del futuro. Aunque no es un brujo, tiene la certeza de que los posos le están hablando en un lenguaje extraño que no alcanza a comprender. Son manchas y puntos que sin embargo le dicen algo. Se relaja. Abre la mente al mensaje que sabe que va a recibir. No escucha, no ve nada. No es el lugar y no es el momento, pero hay un mensaje implícito en esos posos. Escamotea la taza y la echa en el morral que cuelga de su costado. Sube al coche y termina su ruta. Por la noche, en casa, sube el morral a la habitación. Siente la taza agitarse y un poco más caliente en su interior. La saca, los posos están secos, su disposición es distinta a como estaban antes. Le escuece el cerebro, la misma sensación que cuando va a empezar con jaqueca. Y comienza la jaqueca, pero a diferencia de otras veces no es pulsátil, es un dolor fijo punzante al principio y que parece que le va a aplastar la cabeza después, y a partir de ahí las imágenes girando alrededor de su mente con los ojos cerrados. Fija la mirada, intenta ver sólo una y a partir de ahí descifrar las otras, pero giran demasiado deprisa, no ve más que estelas y cuanto más se concetra en detenerlas más se aceleran. No puede interpretar nada, ni una imagen ni una forma o una figura, sólo mezclas de colores que según se aceleran se tornan en una espiral blanca indescifrable. Una banda blanca que gira a mil por hora que no sabe interpretar. Hay un significado en su cabeza que no alcanza a comprender. Siente vértigo mientras sigue con la mirada las luces. Cierra  los ojos de la mente y se duerme. Por la mañana tiene la boca seca como si hubiese tenido una noche de alcohol. Intenta recordar si tuvo alguna respuesta. No la tuvo o no la recuerda. Empieza el nuevo día. Coge el morral y sube a la furgoneta. Palpa la superfice el tacto del asa y el cuenco de la taza. Antes de arrancar la vuelve a sacar y mira el fondo reseco. La forma es distinta. Un día complicado, teme la llegada de la noche y a la vez desea que llegue para buscar una respuesta. Leer el lenguaje del fondo de la taza. La saca del morral. La toca. La friega por si saliese un genio de su interior. Con la friega la nota más caliente, Vuelve el dolor de cabeza. Vuelven las imagenes atropelladas. Vuelve la espiral. Las estelas policromadas. Imagenes, atropelladas y vértigo. Busca el modo de parar. No se pude parar algo que gira a toda velocidad. Imposible, èrp si no puedes pararlo, súmate a su velocidad. Síguelo. comienza a girar la mirada de forma acelerada, si la cabeza girse a la msma velocidad habría quedado descoyuntado, pero gira a la misma cada vez más, el blanco se descompone en policromías, las policrcomías comienzas en figuras de colores y por fin la imagen. Una imagen clara que le produce una intensa satisfacción. Suena una alarma que lo despierta. Con el despertar no recuerda nada. La taza está fría. Intenta recordar. Nada.   

lunes, 25 de junio de 2018

DOS GOTAS DE AGUA.

Colás era tonto. Un tonto de paga. Un tonto que se sabía tonto dentro de todo el respeto que le daba para todo el mundo su afabilidad. El tonto tenía la manía de irse a la fuente. Allí miraba no los borbotOnes que salían con el deshielo o las lluvias abundantes de invierno, sino cuando avanzado junío o en pleno estío, la fuente, salvo en años muy contados se secaba. Se secaba pero no del todo, hasta en los momentos de mayor aridez siempre caían algunas gotas a la rejilla. Colás se ponía de rodillas.Guiñaba ligeramente los ojos para enfocar justo en cada una de las gotas que caían, se concentraba y era capaz de apreciar detalles que a cualquiera de nosotros nos pasarían desapercibidos. Algunas producían irisaciones cuando los rayos de la puesta de sol incidían en el ángulo adecuado. Otras, por la mañana cuando la fuente quedaba a la sombra, tenían un color plomizo como reflejo del pie de granito que la sostenía, pero las que más le gustaban, sus favoritas sin dudarlo, eran las que caían de las seis a las seis y cuarto en los primeros días de agosto. En esos momentos hacían que la gota pareciera un espejo. La forma de lágrima reflejaba su rostro, con sus mocos y sus babas pero la expresión,  parecía la de un niño sin ninguna tara, aun con los mocos y con las babas no reconocía en las gotas la expresión bobalicona, que él reconocía y que no le gustaba cuando se miraba en el espejo. Rehuía los espejos, sin embargo le gustaba mirarse en las gotas, verlas caer como a cámara lenta o como filmadas por una de esas cámaras que lanza miles de fotos en un instante. Y caía la noche. Esperaba la luna, sólo cuando era llena conseguía salvar la oscuridad y producir reflejos perlados en el agua, pero con la luna lo mejor eran las salpicaduras cuando la gota estallaba contra alguno de los hierros de la rejilla, las minúsculas gotículas que seguía nervioso tratando de no perder ningún matiz. Su tía venía, lo cogía por la oreja y lo arrastraba a la casa, lo bañaba de mala gana, le daba el bocadillo de cada cena y lo acostaba. Lo arropaba, se ponía entonces de lado y recordaba cada una de las gotas del día, sin olvidarse de ninguna, de las deformadas por el aire, las de la luna, las plomizas y las que lo reflejaban. Todas, por orden. y con la última el sueño. Un sueño profundo hasta que cuando amanecía volvía a empezar. El invierno había sido seco, sin embargo las lluvias del final de primavera habían desbordado los arroyos. La fuente brotó a borbotones y Colás se acercó a mirar el chorro, triste, porque lo que a él le gustaba eran las gotitas cálidas de la sequía, sobre todo las que lo reflejaban. Se llevó una botella llena de aquel agua fresca, introdujo una caña y la sacó. La vio gotear sobre el fondo de un orinal. Experimentó con la distancia al orinal, la posición de la lamparita de noche, o la luz cenital de la habitación, con ninguna consiguió el efecto deseado, hasta que un día sí, un atardecer las gotas, cada una, reflejaban su rostro y corregían su expresión para darle una aspecto que le gustaba. Recuperó la alegría contemplando el efecto que él solo, sin ayuda había conseguido reproducir. Y se durmió. Avanzó el verano. Terminaba agosto con la fuente seca. Colás siguió con sus experimentos, sonreía cuando veía su reflejo con su aspecto deseado. Colás enfermó. Fiebres. Dijeron que la fuente seca transmitía las fiebres. Colás no volvió. Y un día un vecino observó las gotas que él dejó abandonadas y le pareció ver en el reflejo, el rostro corregido del muchacho. Y otro que llenó unas garrafas , al dejarlas sobre el poyete junto a la fuente vio una sombra proyectada por el sol sobre la pared con un perfil que era inequivocamente el de Colás. El párroco informó al obispado del prodigio y lo aprovecharon para llevar a los altares a un beato de la comarca.

domingo, 24 de junio de 2018

LA OLLA DE LOS DESEOS

Una semana lo llevaba en el bolsillo del pantalón. Dos palabras se pueden escribir en poco tiempo, no have falta hacerlo con tanta premura, pero no podía permitirse que se hiciera tarde. Tampoco quería improvisar. Un deso como el suyo precisaba de un ritual para  que se cumpliese, no basta con la hoja de un cuadernillo cualquiera con la publicidad de un licor o de una empresa de servicios. Había elegido el rojo. Y había escrito en azul que mezclado con la tinta del papel parecía negro. Había quemado los bordes con una cerilla para que pareciesen papiro. Lo había plegado,sólo dos pliegues y lo había puesto en el bolsillo, protegido del sudor con papel celofán.Le gustaba sentir el chasquido del celofán cuando caminaba. La caricia del papel sobre la piel del muslo era ligeramente excitante. La noche de San Juan. La víspera de la noche de San Juan la olla desfilaría por las calles, la gente saldría a formular sus deseos y echarlos en el interior de la olla. Tropeles de niños y de personas mayores con la cara de la emoción dibujada en los rostros. La noche de San Juan al terminar el desfile se volvería a exponer la olla para llenarla de deseos. Un par de vueltas al recinto acotado para prender a la bruja junto a la olla. El fuego daría cuenta de los papeles que tenía depositadas esperanzas  de tantas personas. Amor. TRabajo. Paz. Salud. Incluso algún papel en blanco. Ningun deseo concreto, pero sin resistirse a la sorpresa de un deseo no esperado. En el pantalón, en el bolsillo, en papel celofán , un papel rojo plegado dos veces. La víspera de la noche de san Juan no había podido ir. Trabajo hasta tarde,cuando terminó aun tenía que llegar a casa, olía a demonios, se duchó y al terminar no hubo quien le moviera del sofá. La víspera de San Juan tendría tiempo de echarlo a la olla y después al fuego. Se había tomado la tarde libre. Tendría tiempo de tomar el aperitivo, comer y disfrutar de la fiesta y aun decansar un poco por la tarde. O así habría sido si su compañero no se hubiese puesto enfermo. Adiós permiso. Tenía que seguir con los repartos por la tarde y en una ruta que le era desconocida. Cada minuto miraba el reloj. Lo miró a la hora que comenzó el desfile. Lo miró una hora después y lo miró casi a las doce cuando hizo la última entrega. Condujo a toda velocidad de regreso, Abandonó la furgoneta en el arcén aun a riesgo de ser multado y corrió. Miró al cielo. Estrellas sin humo. Música y a lo lejos el recitado que precedía a la quema. Corrió. Se metió entre la gente llamó a uno de los magos que exponían una de las dos ollas que escoltaban a la olla grande. Se metió la mano al bolsillo. El celofán hizo ruido. Lo introdujo en la olla.Cuando el mago que portaba la olla se adentró hacia el interior del recinto de la quema un remolino polvoriento se formó junto a la olla. El remolino avanzó hacia el mago, lo envolvió, parecío salir del interior de la pequeña olla. De su interior se escapó un único papel que se elevó hacia el cielo a diez, quince, veinte metros. el mago depositó la olla junto con la olla mayor y la bruja y los duendes comenzaron a prenderla. El miró el cielo como se elevaba su papel, cómo su deseo iba a escapar del fuego, cómo su deseo no podría ya cumplirse hasta el siguiente solsticio. El remolino cesóo y el papel dejó de elevarse y empezó a planear hacia el suelo en una noche de nuevo en calma. Tropezaba con el suelo, con la gente, empujaba a unos apartaba a otros siguiendo sus deseos imcumplidos. Todavía albergaba la esperanza, mientras hubiese fuego, si lo recuperaba, podría quemarlo. Corrió sin dejar de mirar al cielo para no perder la pequeña referencia del papel. Estaba cayendo. Una segunda oportunidad. Todo no podía de nuevo salir mal. El día podía enmendarse, el año podía salvarse, el deseo cumplirse, solo un deseo pero desesperado. El papel cayó entre la gente. Empujó para avanzar, un chico le cogió por las solapas y le pidió explicaciones. Se disculpó. Le soltó y con más cuidado miró a un lado y a otro. Había perdido la referencia del papel justo en el momento en que la bruja dañada por el fuego se desmoronaba. Mientras hubiese ascuas habría una oportunidad, pero ahora por vez primera empezaba a ser pesimista. Cansado. Bajó los brazos y miró consumirse las figuras en el fuego. Había perdido su oportunidad. El deseo quedaría para otro año. Alguien le tocó a la espalda. Se giró. "¿Buscabas esto?" "Sí" "Todavía puedes quemarlo" "Ya no hace falta. ¿Quieres tomar algo?"

viernes, 22 de junio de 2018

PUERTA DE SALIDA

Cuando sientas  la puerta de tu casa como una reja y la ventana como una puerta de salida, entonces y solo entonces te sentirás como me siento yo. Cuando pienses que tu cuerpo es la cárcel donde pasarás una cadena perpetua sin posibilidad de redención, en ese momento sentirás lo que siento yo. Cuando anheles la soledad para intentar escapar de la única forma posible, pero tu familia, tus amigos, no te dejen ni un instante de intimidad sabrás como estoy. Cuando solo puedas estar a solas en habitaciones sin cristales, sin aristas, suelos de madera y paredes acolchadas, cuando te traigan los cubiertos de plástico, la carne sin hueso, el pescado sin espinas, los medicamentos en dosis y comprobando la ingesta, si no se salen del baño ni cuando cagas, en ese punto estaremos iguales. ¡Qué asco! Puritanos de mierda. Dejadme ser feliz por un instante. Dejadme decidir. Un segundo. Y ya está. Mi cuerpo será vuestro, haced con él lo que queráis. Atada. Atada a una argolla en el suelo. Un riesgo para mi misma. Un riesgo. No soy un riesgo para nadie. Quiero salir de aquí. Salir de esta cáscara que me aflige, me constriñe, me asfixia. Para qué quiero un cuerpo si no puedo respirar. Me ahogo aquí adentro. Si vais a descansar, para siempre. ¿Para qué todo esto?. ¿Lo comprende alguien? ¡LO comprende alguien! Salir. Y todos os quedaréis tranquilos. Arrancaréis la argolla, quitaréis el acolchamiento de las paredes de mi cuarto y tendréis una habitación más en esta casa. Os vendrá bien. Y podéis poner un retrato. Si queréis me pinto, me coloco mi mejor sonrisa y nos hacemos una foto de familia, que tengáis un último buen recuerdo y no solo un consuelo. Me aburro. Me desespero sentada, escuchando la radio , la televisión, el tic tac del reloj, las aspiradora o la lavadora, incluso la luz circular por las rozas de las paredes. Anhelo el silencio y la oscuridad pero no las temporales de esta habitación. Tengo sed. Pero no sed de agua en vaso de plástico, sed de Jagelmaister y chupitos, sed de cerveza y de ginebra, sed de vodka helado, una buena fiesta, y farlopa y lo que se presente. Qué más les da. Una fiesta como dios manda y encontrar a alguien para follar hasta que me escueza hasta el alma. Agua en vaso de plástico. ¿A qué me habéis reducido? . Quiero salir por la ventana. volar , desplegar las alas de la libertad definitiva. Para vosotros mi cuerpo, haced con él lo que queráis, quemadlo enterradlo o dádselo a los perros. Libre por fin. Atada a una argolla como una fiera. Atada. sin derechos. Un juez me condenó a vivir. Una argolla. Una cadena. Y la ventana, mi puerta a la libertad . ¿Por qué mi odio no tendrá el poder de Carri? Convertir la energía del odio en fuerzas de la naturaleza para ejecutar mi venganza aunque solo fuese vengarse sobre mi misma. Una venganza inocente y necesaria, una venganza imprescindible que me impiden ejecutar. Invoco las fuerzas de la naturaleza. ¡No os apiadáis de esta criatura atada que os suplica vuestra ayuda! ¿Me habéis abandonado? Qué ocurre. Me habéis escuchado.

La ventana se abre, pero la amarra no se suelta.La ventana comenzó a succionar libros, manteles, alfombras, las sillas, las lámparas los anaqueles, todo salió por la ventana, pero ella permaneció amarrada  a la argolla en un mundo sin personas, un mundo silencioso sin objetos de un intenso color verde esmeralda, incluso la argolla, incluso la cadena, sólo el color de su piel, sólo el color de sus ropas. Un croma intenso que no sabía si alguien recubriría de color. La ventana, la puerta a la libertad quedó abierta. El mundo en silencio y quieto.

martes, 19 de junio de 2018

FANTASMA

Nunca había creído en fantasmas. Esas historias de espíritus de personas fallecidas que aparecen de forma incorpórea en los lugares en que han vivido, han muerto o han sufrido se me antojaba ridícula. Una idea de mentes atrasadas destrozadas por la superstición, supercherías de populacho. Yo, no incrédulo y orgulloso de serlo. Ni casas encantadas, ni apariciones en los bosques ni espíritus vagando por los cementerios. Pero a veces te equivocas. Yo me equivoqué. Morí hace una semana en un accidente y aquí estoy. No me pregunten como. No recuerdo nada del accidente ni recuerdo ningún tipo de parto o metamorfosis. Lo primero que recuerdo fue contemplar mi propio entierro desde lo alto de un panteón. Me chocó ver perderse en la profundidad de la tumba la caja de pino con mis restos. y más  ver mi nombre y mi foto , una foto de hace más de 10 años en la lápida del cementerio. En tu entierro pasas revista a los presentes y a lo ausentes. Relaciones que desconocías o que disimulaban en tu presencia. Todos se van y tú te quedas. Ahí la sensación de soledad fue grande. sólo en un cementerio. Un planazo. Y se supone, o al menos eso es lo que yo supondría, si hubiese creído en los fantasmas que mi regreso como un espíritu al mundo de los vivos debe ser por algo. ¿qué se yo? Una deuda pendiente, una venganza, descubrir a los culpables de tu muerte. No. Nada. No tengo la menor idea de por qué estoy ahí en lugar de haber ido al cielo o al infierno o haberme disipado en una multitud de átomos debajo de la tierra. Me siento en una lápida. Anochece. Con la llegada de la noche me encuentras más ligero.  Practico con mi nuevo ser y después de varios intentos consigo levitar. Eso me gusta. Volar. Despacio, pero la sensación es muy agradable. Espero. Me levanto, doy una vuelta por entre las lápidas buscando una inspiración que me ayude a pasar el rato. El capítulo venganza lo tengo cerrado. A nadie odio y a nadie me odia. Las causas del accidente tampoco. Me emborraché como una cuba y cogí el coche. Hasta el camarero me negó más copas, pero yo bebí de mi propia botella . Culpa mía. Imprudencia. Un error. La vuelta al mundo correspondía  a otro envase. Alguien se equivocó al seleccionarme. Me aburro. Puedo levitar hasta la ciudad. entrar en alguna casa y tirar objetos o simplemente moverlos para llamar un poco la atención. Puedo hacerlo en casas de personas a las que detesto y sin embargo dejar en paz a los que aprecio. lo hago, pero me aburro. Cuando he roto dos jarrones, tres copas y una `pieza de Lladró, no tengo motivación para seguir. Dormiría, pero en mi estado parece que el sueño no es necesario, sea de día o sea de noche, sientes la necesidad de la actividad y sin embargo no tienes nada que hacer. Veo y no me ven.Ji Ji ji. Puedo aprovechar para aclarar algunas dudas. Pequeños cotilleos. Lo sabía sabía que siempre estuvieron juntos. su aspecto una fachada. Vaya con las mosquitas muertas. Y el alcalde adonde va tan tarde. Claro. Bares de ambiente. Y lo negó en la elecciones. Si pudiera lo contaría a los cuatro vientos.Iré a casa. Es mi compañera, de luto. Ha venido del cementerio paseando ... de la mano de su jefe. Este era el motivo por el que estoy así. Los he atrapado. Ahora se van a enterar de lo que es un poltergeist. Les sigo. Entran en casa. Atravieso la ventana. La cocina. Los cuchillos. Un buen número de cuchillos que les seccionen venas y arteria hasta dejarlos exangües. Y si el fallo del freno hubiese sido provocado. Y si.... Veo borroso.Me estoy disolviendo en el ambiente.. No se adonde voy . Se va la luz. La luz. 

lunes, 18 de junio de 2018

CUERVOS

El rebeco quedó aislado del grupo. No podía seguir la marcha y el grupo no pudo o no quiso esperarlo. Poco a poco veía alejarse la manada montaña arriba hasta que los perdió de vista. Siguió caminando sin saber muy bien adonde ir. El sol se puso y pasó la noche. De madrugada no pudo más, le fallaron las piernas y se tumbó. No podía levantarse. Siguió tumbado. Puso la cabeza a la sombra. En verano, incluso en las montañas más altas  hace calor de día. Tuvo sueños felices en la manada. Tuvo pesadillas de soledad y desamparo. Tembló por el miedo. Casi perdió la esperanza y casi perdió las ganas de luchar. Sus compañeros se habían olvidado de él. Sus amigos, sus socios de juegos, se habían marchado. Sentía odio y recor por su actitud. Un odio y un rencor que nunca sospechó que se puediese sentir por alguien a quien has apreciado. Eso no se hacía. De ninguna manera. Los lazos eran para siempre. El ni siquiera estaba débil. Habían acelerado la marcha quizas a posta, al principio pareció una broma. Una broma. Menuda broma. ¿Qué calor?. Del sueño lo sacó el abaniqueo de unas alas. Qué alivio. Que fresquito. Cuando menos lo esperas acude ayuda. Cada vez más aleteos. Más fresco. Abrió los ojos. Vio a sus alrededor las plumas negras de media docena de cuervos que se turnaban moviendo las alas para refrescarlo "Muchas gracias amigos" "Es un placer" "Recibir vuestra ayuda después de quedar abandonado por los tuyos es un bálsamo" ""Nos gusta ayudar. Abanicarte ha sido una idea que ha propuesto este, o ¿ha sido este otro? No lo sé. Uno de nosotros y lo hemos hecho y lo podemos seguir haciendo muy a gusto" "No sé como pagaros este favor" "Con ayudar a alguien a quien los suyos, tan ingratos,  han abandonado a su suerte tenemos suficiente" "Si todos fuesen como vosotro. Si todos fuesen como vosotros este mundo sería una maravilla" "Eres tan hermoso" "Gracias" "No se comprende por qué te han dejado. No se comprende de ninguna de las maneras" "En realidad me he rezagado" "Imposible. Eso ha sido la  envidia" "Algo de eso puede haber" "Algo no. Todo. Esos desgraciados te han abandonado" "Son mi rebaño. No me gusta oíros graznar así" "La verdad. sólo la verdad. Envidiosos y desagradecidos" "Puede que tengáis razón"." La tenemos. Es una lástima que no tengas alas, podrías acompañarnos. Te reirías volando por encima de sus cabezas" "Eso sería estupendo" "¿Y por qué no?. Te cogeremos entre todos y te izaremos hasta las nubes. Tú te lo mereces todo. Tan listo y tan elegante" "Vamos chicos" "Me hacéis daño" "Tenemos que clavar los picos" "Ay. Pero qué hermoso es todo. Mirad ahí está mi rebaño. Un poco más y podréis dejarme con ellos" "Chicos ya ha volado mucho. Soltadlo. Qué bonito estás. Soltadlo" "Ah. Me he roto los huesos y quizá  algo más. Me habéis soltado" "Lo hemos hecho.  sin querer, pero tenemos hambre" "Podéis comer en los prados. Os enseñaré lugares donde encontraréis granos en abundancia" "Queremos comer" "Pero me habéis refrescado, me habéis mimado y adulado. Para después soltarme" "Y lo que hemos dicho era cierto" "¿Eso qué cambia?" "No cambia nada" "Me has hecho daño. Mira estoy sangrado donde me has picado. Ah. ¿qué hacéis?.No puede ser que me adules y después intentes acabar conmigo" "Sentimos curiosidad por tí" "Tenemos hambre y tus ojos son muy tiernos" "Y tus vísceras" "Y tus intestinos" "¿Me vais a devorar?" "LO estamos haciedo" "Ah. Socorro" "¿Qué puedo hacer?"  "No mires"

sábado, 16 de junio de 2018

GOLPE DE CALOR

Las autoridades sanitarias advierten que no hagan ejercicio en horas de máximo calor. Hidrátense y aprovechen las sombras para recuperarse.Bien. Lógico. sombra. Agua. Fresco. Calor. Lógico. Muy lógico. Las evidencias siempre son verdad y son más fáciles de seguir. Escuchas tú haces lo que haces, decides. Si preparas una carrera de setenta kilómetros con tres mil metros de ascenso que se desarrolla durante el día un quince de julio, debes entrenas en momentos de calor. Aclimatar el cuerpo a una situación extrema. Piensas. Escuchas. Decides. Y a correr. Sales y agua para compensar el sudor. sombra no hay a la orilla de la playa. el ritmo suave. sombra no hay en la orilla de la playa. ritmo suave. Y en cualquier caso al menor signo de que el cuerpo no suda, zambullirse en el agua, refrescar la piel y seguir andando.
Todo iba bien. Trote. Muy lejos de su mejor día, pero la velocidad no era el objetivo sino el fondo, resistir con holgura distancias largas. Todo iba bien al principio, pero justo cunado se encontraba en el punto más alejado, se tocó los brazos. No había sudor. Se encontraba raro y débil. La piel estaba caliente y sentía frío. Ya le ocurrió una vez. Se recuperó pronto, pero no sabía comopodía resultar ahora. el mar. Refrescar la piel para bajar la temperatura del cuerpo. el mar podía salvarlo. Le costó unos minutos detenerse, el cerebro empezaba a estar lento. Se se detuvo y se giró. Comenzó a andar desde la orilla, pero no llegó a sumergirse. Miró al cielo. el sol. LO había atacado. Golpeaba para acabar con él. Se tambaleaba. Lo miró desafiando, citándolo como aun torero, pero como un torero con el corazón partido por el asta de un morlaco. Miró al sol. y el sol se agrandó más y más. El viento solar empujó el aire. La luz le cegó. el mas se volvió oro e hirvió. Borbotones de agua salada sustituyeron a las olas.  Y el sol lo enguyó. Silencio. Frío. Oscuridad. Un pie sumergido en un agua en reposo. Vuelven las fuerzas. Se levanta y se  pone en pie. Mira alrededor y todo está oscuro. Se toca la piel. Íntegra. No se ha abrasado. NO comprende. El calor ha desaparecido. Ya no tiene fiebre. Mira a un horizonte invisible. Todo lo que era luz es ahora oscuridad. en el cielo una bola negra con un anillo brillante. Un eclipse. todo ha sido consecuencia de un eclipse.  ¿También el golpe de calor? Quizás algún fenómeno físico puede relacionarlos. Un eclipse por sorpresa no es posible. Los eclipses se predicen con décadas o quizás siglos de antelación. Y está solo. No hay nadie alrededor. Nadie corre. Nadie nada. Nadie toma el sol. No hay curiosos con cristales ahumados dispositivos electronicos mirando el sol extinguido temporalmente. Coge el agua del cinto y bebe. Movimiento. No sabe qué debe hacer pero debe moverse. Camina con el agua hasta los tobillos. Es agradable que el ruido del agua rompa con su tintineo el silencio. Le anima el sudor que brota de sus sienes cuando acelera el paso. Sigue bebiendo. En el costado la brisa. Se ondea la superficie del mar.  Camina aun más deprisa. Más y más deprisa. A su espalda el bullicio de niños que chapotean. no se atreve a mirar atrás. SAbe que no debe mirar atrás, pero juraría que la luz aumenta en los pasos que ha dejado. Enfrente oscuridad, la playa desierta a su paso, a su espalda ruidos, el bullicio de cuando salió. Se acerca a su destino, sin mirar atrás pero está seguro, a su paso amanece. No es un sol. Mira el astro oscuro con anillo de luz. No es un sol. Más bien es un espejo que refleja la luz de ese nuvo astro que emergió con su golpe de calor. Está llegando a casa, a veinte metros junto al semáforo, junto a la heladería empezó a correr. Termina de amanecer de nuevo. Se encuentra bien. No quiere mirar el reloj. No sabe qué ha pasado con el tiempo ahora que vuelve a haber luz. No sabe y no quiere saber. Para qué saber si ya es de día. Es de día. Basta.Suficiente. Ha superado su golpe de calor. Ha vencido al sol. "Cariños has vuelto de correr" "sí" "¿Has disfrutado?" Sonríe.

miércoles, 13 de junio de 2018

HORCHATA

Desde fines de abril, cuando comenzaba el calor la mayoría de los años en el sur de España, le gustaba pasar por esa calle que le desviaba de su trayectoria, pasar por esa esquina con una columna y el local pequeño abierto a las dos terrazas de dos mesas cada una. Pasaba por allí por el olor. El olor suave de la horchata y envolvente de la canela. Miraba al interior, Abría las coanas y aspiraba. Qué sabroso debía ser algo que olía tan bien. Y seguía caminando. Unas veces no llevaba dinero. Otras llevaba demasiada prisa para saborear algo tan delicioso. Otras el régimen, la maldita operación biquini que la descargaba del sobrepeso invernal, incluso un día lluvioso pero cálido, el heladero salió a la terraza, sabía que aquella cliente aficionada que nunca había entrado a saborear sus helados no le iba a fallar ni en un día tan desapacible. No lo hizo. Protegida del mal tiempo con una paraguas grande caminó a buen ritmo y frenó hasta que vio al heladero, un hombre mayor con un vaso de horchata en la mano. Se la ofreció. Se la puso a la altura de los labios, a dos centímetros de la nariz. Casi se desmaya de la impresión. Pero rechazó con la mano y salió corriendo, con la prisa el paraguas se le cayó a un charco, lo pisó un coche que también la empapó. El heladero se disculpó e increpó al conductor. Ella corrió con el vestido empapado de alquitrán y  grasa que nunca más volvería a recuperar su color. Dejó de llover. Lloró varios días en su casa. LLoró su estupidez al pensar lo fácil que habría sido aceptar la galantería de aquel hombre que no encerraba ninguna otra pretensión que agradarla. Habrías ido lo más facil. Un vaso de horchata, una conversación agradable y habría salido al trabajo cuando el chaparrón hubiera amainado. Fue tozuda, corrió y así acabó ella. Se torturó a no pasar más por aquella calle aunque cada noche tenía sueños voluptuposos perfumados por aquel olor. Cuando se despertaba avergonzada como si alguien la hubiese estado espiando estaba sola. siempre estaba sola. Llegaron las vacaciones en Agosto como siempre. La gente se iba  a la playa y ella se quedaba en su bloque de viviendas delante del ventilador hasta que este no distribuía más que el calor ardiente de la calle. Antes cuando aun no estaba avergonzada paseaba alrededor de su destino favorito, cualquier excusa era válida para dar una vuelta  aquella manzana, bajar la basura, pasear al perrito de alguna vcina que andaba enferma, cambiar de tienda donde comprar el pan. Tenía que repetir el éxtasis de aquel olor. SEgún vanzó agosto entró en un estado de melancolía que se fue pornunciando hasta recluirla día y noche en la cama. No se duchaba, no se pintaba, olía a demonios, y a ella que había sido tan pizpireta, le daba todo igual, todo. Sola en la ciudad en Agosto, donde solo queda gente extraña por las calles, gente que anda oculta por los rincones todo el resto del año.Estaba grave, sus vecinos  murmuraban mil chismes, pero algunos, los que de verdad la apreciaban estaban preocupados. Las oidas de aquella joven melancólica llegaron aoídos del heladero. Una joven tan bonita postrada en la cama quizás por la decepción de aquel día en que su vestido quedó como el trapo de un pintor. Cogió un recipiente de medio litro, pero se le antojó escaso y tomó uno de dos litros, lo llenó del cubo que había salido mejor, porque no había dos cubos hechos en la misma fábrica que supiesen exactamente igual. Se enteró de donde vivía y le llevó el obsequio. Le abrió una amiga. Le agradeció , pero le dijo que no creía que la tomara, había cerrado el pico y no queria comer ni  sus comidas favoritas que le llevaban cada día con la esperanza de que la actitud cambiase. el horchatero dijo que su horchata era siempre muy buena, y la de hoy excepcional. La muchacha que lo oyó chilló que le permitiesen pasar que quería verlo. Pidió un vaso, y uno tras otro acabó con el primer litro de horchata. el heladero vio con felicidad como sonreía por vez primera desde hacía tres semanas y se fue feliz. Al día siguiente la chica salió. Se acercó a la heladería a agradecerle al heladero su presente. Al llegar notó algo raro, cuando entró lo comprobó. Le dio las gracias al horchatero quien le ofreció mas horchata.. La rechazó. Salio de la heladería seria porque ya no percibía el olor. Lo mismo le pasó al dia siguiente y al otro, hasta que un día una o dos semanas después dejó de pasar.

lunes, 11 de junio de 2018

TEFLON

Después que el mundo terminó los pocos supervivientes tuvieron que ocultarse bajo tierra. Los elementos fuente de vida traían la muerte con su olor, su contacto e incluso, según el mito, en los sueños pensando en ellos. El mundo de la oscuridad carecía de alegría. Siempre ha habido ciegos, pero en un mundo de videntes, pero después de la catástrofe desenvolverse en un mundo sin luz hizo que desapareciera la sonrisa de los bocas. Curiosamente, con la desaparición de la sonrisa también se fue el llanto. Si había tristeza, era una tristeza moriosa, una tristeza quieta carente de cualquier gesto. Al principio encendían hogueras y se reunían abrazados en círculo alrededor de hogueras. Pero cada vez el círculo era menor. El tiempo pasaba, y los intentos de regreso a un mundo sin luz fueron fracasos, nauseas, tos, pústulas y  muerte o deformidades. Cada vez los círculos eran menos numerosos y las hogueras más mortecinas. Un día no hubo hogueras. Sin el fuego llegó el silencio la quietud extrema de los muertos vivos. Del fondo, de la parte más recóndita de la hoguera apareció un hombre menudo, cojeaba y se atascaba al susurrar. Se dirigió al que había sido el líder antes que acabase el fuego. Echó a andar y el líder lo siguió. En el nicho que aquel hombre había ocupado había un hueco entre las rocas. En el hueco unas bobinas. Sobre ellas un rayo de luz del que caía una gotera. La gota se deslizaba por la bobina hasta el suelo. El líder gesticuló. Para qué le había hecho interrumpir su reposo. Le cogió la mandíbula y volvió a señalarle. De la luz cayó otra gota que se deslizó por la bobina y se arrastró hasta el suelo.el líder se enfurecía. El hombrecillo le señaló la gota. La gota estaría cayendo años desde el exterior y no producía daños en el material de las bobinas. Las cejas se enarcaron. Los ojos se pusieron redondos. Gruño y reclamó a todos que viniesen, Grano a grano agrandaron la grieta. Grano a grano. Hasta que el hombrecillo pudo pasar. Temeroso cruzó al otro lado. Entró sin respirar. Cuando no puedo aguantar más su nariz empezó a aletear y no le pasó nada. Agrandaron entonces el paso y se llevaron las bobinas del material. Era un material flexible, untuoso y fácil de trabajar. La gota no le había hecho nada a lo largo de años. El material podría protegerles en su vuelta al mundo de luz. Los tejedores lo tocaron. Era fácil de trabajar. Le echaron agua hirviedo y resistía. Vertieron aceite hirviendo y seguía siendo impermeable. Uno de los artesanos que experimentaron esbozó, sólo esbozó una sonrisa. sintió un punto, pequeño de esperanza. Serán esas bobinas el elemento que necesitaban para regresar. Para volver a un mundo de luz. A beber agua fresca, comer verduras verdes, nadar en ríos y lagos, navegar los mares, pescar y jugar. Restaurar el mundo que se perdió. Aprender de los escritos lo que hacían los mayores de sus mayores. Hacer ensayos pacientes para aprender de nuevo a vivir como humanos plenos. Sonrió. Habría gritado si no hiciese tantos años que no hablaba. De la cueva contigua, rodeado de pisadas  y ruidos de armaduras, apareció el rey y su séquito. Le preguntó al líder de aquel lado de la cueva qué era aquello que tanto interés había despertado en todos los habitantes. Le mostraron los experimentos con el agua, con el aceite. Le contaron que la gota había caído décadas sin producir daños en aquel material. El rey apreció el descubrimiento, felicitó al hombrecillo que había sido tan perspicaz y ordenó a su séquito que se llevaran todas las bobinas. El hombrecillo se ofreció para experimentar en la primera salida al mundo de luz. El rey le respondió que el mundo de luz estaba perdido para siempre. La bobinas era un magnífico aislante para el suelo húmedo de la cueva donde estaba su corte. El hombrecillo se compungió Volvió a su rincón. Y olvidó lo que era la sonrisa. La decisión del rey no quedó sin castigo. Años después hubo una revolución, se recuperó el teflón, pero las aristas del suelo de la cueva no habian dejado un solo centímetro sin dañar

domingo, 10 de junio de 2018

RED ROOM

"La verdad creía que se trataba de una finca rústica. Una casa en las montañas, rodeado de nieve durante todo el invierno, o al menos si no nieve, lo suficientemente alejado de la civilización" "No había puesto nada de eso en el anuncia. Se nota que es usted escritora" "Bueno. Intento serlo. La verdad buscaba un lugar aislado donde inspirarme" "Un ático en el centro de Madrid puede se todo lo aislado que usted desee" "No me haga reír" "No es ningún chiste. El acceso a la finca está muy restringido" "Pero en cuanto salga me encontraré con el todo Madrid" "No tiene por qué salir" "¿cómo?" "Si lo desea puede no salir en los próximos meses" "Pero tendré que comer o beber o pagar facturas" "Si no quiere no. Podemos darle un precio cerrado y nos ocuparemos de todo" "Pero prescindiría de internet" "Como desee" "Sin internet entonces" "Debe indicarnos qué tipo de dieta quiere hacer, Qué bebidas le gustan para que su estancia sea solitario pero lo más confortable posible" "Soy de gustos frugales"

Quedaba un mes para el plazo. Había gastado todos sus ahorros , y en dos meses encerrada había sido incapaz de cerrar una página coherente. La soledad no estaba funcionando, y mira que la vivienda era una vivienda vieja, los ruidos de  dilatación o contracción de materiales menudeaban. El aislamiento acústico era perfecto, nadie diría que estaban en el centro acústico de una gran ciudad. Al principio intentó seguir un horario de oficina, después Aprovechó las horas de la noche y por último absolutamente al azar, si creía que venía la inspiración escribía. Nada. Paseaba. Recorría los rincones de la casa. Orinaba cuando se ponía nervioso y seguía dando vueltas por el pequeño universo en que había decidido enclaustrarse.Cada semana le traían los encargos, los repasaba y saboreaba la sorpresa que siempre le traían para no caer en el aburrimiento, pero inspiración nada. Pasó tres días sin comer. sólo alcohol. Los escritores alcohólicos aguzaban la imaginación, pero él no.DE madrugada recorrió el piso. Estaba borracho. golpeó la pared hasta hacerse daño en los nudillos. volvió a golpear. La madera se hundió y una parte de la pared desapareció. Una luz rojo azafrán se abrió al salón a oscuras. La música de una caja de música con un tiovivo encima llamó su atención. Frente al tiovivo un espejo, en el que habia, rodeado de vapor condensado, la sombra de una mano. Un ruido a su espalda- Un patín rodó hacia sus pies. Miró de donde había venido y escuchó una puerta cerrarse.. En una pared fotos de niños. Un ruido a su espalda. Se acercó. Nada. Volvió a ver las fotos. Ya no eran fotos de niños sino de jóvenes. Diez muchachos y muchachas. De nuevo el ruido, nada. Volvió a su espalda solo había diez jóvenes. No sabía quien podía  faltar. un nuevo ruido . No cayó en la trampa pero giró la cabeza y al volver a mirar el cuadro , en él solo había plasmados dos ancianos con las mismas ropas y la misma expresión.El de la derecha lloraba. Lágrimas rojas se deslizaban por dentro del cristal . Un escritorio con una rudimentaria máquina de escribir. Escribió . De corrido cien páginas. Salió de la habitación que se cerró con su salida. Apoyó y no consiguió dar con el resorte. Dos semanas después lo rescataron. Había corregido lo escrito, corregido por decir algo. El edito se entusiasmó. Fue un éxito. Le pidieron una nueva obra. Compró el piso y encargó a los decoradores que descarnaran las paredes y que estuviesen atentos a cámaras ocultas. No apareció ninguna. No volvió a escribir

viernes, 8 de junio de 2018

LA CHIMENEA

El humo salía de día y de noche. De tonos grisáceos durante el día, por la noche sobre el cielo estrellado tomaba colores blanquecinos o cremas con un cierto matiz fosforescente. Una chimenea enorme de hormigón sobre el fondo verde de las colinas era un contraste feo. Alrededor varias hectáreas donde los desechos se clasificaban. Se reciclaba lo reciclable y se quemaban los restos orgánicos combustible de la cementera. A veces un juez paraba la inercia para quemar alijos de tabaco o estupefacientes. Siempre había sentido una atracción poderosa por el fuego. El fuego rojo que dobla el acero, que funde las piedras, Después nada más que cenizas. Y las cenizas son todas grises. Fuego y cenizas. Gris. El también era un hombre gris. Sin brillo. Oscuro. Al trabajo y a casa. Silencioso. No contaba chistes. No tenía anécdotas divertidas. No alardeaba de lo bien que hacía su trabajo o si le felicitaban. Silencios largos e intensos. Sí. No. Sí. Terminaba de comer o cenar y ponía el lavavajillas. Ponía el televisor, veía lo que echasen y si cuando ella llegaba cambiaba a otro programa no protestaba. Seguía callado sin siquiera un gesto de desaprobación. Butacas distintas. Ella tenía los ojos grises cuando la conoció. Después se le puso el alma gris. Junto al hombre gris. No habían tenido hijos. Al menos en algo se consideraba afortunado. Un mundo gris no es un mundo para niños. Colores cálidos. Intensos, como el fuego, pero no mate como el gris de la cenizas. Su mujer tenía los ojos grises, o al menos eso le parecía, no recordaba la última vez que se habían mirado. Camas separadas le propuso. Hoy día lo hacía todo el mundo. Quien quería compartir unas sábanas que no se ensuciaban más fluidos que del sudor. Las encargaron, aunque ya estaba seguro que no las iban a estrenar. Llegó a pagarlas. Llegó a dormir en una. Confortable, pero solo. No creyó que fuera a echar tanto de menos un resuello, una respiración, un estertor o un ronquido cerca, aunque la piel estuviese a un metro. Se fue. Hasta del hombre gris que no le había dado hijos. Y se lo espetó en la cara. Esperó a que llegase para decírselo. Subió los escalones pesadamente, giró el pomo esperando no encontrar a nadie. Seguir subiendo las escaleras interiores encerrarse y tomar un baño. Pero ella lo esperaba. Gris. Eres gris, apestas a gris, miras gris. Me voy. No soporto esta oscuridad. Necesito luz. Aire. Adiós. Le empujó y dio un portazo. No miró atrás. una lágrima se insinuó en su ojo derecho pero no llegó a salir, se secó mientras subía a la planta de arriba. Se desvistió y se bañó con agua muy caliente y vapor muy espeso. Durmió por última vez en la cama grande.No se fue lejos. siempre sospechó. Una casa con jardín y flores en otro barrio. Colores. Un hombre sonriente que la ceñía por la cintura. Dos perros. Y risas. El sol, los colores le herían más que verla allí. Él era gris. Pero no siempre fue así. De niño no. Cuando los colores se funden dan lugar al gris. el fuego fundió sus colores. Tampoco echaba de menos un mundo antiguo de fotos en color. Se quedaba con este de fotos en blanco y negro. y una vida gris. Pero las noches sin alguien a quien odiar se hacían insufribles. Largas. Calurosas o heladoras. Empezó a merodear la casa de los colores. De lejos. A anotar sus nuevas costumbres. A las ocho el gimnasio, en invierno y en verano. Su figura había mejorado. Esperó al invierno. Apareció en su camino. Embozado, pero ella lo reconoció. El miró sus ojos que seguían siendo grises. Le tapó la boca y espero a que su cuerpo quedara inerte. Estaba hermosa tan pálida. Se atrevió a rozar sus labios. Se ocultó en una casa abandonada. La descuartizó y en  trozos que cupiesen en la fiambrera. Y uno a uno los entregó el fuego de la cementera. Las cenizas son todas grises. Se fue a casa. Durmió mejor. Por la mañana despertó. salió al jardín a estirar. GRis. Todo estaba gris. Las cenizas se arremolinaban en la parcela y en el tejado. Las casas de los vecinos estaban impolutas. Limpió con la manguera. Se duchó. Cuando regresó del trabajo la policía lo esperaba. Le preguntaron si sabía algo de su exmujer. Negó. Lo había dejado. Le dijeron que había desaparecido. Mientras hablaba comenzó de nuevo a caer la ceniza. El guardia le aconsejó que denunciase a su empresa. Esos residuos podías ser tóxicos. Volvió a limpiar con la manguera. Así cada día hasta que llegó el verano. Una noche tórrida. Las ventanas abiertas. El viento que se arremolina en la habitación y las cenizas que se depositan en la cama que ella nunca llegó a estrenar. No aguanta más. Sabe que será así cada noche. Es demasiado hasta para alguien gris. Recorre la casa. Recorre el lugar en que la vio morir. Vuelve al trabajo. Abre la puerta del horno. Respira hondo y se arroja. La casa amaneció cubierta de cenizas. Después llovió.

miércoles, 6 de junio de 2018

TORMENTA

No os vais a creer lo que me ha pasado esta tarde. A mi también me cuesta creerlo, pero es lo que ha ocurrido. Hechos crudos. Cuando he ido a trabajar ya había algunas nubes negras que se oscurecían en el cielo. Siempre que veo desarrollarse esos cumulonimbos me acuerdo de historias de ranas que aparecían en los patios transportadas por la lluvia. Nunca las creí. Los sapos, las ranas, en los lugares secos esperan pacientes aletargadas ralentizando su ritmo vital a una vida que se parece mucho a una muerte, y a veces llega a serlo en algunos desiertos si el chaparrón se retrasa décadas. La rana o el sapo, simplemente se olvidan de vivir y mueren. Pero si llega el chaparrón retoman una actividad frenética que les lleva a reproducirse en horas hasta que la lluvia pare. Cuando el sol evapore los últimos charcos, los renacuajos tienen que haberse desarrollado lo suficiente como para poder enterrarse y esperar una nueva lluvia. Nunca creí la otra versión. Nunca. Hasta hoy. He salido de trabajar a buena hora. Desde la mañana ya andaba cansado y la nube negra había alcanzado unos tonos plomizos que parecía que iba a estallar. Un trueno. El coche cerca. Vendrá la lluvia pero estaré protegido. Al trueno le ha seguido un vendaval. Las nubes se han arremolinado, el chaparrón ha estallado contra el suelo y para cuando me he dado cuenta me ha separado del suelo. Me ha hecho ascender suavemente. Al principio, cuando he visto mi coche he sentido miedo. Cuando he visto desde lejos las terrazas de los edificios el miedo ha sido mayor, sin embargo cuando los flóculos blancos y grises de las nubes me han rodeado, cuando los rayos me rozaban , me he sentido tranquilo. Me he sentido muy bien. Apacible.Después de unas semanas de mucho estrés, viajar en una nube que te ha succionado se antoja algo agradable. Las vistas han sido sorprendentes, aunque el inconveninete en contemplarlas desde una nube es que está nublado. Ver  los torrentes de agua, los remolinos de granizo descender al suelo algo grandioso. La nube seguía un trayecto anárquico buscando el calor del ambiente. Pero en su zigzagueo se veía que su destino era la costa del Mediterráneo. A mi espalda una luz. Un arcoiris visto desde arriba. Eso es imposible porque el arcoiris no existe, es un efecto óptico, pero os aseguro que lo he visto desde arriba. Me he asustado mucho. Era difícil calcular la altura a la que volaba, pero fácilmente mil metros o más. Había ascendido suavemente pero me temía que el descenso, si la nube se quedaba sin combustible, sería mucho más abrupto. Pero no. Los truenos han cesado. la nube se ha convertido en niebla y me ha posado en el suelo en una colina cerca del mar. Me he dado cuenta en ese momento de que con la agitación del ascenso iba completamente desnudo. La niebla se ha empezado a disipar y he sentido pudor. Más aun cuando a menos de dos metros había una mujer desnuda que me miraba. Yo la he mirado. Nos hemos entendido muy bien y ha quedado preñada. Su barriga ha crecido de forma portentosa y en menos de media hora a parido a cuatro de mis hijos preciosos. Los niños, nada más nacer han gateado hacia una charca. Donde se han juntado con otras docena de niños de otras parejas. Los niños han empezado a chapotear y a comerse. Los hemos tenido que separar. Una pareja de pelirrojos solo ha encontrado un brazo de su hijo. NO se han enfadado porque es la ley natural. Ha salido el sol. Los niños son ya mozalvetes que se miran entre sí con miradas torbas. Un viento terral ha disipado la humedad y ha comenzado a cuartear la tierra. Me ha dado sueño. Los niños se clavan en el barro. He puesto el culo desnudo en el suelo. Abanicando manos y piernas me he ido hundiendo yo tambien en el barro. De mi boca han salido babas que me han cubierto de un paño sedoso. Hace calor. Ha desaparecido la luz. No sé cuanto tiempo permaneceré dormido. Espero que mis niños estén bien. No sé lo que tardará en llover.

martes, 5 de junio de 2018

OXIGENO

"Al fin ha muerto" "Se veía venir" "Se veía venir desde hace quince años" "¿Tanto?" "Tanto. Yo era residente cuando ingresaba cada dos o tres meses" "Hace quince años estaba yo en el colegio" "Y él ya dormía en los cajeros" "No tiene familia" "Todo el mundo tiene familia, pero hay personas que rompen con ella, deliberadamente o a pequeños tirones, hasta que la cuerda no da más de sí y cae al suelo sin tensión. el reloj nunca se detiene ni gira hacia atrás. NO ¡. NO se le conocía familia, ni amigos" "Triste" "Puede ser, pero a vces lo más triste queda detrás" "eso es cierto" "O no" "Me estaás bacilando" "No. NO elegimos como vivimos, ni como vienen los acotencimientos, los sorteamos con más o menos fortuna. Mira su rostro. Está castigado pro el sol, por la vida en la calle, comer poco y seguramente beber demasiado pero está tranquilo como todo el mundo debería morir" "Y está en el suelo. A la intemeperie" "Lo eligió. Se arrastró a la calle. Quiso morir al abrigo de un árbol. Buscó cobijo en el abrazo de un ser vivo" "¿Un árbol?" "Un ser vivo. Oxígeno. Recuerdo cuando ingresaba lo hacía por su bronquitis. Una tuberculosis en su juventud que le dejó algunas ecuelas y sus resfriados. Tos y expectoraciones. Y la mascarilla de oxígeno con los elásticos tirando de sus mejillas escuiálidad con una barba de cuatro o cinco días recia pero poco tupida. En cada ingreso lo rasuraban por los piojos, lo afeitaban, lo aseaban y lo nutrían. Se reía al verse calvo. Se reía más cuando ya no tosía, cuando podía quirtarse la mascarilla a ratos. Conversaba. Había leido algunos buenos libros y los comentaba. cuando hablaba de sus libros parecía otra persona. La persona que salió del cascarón actual. El residuo humano previo a la metamorfosis que le condujo a la calle amanecía en carcajdas desdentadas. A ratos. Después se recluía en silencios y miradas esquivas. cuando su respiración lo sostenía pedía el alta voluntaria. Estaba ya sobrando en un lugar que hacía mucha más falta a otros. Cada vez ingresaba peor. Ya no venía, siempre los traían en volandas, casi desmayado asfixiado, azul con cantidades mínimas de oxígeno en la sangre. en cuanto recobró el resuello, pidió el alta voluntaria. Se la intentaron negar. Se arrancó los sueros y el oxígeno. Se vistió con sus harapos y no pasó del final del pasillo. Estuvo en la uci dos semanas. Cuando regresó a la planta estaba más debilitado y deprimido. cAbizbajo sin conversación y sin sonrisas. Pasaba las noches sentado con la mascarilla. Miró a su médico y le dijo que tenía que irse. Que si no se iba se estaba muriendo asfixiado entre cuatro paredes. Le recordaron el resultado del intento que lo llevó a la uci. El dijo que había gente que tenía oxígeno en su casa. Le recordaron que él no tenía casa, que el habitáculo de un cajero en los días inclementes o el parterre de un parque en verano no podía ni de lejos considerarse casas. Insistió. Se apagaba. Seguía insistiendo. Hicieron una gestión con el proveedor de oxígeno terapéutico. Le consiguieron una botella de las que se usan en el transporte interior de los pacientes. Lo agradeció y se la llevó. Se le dio una dirección para rellenarla cuando el nivel disminuyese. Nunca llamó y nunca consintió que rellenasen aquella botella" "Pero no volvió a ingresar" "Ni una vez" "Quizás en otro hospital" "No. Me detuve en comprobarlo. Sin ingresos. Ni uno solo" "Le dieron la botella bien llena" "No le habría llegado a una semana en máxima carga" "Quince años. todo un récord. " "Ya vienen a levantar el cadáver" "¿El cajero en que viviá es aquel?" "Sí" "Allí sigue su botella oxidada. Vamos a verla. Tengo mucho curiosidad" "Los tornillos y las tuercas están oxidados y la carga hace tiempo que quedó a cero. El cristal del manómetro está reventado" "Con esto ha aguantado quince años" "Me la llevo. Tengo un amigo herrero"

"¿Puedes abrirnos esto?" "¿En qué sentido?" "A lo largo" "Tardo nada" "¿Qué tal?" "Teneis que explicarme cómo habéis conseguido meter un bosque de bonsais en el interior de la bala" "¿Qué?" "Robles, hierba, pinos y coscojas un bosque mediterráneo en miniatura"

lunes, 4 de junio de 2018

TELETIENDA

Cuando su madre le dijo que muchas de sus amigos compraban los objetos de  la teletienda, su vida dio un giro de ciento ochenta grados. Insomne, prolongaba sus veladas hasta bien avanzada la madrugada. Cuando terminaba la programación local se encandilaba con las promesas inverosímiles de los productos de la teletienda. Los cuchillos capacez de cortar acero sin perder ni un ápice de su mordida. Las herramientas que no deberían faltar en ninguna cocina para hacer cubos o rectangulos o hilachas la fruta,sandías o patatas. Mensajes directos incuestionables, pruebas de funcionamienteo imposibles de refutar. Y sonrisas un mundo de felicidad y seguridad que le llenaba la madrugada. Sonrisas y mensajes que se encadenaban siempre en el mismo orden. Y había gente que compraba aquellas cosas que le entretenían en la madrugada. No le sorprendió. Objetos de tanta utilidad, tan precisos y delicados que todo el mundo debería poseer en su casa. Pero la televisión accede a muchísima gente. Los programas nocturnos menos, pero a mucha gente. Qué ocurriría con los programs si todos los noctámbulos ocmenzaban a comprar. Y esos compradores lo comentaban con otros conocidos y amigos que les envidiarían por poseer esas joyas en sus cocinas y en sus hogares. Si la vent ae hacía masiva, no sería necesaria la publicidad. Para que publicitar un objeto que tienes agotado. Y si se acababa la publicidad se acababa el consuelo rutinario ritmico y ordenado de sus noches de insomnio. Vendrían otros objetos, sin lugar a dudas, algunso mejores y otros peores, pero distnintos, personajes distintops ,a mbientes distintos a los que el estaba tan habituado. Ya no podría adivinar el sonido de fondo o la primera imagen del siguiente esquetch, no sabría en uq formas perfectas, de precisión casi matemática quedaría descompuestas las piñas o las sandías, no sabría qué pruebas harían para demostrar que los cuchillos hienden el acero. La tranquilidad de la rutina eterna, imagnes que pasan e imageners que regresan incluso en la misma noche, en el mismo ritmo, sonidos que acompañaban su falta de sueño. Todo eso. Toda la paz que le había llevado al equilibrio en largas noches en vela corría el riesgo ahora de zozobrar por culpa del impulso de unos compradores compulsivos, unos caompradores queno serían asiduos, sino simples vulgares visitantes de la noche. No lo podía tolerar. Debía acabar ya con el impulso. Estaba perdiendo el tiempo. Pensó qué podía hacer par aislar los productos de los compradores. La conexión era siempre un número de telefono. Si conseguía mantener siempre los teléfonos ocupados, las ventas serían imposibles. Compró un ordenador potente. Estudió programas para infectar otros ordenadores que dirigiesesn llamadas a los teléfonos. Cada noche una hor antes y hasta una hora después, siempre cambiando de ip atacaba los servidores. Dudaba si su métiodo de evitar o mitigar las ventas estaba siendo eficaz. Lo estaba siendo. Lo comprobó cuando al finalizar el mes los anuncios de la teletienda fueron retirados de la cadena. Maldita sea se había excedido. Una cosa es vender todo y no poder anunciarte y otra muy distinta no vender nada. Se había quedado por su propia culpa sin distracción para su insomnio. Podía haber una solución. Tenía los teléfonos. Si llamba quiuzás aguno aun estaría operativo. Miró sus ahorros de toda la vida. Era un cantidad. Llamó a los teléfonos. Aun funcionaban. Hizo varios centenares de compras de los anuncios y las ahcía según el orden de aparición del anuncio antes que se decidiese su retirada. Se repusieron los anuncios. Había sido un éxito. En los soguiente días llegaron los centenares de objetos. Al principio los abrió. le hizo mucha ilusión tenre en sus manos lo que tanto había ansiado. Pero después vio los anuncios y se sentía decepcionado con la realidad. Dejó de ver la teletienda y se aficionó a los adivinos. Quien sabe si algún día no optaría por dormir por la noche.

viernes, 1 de junio de 2018

Hansel y Gretel

Gretel había caído enferma. La fiebre no cedía. La niña se consumían entre temblors y espamos. El color terroso, los ojos hundidos en las cuencas, la boca reseca llena de grietas con terribles espasmos cuando intentaba comer o beber algo. Se moría. Gastó sus ahorros en llamar al médico de la ciudad. La reconoció y ya desde la puerta atisbó en ella los rasgos de una niña muerta. No debía malgastar ni alimentos en un ser que carecía ya de futuro. Hansel estaba sentado en la puerta con su gorra aferrada entre las manos. Unas veces clavaba las uñas, otras la mordía. No podía siquiera imaginar la vida sin su hermana. La madre lanzó una jarra de madera al médico que se cubrió y salíó huyendo llamándola loca. Hansel intentó zancadillearlo, pero lo más que logró fue que se trastabillara, diera un traspiés y regresara para darle dos bastonazos en las costillas. Condolido entró a la única estancia de la casa, donde delante del hogar yacía su hermana. "Hansel tienes que correr al bosque" "Es de noche. Llueve y hace frío" "Lo sé, pero GRetel se va. NO tenemos otra oportunidad. Prométeme que harás lo que te pida" "Pero para el bosque prefiero ir de día" "Lo que necesitamos sólo lo puedes conseguir por la noche. Tienes que ir a las meseta de las piedras" "Ahí viven las brujas mamá" "¿Qué otro remedio me queda cuando la ciencia no me da más que un desahucio para el cuerpo de mi hija y los curas una extrema unción? Corre allí y llévales tres ingredientes, ortigas de la ribera de la ciénaga, muérdago de la poza de los muertos y vete para allá" GRetel corrió a la ribera y con cuidado cogió las ortigas, las que vio mas frescas y más grandes, algunas le rozaron las muñecas que le quemaban. Entró en la zona más oscura del bosque, escuchaba voces y aullidos en cada recodo, veía sombras detrás de cada árbol, llegó a la poza de los muertos, escaló el sauce caído que dejaba caer sus hojas en la poza de los muertos. Cogió dos ramas de aquel muérdago que , las echó a la faltriquera y locaizó entre las sombras la senda escondida de la  meseta de las piedras.´Cuando desapreció el bosque las sombras de las grandes piedras lo atenazaban. Sintió pasos a su espalda. Pezuñas. Miró atrás, una docena de brasas en la noche corrían detrás suyo. Aceleró aunque iba muy cansado, saltó de piedra en piedra aunque iba demasiado deprisa. Los lobos mantenían la distancia. Escaló el canchal húmedo del rocío. Cuando se detenía se helaba, temíaa que los lobos se le abalanzasen, pero  los lobos también se detenían: no tenían interés en cazarlo, por lo menos de momento. Sigue ascendiendo hasta llegar al filo de la medianoche a la meseta de las piedras. Detrás de una cresta en casi al fondo del valle la hoguera entorno a la cual las brujas celebraban incluso en la nieve del invierno sus aquelarres. Los lobos se detuvieron en la cima. Bajó con cuidado, el cansancio le volvía las piernas torpes. Por dos veces acabó con la espalda en el suelo. Llegó a las chozas. Se ocultó y contempló a aquellas mujeres decrépitas danzar entorno a la hoguera. Un enano deforme percutía con  un palo un cubo cubierto de piel de cabra. Dejó de golpear. Slencio. Solo el chisporoteo de las brasas. las brujas miraron a la piedra detrás de la cual se ocultaba Hansel. Hansel se asustó. "Haaaansel ven a bailar con nosotras. TE envía tu mamá. Vamos  a sanar a tu hermanita. ¿Has traído los tres ingredientes que nos faltan" "Se Se Señoras, mi madre me habló de tres ingredientes pero sólo me dijo dos, aquí traigo las ortigas" "Qué frescas. Muy bien elegidas" "El muérdago, pero del tercer ingrediente no sé nada" "Ja ja ja. Trae los tres ingredientes" "Sólo dos. Siento mi olvido o el de mi mamá" "Nadie ha olvidado nada, el tercer ingrediente eres tú" "Déjeme quiero irme" "TE ha enviado tu mamá y eres un niño muy obediente" Le taparon la boca , otra de los brujas cogió un cuchillo parecido a un kriss malayo, le cogió el pulgar de la mano derecha y de un corte limpio se lo seccionó de raíz. La bruja más vieja escupió en el suelo mientras en niño sangraba. Cogió el barro y se lo puso en la herida que dejó de sangrar. Con la sangre se fue el dolor. Hansel miró su mano, como si nunca hubiese estado el pulgar. Las brujas hervían el ungüento. Lo cataron y se mostraron satisfechas. Llenaron una botella y se lo entregaron a Hansel que lo cogió con la mano izquierda. Bajó por la senda escoltado por los lobos. Llegó a casa. Llamó a la puerta. Abrió su madre que le miró la mano con el dedo amputado y bajó la mirada al suelo. Llevó el recipiente con el ungüento a los labios de Gretel . Le incorporó la cabeza. con gesto de asco tragó y quedó dormida plácidamente. la fiebre desapareció. Hansel estaba cansado pero no tenía sueño. SE fue a la calle. Se sentó en el portal quiso coger su gorro con las dos manos pero pudo con sólo una. Quiso tirar del fieltro y solo pudo morderlo. Se le escapó una lágrima. Trató de buscar una razón a la pérdida de su dedo. Esperaba que su hermana sanara.