jueves, 29 de junio de 2017

LA GALERIA

Habían quedado en la séptima de la Arrixaca para realizar el TFM del máster. Hacer algo que no te interesa pero que haces para cargarte de unos puntos de los que todo el mundo se va a cargar es penoso. Eran casi las diez y media cuando salieron. Blanca estaba a medio camino de su coche. Muerta de hambre. Con sed. No pudo evitar que la imagen de unos tacos de pulpo se le plantase delante de los ojos. Miró el reloj. Once menos cuarto. Los bares de la galería del Hospital de la Arrixaca cierran a las once. Quizás en el restaurante Arrixaca les quedase algún trozo. En casa no le esperaba más que un frigorífico vacío. Volvió. Subió. Y el camarero hindú se le acercó " Buenas noches ¿qué quieres?" "¿Tenéis pulpo?" " Queda un poco" "Me lo pones, y una cerveza" "Estrella" "¿Alhambra?" "Sí" Le puso la tapa de pulpo, un remate generoso y la cerveza en una copa bien fría. Se sentó en la terraza y le supo a gloria. Saboreó cada trozo y cada sorbo. "Vamos a cerrar" "Ya he terminado" Blanca satisfecha se levantó. Recordó que la tirilla de los zuecos se le había roto por la mañana. Once menos cinco. Quizás la ortopedia estaría aun abierta. Entró en la galería. Miró a través de la luna de la ortopedia que estaba cerrada. Sólo horario matinal. Bueno. Habría sido fantástico resolver dos cosas tan a última hora. A su espalda escuchó un chasquido. La reja había golpeado contra el suelo. Corrió hacia la otra salida junto al Rodilla y la reja tambien estaba cerrada. Nadie quedaba en los bares. Las luces apagadas. Estaba encerrada. Sonrió al pensar en Ast en esa situación, diciendo todos los tacos conocidos, golpeando alguna pared antes de serenarse. Ella zen. Dio un par de vueltas buscando posibles alternativas. Nada. Todo estaba cerrado. Podía acercarse y gritar. Alguien pasaría. El móvil. Claro. Sin batería. Lo iba a cargar en el coche. Estuvo a punto de ser Ast, pero respiró.. REspiró y con la respiración y con un poco de hambre que aun le quedaba, le llegaron aromas a canela, a lima, a jenjibre y a cilantro. Alguna cocina. Volvíó a adentrarse en la galería. Hacia la ortopedia el olor  se hacía ligeramente más intenso. No era de la ortopedia. En esa zona no había restaurantes. Del hueco donde una vez hubo atracciones para niños. Venía del suelo. Sí Estaba encima de donde procedía el olor. En una de las pisadas una losa se movió. Se agachó, y en la oscuridad, con sus dedos muy finos de pianista encontró una ranura entre dos baldosas. Introdujo el índice, y como con un gancho alcanzó a levantar la losa. había un agujero del que procedía el olor que ahora se percibía con mucha nitidez. Había quedado encerrada. Qué perdía si exploraba aquella cavidad. Se sentó en el borde. Apoyó las manos y se dejó caer. La cavidad parecía estar engrasada como un tobogán , dio dos o tres giros y acabó de bruces en algo caliente. Escuchó un barrito. Abrió los ojos. Ahí abajo había luz. Luz de día y hacia mucho calor. Miró a sus pies y se encontró sentada en una piel rugosa grisácea y con cerdas: el cuello de un elefante.  "Hola señora. Soy el Mahout de este elefante. La estaba esperando" " ¿A mí?" "Sí Blanca del Val" "Tenemos una reserva suya de ayer" "Pero yo sólo me estuve informando. Bueno está bien" "¿No ha traído más ropas?" "Me iba a casa. He vuelto a tomar unos trozos de pulpo y  me he quedado encerrada" "Hable más despacio mi español no es muy bueno" "Es igual. REspondiendo a su pregunta no tengo más ropa. No tengo nada de equipaje" "No se preocupe. Lo teníamos previsto. Tenga este sari rojo. Me vuelvo y se lo pone. Si tiene alguna dificultad le puedo explicar" "Me las arreglaré" "Y después estos pendientes y pulseras" "Póngase estos zapatos. Le queda muy bien" "Gracias" "Esta ropa es muy elegante" "Vamos a una fiesta".
Avanzaron en silencio entre cañas que apenas le permitían otear en la distancia. A lo lejos vio un lago. Lo señaló y preguntó al Mahout "¿Vamos al lago?" "Sí señorita, al Palacio del Lago PIchola. Estamos en Udaipur. Uno de los lugares más hermosos de la India. Mire. Un tigre" "¿Estamos seguros?" "Ya tiene una presa. Ya hemos llegado. Esta barca la llevará al Palacio". El elefante se agachó y pudo bajar. Se embarcó. Atardecía. En el lago corría una leve brisa fresca. En el muelle de la isla había músicos tañendo las enormes guitarras  sitar, o las dulzainas con membrana de sonido con sordina nadaswaran que producían sonidos envolventes, reiterativos, que junto al sándalo, y otras hierbas invitaban al trance. Le ofrecieron una Brahma fresca. Sorbió. Y siguió avanzando por donde le indicaron. En el interior del palacio los invitados la agasajaron  y le ofrecieron un lugar del privilegio del concierto privado de un grupo español In.pulses, en gira mundial. Después una cena llena de especias, jugos de fruta, té y licores.  Risas. En los postres se acercó un camarero y le dijo al oido que el barco la esperaba. Se levantó. Todos la despidieron. La siguieron hasta el muelle. Desembarcó. El Mahout la esperaba. "Toma el sari" "Aquí tiene sus ropas" El viaje de regreso fue triste. Bajó de elefante al pie de la gruta. El cabo de una cuerda salía. Así pudo trepar. Empujó la losa y se encontró de nuevo en la galería de la Arrixaca. Amanecía. No había olores y no le pareció que la losa se moviese. Se acercó a la puerta donde el camarero hindú del Restaurante la Arrixaca la vio salir. "¿Quiere un café con leche y una tostada?" "No, Un te. Me encuentro muy empachada" El hombre agachó ligeramente la cabeza, alzó los ojos negros  y dijo con voz casi inaudible " Iba usted muy bonita con el sari"

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