martes, 15 de diciembre de 2020

LA SENDA (CUENTOS DE ANTOÑICO 5)

2025 "¿Me cuentras un cuento papi?" "Tienes ojitos de sueño. No sé si vas a aguantar" "Anda, cuéntamelo" "¿Inventado?""Sí me gustan mucho los inventados" "Veamos, veamos,ya está. Un papá mayor como yo fue con su hijito al monte, habían acordado hacer una excursión a los lagos.Pasarían dos noches fuera de casa" "En tienda de campaña" "No,como era verano tenían previsto hacer un vivaq con ramas secas debajo de los árboles" "Me gusta" "Claro es muy divertido. Su vecino del segundo les escuchó hacer los planes y como tenía un hijo de la misma edad , decidieron hacer juntos la excursión. Cuando llegaron a la falda de la montaña" "¿Las montañas llevan falda?" "No, las montañas no llevan falda ni pantalones, la falda es la parte de abajo de la montaña. Se reunieron y los dos padres miraron a lo alto. El día prometía, un día claro y cálido. El padre más joven señaló un camino que comenzaba asfaltado. El padre mayor, señaló el camino que a su vez le enseñó su padre, casi perdido entre las plantas. Aunque lo intentaron, no llegaron a un acuerdo, el joven decidió ir por un camino que consideraba más seguro y con suerte podían ahorrar un día en el ascenso. El padre casi anciano no tenía prisa, no le importaba tardar dos días en el ascenso, sabía que la cima con sus lagos merecían el esfurzo. Decidieron separarse. Los niños lamentaron no ir juntos, y cada uno de ellos quería acompañar al otro. La senda estaba casi borrada. La coscoja en algunas zonas se había adueñado del recorrido. El niño se quejaba de que las ramas, las espinas le estaban hiriendo las piernas. Su padre primero calló, pero después se dio la vuelta, se agachó y le curó los rozaduras. Le dijo que estuviese tranquilo , que no tenían importancia.Siguieron, y el niño se estaba cansando, el camino le entretenía, pero avanzaban con mucha dificultad. Desde arriba, su amigo comenzó a gritarle y le mostró el cobijo del vivak que ya habían montado. Cuando llegaron ya habían comido y estaban descansados. Se ofrecieron a ayudarles a montar el cobijo, pero rehusaron, querían hacerlo por si mismos. El niño estaba mosqueado por las burlas mientras el padre sonreía. El padre del otro chico le invitó a seguirles al día siguiente el terreno estaba muy empinado y escarpado, y la senda antigua había casi desaparecido por un desprendimiento que la había cubierto de maleza. No iban a cambiar de planes, seguirían la senda antigua. Al día siguiente salió cada pareja por su camino. El padre joven avanzaba grandes zancadas que le resultaba difícil de seguir a su hijo. El casi anciano caminaba a pasos pequeños y seguros en un recorrido que casi se perdía. Cuando hicieron una parada el chiquillo se levantó gritando. Pataleó y se señaló la pantorrilla, decenas de gusanos blancos le lamían los arañazos del día anterior. Su padre le instó a la calma. Se remangó la pata del pantalón y le mostró entre los pelos de sus piernas gusanos bullendo.No pasa nada. Hacen cosquillas. Todo tiene su sentido. Descansa. No pasará nada. Llegaron al lugar del nuevo cobijo exhaustos. De nuevo sus vecinos se jactaron de lo fresca que habían pasado la siestaa y lo reposados que estaban. No les dejaron terminar la oferta de ayuda, lo harían solos no porque desconfiasen sino porque les apetecía. Por la mañana el padre joven les trajo café y les obsequió con unas galletas que dijo les harían falta con una cierta sorna. El padre anciano se acarició la barba blanca y sonrió. Empezaron el ascenso, esta vez sobre rocas, ni arañazos de maleza ni gusanos. El trayecto era más corto, A media mañana podrían sentarse a descansar y contemplar los lagos que reflejaban las montañas. Por la senda de tierra y grava sus vecinos ascendían a buen ritmo a un trote ligero mientras ellos caminaban despacio cuidando que no les quedase un pie atrapado entre los enormes cantos. Según se acercaban veían a sus vecinos darse manotazos. Llegaron, el padre cogió agua de un manatial que surgía entre dos rocas, se la dio a probar a su hijo. Sus vecinos saltaban de un modo extraño y se daban manotazos.Se les acercaron y dijeron que bajaban , que el lugar estaba terriblemente lleno de mosquitos y les picaba todo. El niño le dijo a su padre que era raro, que ellos no habían notado nada. El padre sonrió. Tendió el mantel y empezó a poner el almuerzo. El niño le preguntó el motivo de su risa. Ni un mosquito mientras los otros galopaban hacia la base de la montaña. Le explicó que los roces que se hicieron en la senda tan estrecha, brotaron la sangre que atrajo a los gusanos que impregnaban su sangre de una sustancia que espantaba a las nubes de mosquitos que proliferaban en esa época en los lagos. Se tumbaron en el mantel , compartieron el almuerzo y contemplaron el espectaculo de los lagos con toda tranquilidad. Y es que a veces los caminos con espinas son el camino más recto para disfrutar de la belleza" "Buenas noches" "Buenas noches"

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