viernes, 16 de febrero de 2018

EL GRANO DE ARENA

"Señores telespectadores, estamos en el Hospital La Paz en el servicio de oncología pediátrica. Les vamos a contar un caso estremecedor, no sólo por la enfermedad, como comprenderán estamos en un servicio de oncología sino por la condición de nuestro protagonista.Un niño que ingresó en este servicio a los cinco días de su nacimiento, y hoy con ocho año sigue aquí. Su enfermedad está estable según nos cuentan los médicos, con algunas idas y venidas, pero estable. Juanito en un hospital de Madrid no conoce el mar. Un momento, diez segundos, una llamada. Un hostelero de La Manga financia la visita para que Juanito pueda ver el mar"

Juanito tiene la piel blanca casi transparente. Es octubre. UN día nublado de levante. Unos kilómetros antes el olor a salitre le hace abrir de par en par las fosas nasales. Los ojos redondos sin cejas. El cámara que filma cada detalle. Aparcan en el puerto. A la derecha la playa. El locutor le ofrece un cubo, una pala y un rastrillo demasiado grandes. Juanito lo mira. Lo deja en el suelo. Frunce los labios. Los pulmones henchidos del aire del mar. Su madre temiendo que la emoción lo sincope. Las piernas secas con rodillas nudosas tiemblan. No hace frío. Juanito casi no puede hablar después de una de las recaídas. Balbucea.Mira alrededor dando saltos nerviosos. Tenso. La boca se abre y se cierra como la de un pez. El mar le dice el cámara. El mar está ahí. Las olas Juanito. Lo coge en brazos y se lo muestra. El niño protesta y casi cae al suelo. Señala la arena hacia el norte. Salta cada vez más de prisa y grita. Farfulla y mira a su madre que lo abraza. Le grita que esté tranquilo. Que se tranquilice o tendrá de nuevo convulsiones y las convulsiones sabe que siempre anticipan recaídas.
 El niño sigue señalando al norte y grita. Trata de articular palabras que antes olvidó. Sacude la cabeza porque nadie le hace caso. SE agita y se libera. Y corre sobre la arena oscilante inseguro, pero flotando sobre la arena planeando en su poco peso. Sacude las manos y espanta las gaviotas. Y sigue corriendo. Los mayores lo persiguen pero no consiguen alcanzarlo. Juanito que te vas a hacer daño. Juanito para. Y Juanito corre, cojea, también se cae , se arrastra y se levanta. mira atrás y señala hacia delante el punto que sin duda es su destino. Está determinado. Por fin se detiene. No mira el mar. Mira atrás y sonríe. Señala el suelo. Se acuclilla. Acerca un dedo al suelo. Lo levanta erecto. LO gira y se lo pone delante de la nariz. Sonríe de nuevo. Enarca las cejas calvas. Los ojos vizquean. Una carcajada, El dedo siempre erguido. Regresa renqueante. Ríe. Admira su dedo. Desde lejos los mayores no ven nada. Le preguntan al cámara que qué ve con su teleobjetivo, les dice que nada. Algo muy pequeño en el dedo. Sospecha que una hormiga pero no lo puede asegurar. Se acerca. Se acercan a él. Su madre lo va a abrazar y el la aparta. Le pregunta qué es lo que está viendo. Se lo muestra. Ella le dice que no ve nada. Le insiste y señala. Se acerca el cámara con su objetivo. El dedo del niño toma el tamaño de un melón. En el centro, entre dos surcos de su huella dactilar un grano de arena verde brillante perfectamente esférico. Aun aumenta más . El melón es ahora el grano. Es una imagen muy hermosa. Un minúsculo punto verde esmeralda. Realmente hermoso, seguramente el grano de arena más hermoso de toda la playa. el niño se da la vuelta. Se sube a la ambulancia, quiere volver a la única casa que ha conocido, el hospital. Le enseñará a su enfermera favorita el grano de arena más hermoso del mundo

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