sábado, 21 de noviembre de 2020

EL DUENDE ( cuentos de antoñico) (2)

Más de un año. Un año turbulento. Horarios rígidos de estudio. Rotuladores y anotaciones. SAcrificio. Satisfacción por el deber cumplido. Pendiente de resultdos definitivos, pero con la seguridad de un buen resultado. Era el momento de retomar la guitarra. La flamenca. La última y la que menos había manejado. Le apetecía expresar tantas emociones reprimidas con la música. Transmitir con los dedos la carga de meses, de noticias desventuradas, de limitaciones de desplazamientos, de contención de emociones, pero eso había terminado. Abrazó el mástil de la guitarra. Lo acarició suave con un paño. Tocó las cuerdas y ajustó las clavijas. Ni siquiera el entusiasmo por tocar le hizo romper las rutinas casi religiosas de su disfrute. La misma silla de estudio, pero ahora con su guitarra de diestro apoyada en el muslo de un zurdo. Y hoy tenía otro espectador. Un espectador muy deseado. Un hermano tardío con el que las circunstancias sólo le permitían un contacto intermitente. Dentro de poco haría un año, por primera vez lo tenía en su habitación."Antoñico te voy a tocar temas de El Duende Flamenco de Paco de Lucía. A mí me gusta mucho. Seguro que a ti tambien te va a gustar" Antoñico estaba sentado en un tapiz de colores, jugando con un círculo tapizado que al agitarse hacía el ruido de un sonajero."Te gusta la guitarra". Antoñico, no sabía si por casualidad, asintió. Nacho sujetó el mastil,revisó de nuevo la afinación con las clavijas, echó la cabeza ligeramente hacia atrás, el caracolillo de su flequillo se agitó y su dedos tomaron vida sobre el mástil y la caja. Antoñico miraba embobado con una vela transparente colgandole de la nariz.En una nota se trabó y Antoñico protestó y pidió más." Espera. Llevo tiempo sin tocar se me ha ido una nota. Empiezo de nuevo". El pequeño no paraba de asentir. Comenzó la música de nuevo. En un momento, Nacho, que estaba muy pendiente de su hermano vio que el niño miraba hacia el lado. Seguía algo lento con la mirada. Primero absorto y después sonriente. Se puso a gatas y despacio se desplazó a su derecha. Se detuvo y con el dedo señaló un punto y sonreía. Se acostó en el suelo de lado. DEjó la mano abierta, miraba la palama mullida y sonreía. De vez en cuando miraba a Nacho invitándole a su vez a mirar. Nacho paró y el niño gruñó. Comenzó de nuevo a tocar.Concentrado, a Nacho le pareció escuchar con nitidez el ritmo de las palmas. Antoñico palmoteaba desacompasado y miraba a su derecha y sonreía. Sentado agitaba el pañal levantando el culo a pequeños saltos.Volvió a gatear. Extendió la mano y con mucho cuidado cogió algo. Se sentó y lo miró con el labio inferior un poco pronunciado. La música seguía.Antoñico se miraba la palma absorto y sonreía. Miraba hacia arriba a su hermano concentrado en el ritmo de las palmas."Ya está Antoñico. ¿Vamos a dar un paseo?" Antoñico se miró la mano vacía. Miró a los lados. gateó en circulo como los gatos. " ¿Qué buscas antoñico?" Nacho se echó al suelo y le sonreía. Antoñico le extendió las manos a la cara. y sonrió, con la sonrisa cálida de los niños que sienten el afecto de quienes los aman. Nacho lo tomó, lo puso en el carro y lo sacó a pasear con Andrea. Hacía buen tiempo. Los bares ya abrían con normalidad. Hasta su incoporporación al trabajo estaba de vacaciones. Salió a tomar el aperitivo."Di adiós Antoñico" "Antoñico se asomó al lateral del carro, miró atrás a la habitación y se despidió del duende del flamenco que ya desaparecía con los ecos de la música de Paco de Lucía que su hermano había interpretado.

No hay comentarios: