miércoles, 4 de noviembre de 2020

UNICORNIOS SALVAJES

"Cuéntame un cuento papi""¿quieres un cuento inventado o prefieres que lo leamos juntos antes que te duermas""Leer""Cojo este libro tan bonito" "Eze no. Quiedo eze" "Je je chiquitín. Eso no es un libro. Mira,es una libreta, todas sus hojas son blancas, ni siquiera tiene renglones o cuadrículas" "Ala. Mira" "¿Qué ves hijo? Yo no veo nada" "Mida como corren loz caballitoz con cuedno" "No consigo verlo" "Papi. No te fijaz, tienez que preztar mas atención. Mida" Enarcó las cejas.Puso un rostro muy enfadado y sus facciones se relajaron en una sorisa. ¨"Mida. El que maz me guzta ez el vedde" No veía nada, pero le siguió la corriente, no lo quería decepcionar, dudaba qué sería mejor, si decir la verdad, que no veía nada, con la decepción, o seguirle el juego de sus alucinaciones infantiles. Prefirió seguir, cuando menos resultaría más entretenido, y su hijo era feliz ensoñando "Y¿Por qué te gusta el verde? Es un color muy raro para un caballo""Papi, hay muchoz caballitoz con cuedno veddes,incluso con lunades rozas. Pedo z antez me haz dito que loz veiaz" "sí, si los he visto, pero no he podido localizar tantos verdes. Es tarde. Ahora toca dormir" "Pedo no tengo zueño"" Puedes contar los caballitos verdes con cuernoz" "Ezo ez muy abudido. uno, doz, trrez.." La mejilla blanda de apoyó sobre la almohada. La boca entreabierta por una nariz llena de mocos. El padre le extendió la mano al torso. Le gustaba sentir el frémito del latido de su corazón. Ese cosquilleo de vida de su pequeño, su calidez, su tacto aterciopelado. Le acariciaba las manos, los dedos uno a uno, le comprimía, poco, los pulpejos y se deslizaba por las sábanas , bajo el edredón, para salir de la cama sin que el movimiento turbara el primer sueño ligero de su hijo. Hacía fresco en la habitación. Un fresco agradable para dormir abrigado. el cuaderno se había quedado en el suelo. Lo cogió. Iba a dejarlo en la mesilla, pero prefirió llevárselo. El fresco lo había despejado. En su cuarto se sentó en la butaca. Miró el libro. Lo abrió y empezó a pasar una hoja tras otra. Blanco. Todo blanco salvo los bordes que tenian rastro de la manipulación con unas manos húmedas. Unicornios, su hijo veía recuas de unicornios de colores donde no había nada. Hojas en blanco. Qué inocencia, pero...Y si los hubiese visto de verdad, no sólo en una imaginación de casi recién nacido. Y si por la falta de fe de los adultos no había prestdo atención suficiente a aquellas hermosas escenas de juegos que su hijo le había descrito. REcordó esas figuras desvaídas en rayas o puntos que ´solo mirando muy fijas salen de la imagen informe . Dejó una luz tibia. Abrió el cuaderno por su primera página donde su hijo había hecho sus hallazgos. Frunció el ceño como lo había hecho el pequeño y varió lentamente el punto de enfoque varias veces, primero rápido y luego lento. Cuando lo hizo lento y lo alejó la superficie del cuaderno se movió, o sintió como si se moviese como una onda que avanzase de forma centrífuga. las ondas se ordenaron y comenzó a ver imagenes. Praderas de hierba azul. Arociris en blanco y negro. Unicornios salvajes con crines doradas. Y un cielo rosa y el agua amarilla y a derecha e izquierda nuevas criaturas. En el centro un pequeño unicornio verde. Extendió la mano que atravesó la superficie del libro. Tocó sus crines, estaba seguro de no haber tocado nunca algo tan suave. Intentó sacarlo. Sería una mascota de lo más exotico para su hijo. Cuando intentó sacarlo el paisaje se cerró. Se encontró hojeando las hojas de un cuaderno que no había sido escrito. Su pareja lo llamó a dormir. Se levantó, dejó el cuaderno en la mesa, pero antes de abandonarlo le puso un vazo encima de la caja para que no hubiese escapes.

No hay comentarios: