viernes, 13 de noviembre de 2020

AZULES Y VIOLETAS

Las olas siempre repiten las mismas canciones cuando el mar está casi en calma al atardecer. Un noviembre cálido. La cena en el fuego. Después de trotar, por la tarde, a la hora de la puesta de sol, igual que en las guardias los ánimos bajan, la energía se deposita en las partes más bajas de tu cuerpo, los ojos pierden turgencia y se esconden como anémonas detrás de los párpados. Algún bostezo y silencio. Silencio curativo que invita a navegar en los recovecos de un cerebro últimamente muy atribulado.El mar. Sonidos suaves de ondas más que olas.Garzas,garcetas y flamencos.Con la excusa de comprar, sales ya anocheciendo. Una chaqueta ligera para que el sudor no se enfríe sobre tu piel. El mar en calma con ondas lentas que llegan a la orilla pesadas como plomo fundido, un mar grisáceo sobre un cielo violeta que paso a paso se vuelve gris.El sol se fue, solo queda su reflejo. Las islas al fondo. La Manga y los destellos del faro de Cabo de Palos. Escucho el ir y venir de las aguas. El mar me habla, pero por mucho que su silabeo me atrae no consigo escuchar palabras y menos frases. Quietud, sosiego pero silencio. Acompaña pensamientos pero no conversa.Un cierto enfado. Te gustaría ser correspondido. Una conversación siquiera sea inventada o inverosímil, o cuando asientes en una conversación en un idimoa que dominas algo menos que a medias. Anochece. Has hecho la compra. Regresas. Oscuro. Un paseo olvidado de invierno. El mar adormecido más calmado que cuando fuiste. Te sientas en el poyo y miras las olas. idénticas las unas a las otras ondas pequeñas se deslizan lentas. En flamenco te distrae con su pataleo del fondo.Vuelves a mirar las olas y en los valles aparecen reflejos que tienen un efecto hipnótico, un sopor. Parpadeas. Cada ola arrastra una imagen que se ondula sobre su lomo. Imágenes fijas y otras móviles unas de hace unos minutos, algunas ni las recuerdas, otras de hace meses o hace años en un orden caótico como un collage o una caleidoscopio. NO te da tiempo a sonreír ni a la tristeza. Ahora nuevas fotografias distintas,te ves mayor, las imagenes llegan a la orilla, varias imágenes de una misma escena. El mar te está mostrando tu futuro. ¿Y si el futuro estuviese escrito y sólo estuviesemos interpretando un guíon, un drama de un final desconocido pero establecido. Cada vez se acercan más a la orilla. El futuro a dos palmos. Bajas a la arena, extiendes la mano, rozas el agua, la imagen desaparece y el mar se silencia. El flamenco te mira, zapatea. La función ha terminado. Sales de la arena. REtomas el paseo, lentamente con las manos en los bolsillos repletos de melancolía por la alegría y por la tristeza del ayer. Pasado. Caminas. El paseo te ha aportado energía. NO has visto el futuro. El mar lo ha silenciado, no ha querido desvelarte el secreto o el futuro no está escrito. Dejas la impronta de las huellas en la arena. Caminas en línea recta, con tu ideas y principios, como ayer y anteayer, si tienes que rectificar lo harás. Miras atrás. Los azules y violetas has desapecido con la llegada de la oscuridad. El ambiente es muy húmedo. Esta noche habrá niebla. La cena está en el fuego. Te viene la imagen de una mano de cartas. ¡De qué vivencia te descartarías?. Dudas. De ninguno. Los quieres todos, los buenos y los malos porque sabes que con el tiempo, el tiempo que te quede, que eso nadie lo sabe,ni lo bueno ni lo malo som siempre así, con el tiempo se suavizan o se mudan. Y eso es vivir. Y vivir te gusta mucho.

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