miércoles, 5 de septiembre de 2018

MARCOS

Marcos fue uno de los cuatro evangelistas. Pero no es de él de quien trata esta historia.
Una casa antigua de dos plantas en medio del bosque.Un tejado a dos aguas de pizarra. Un porche que nunca nadie usó colgado sobre la fachada principal de la finca. La hierba ha invadido el jardín. No se reconoce la senda de piedras que como las manchas de una jirafa jalonaba el jardín desde la puerta hasta la sala de juegos. El columpio está oxidado. Una de las cadenas en el suelo. El manzano se ha secado. En el lugar de la higuera decenas de esquejes que compiten por la luz. Es un otoño temprano. Ha llovido los días anteriores. en las umbrías crecen las primeras setas. No ha metido el coche en la cochera. Ha preferido dejarlo en el rellano de delante de la casa. Unos cuatro metros que camina hundiendo en el suelo hojas secas mojadas.Las hojas se pegan a las suelas de sus  zapatos. Gira la puerta del jardín mientras mira la puerta principal en el porche. Nunca la han forzado. Se detiene en el porche. Mira de arriba abajo. Turbulencias en la parte alta de su vientre. Algo parecido a una náusea pero más leve más cercano al pavor que a la indigestión. En realidad no hace tanto tiempo. sube los tres peldaños evitando la losa que se movía. Se lleva la mano al bolsillo tanteando en busca de la llave. No está. La ha olvidado. El viaje ha sido en balde. Casi lo prefiere. Al girar El fondo del bolsillo tintinea. Vuelve a meter la mano. Está donde había estado siempre. Una vuelta de misterio. la llave a la cerradura. El giro. La puerta chirría como ya lo hacía. Abre la puerta. Sale una vaharada de humedad. Un abrazo de una casa que ya no palpita. Silencio. Fuera de algunos ruidos de dilatación de traviesas de muebles. Silencio vacío. Frío. No un silencio lleno cuando llegaba de madrugada procurando no interrumpir el sueño de sus moradores. Telarañas. En las esquinas cacas de ratón. Da al interruptor de la luz. No hay luz.pasa a la derecha al comedor. Sube la persiana que se atasca a la mitad. Abre la ventana que deja entrar la luz del final de una tarde nublada. Luz mortecina tamizada por nubes grises. Cuando se junten la tarde y la noche lloverá. Puede olerlo. Vendrá un viento húmedo suave heraldo de la lluvia y lloverá. Se sentará en el porche y olerá la lluvia en su jardín descuidado. El olor de la lluvia, la humedad, el tomillo y el espliego. Pronto. Pero de momento la luz ha llegado al salón. Hoy dormirá en el sofá. Aprovechará la hora de luz para poner un poco de orden. Adecentar su entorno más cercano. El sofá de piel. La butaca. Se tumba y lo siente como lo sentía. El abrazo no ha cambiado. Como sentir el vientre de un gato. A punto de dormirse. Casi se duerme. Está cansado de un viaje largo. La pared de enfrente. el televisor se lo llevaron, pero los cuadros, los retratos y las fotos de distintos tamaños y colores no están. Lo mismo ocurre con los portarretratos de la mesa del rincón. sólo quedan los marcos, cada uno en su lugar, huecos transparentes a la pared o el fondo de la habitación. Marcos vacíos. Todos. Fotos. Cuadros. REtratos. Escenas recuerdos. Imágenes suspendidas en tiempos vividos. No están. Al fondo la pared. O el espacio vació del salón. Se levanta. Está oscureciendo. Recorre el pasillo , A un lado y otro marcos vacíos. En las habitaciones. Los portarretratos también huérfanos en su lugar. Baja corriendo la escalera. Se trastabilla y cae. se conduele. Sale de la casa. Ha empezado a llover. Al otro lado del jardín un cobertizo que se usaba de trastero. Un relámpago ilumina la escena que pasa del plomo al blanco. Abre el trastero. En la esquina una caja de plástico. El tejado de madera aguanta el chaparrón que crepita sobre su cabeza. Ahí esta. Le quita un par de enseres que tiene encima. La abre. Una caja de galletas de mantequilla de hojalata. Dos montones enlazados con una goma. NO llega a quitar la goma. papel de fotografía vacío. papeles en blanco. No desvaídos por el desgaste de los colores o el blanco y negro. Las antiguas mantienen sus grietas, sus mellas en las esquinas pero sin imágenes. Ninguna. papeles blancos. Las introduce en la caja. Cierra la tapadera de hojalata. Cierra la tapadera de plástico. Sale del cobertizo y lo cierra. El chaparrón ha sido corto pero al caminar chapotea en los charcos. Sube los escalones Se descalza. Vuelve a mirar los marcos. Entra en el salón. Cierra la persiana. Deshace el camino. Cierra la puerta. Se calza. Regresa al coche y sin mirar atrás se marcha. En el pueblo hay un hotel. No sabe si tiene ganas de quedarse.

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