miércoles, 25 de julio de 2012

LA PESCADILLA PREÑADA


La bacaladilla es un pez voraz. En la pescadería, si lo deseas, te la limpian. Prefiero limpiarlas yo. Es un poco engorroso pero me gusta tocar la comida que voy a preparar. Con unas tijeras de pescado se hace una incisión en la zona de la cloaca. Se corta longitudinalmente hasta las agallas. Después se corta la raspa a la altura de la cabeza y con la cabeza se vienen todas las vísceras. A veces en el estómago encuentras pececillos enteros o calamares muy grandes para el tamaño total del pez.

Esta mañana en la pescadería la bacaladilla estaba fresquísima. “Recién pescada”. Algo más de medio kilo para rebozarlo a la andaluza ( con limón y harina). En uno da ellas al desprender todos los restos he visto que el buche estaba ocupado. Una fina membrana se ceñía sobre lo que parecía un calamar. Lo he puesto en el papel de estraza. No conseguía identificar de qué se trataba. He desgarrado la membrana y el pez ha comenzado a agitarse. Seguía con vida. Me he puesto las gafas y he distinguido un hombrecito de unos  cinco centímetros de altura vestido como una figura de Belén. “Hola” Se ha tapado los oídos porque mi voz le resultaba un estruendo. Le he visto mover la boca. No le entendía. He cogido el micrófono de Hanna Montana de mi hija , lo he enchufado al amplificador y se lo he puesto “Hola. ¿Cómo te llamas?” “Oh Yahvé ten piedad de mí” “No me llamo Yahvé. Me llamo Antonio. Creo que te has equivocado. ¿Quién eres tú?” “Jonás. Alguien de tu tamaño sólo puede ser Yahvé” “Te aseguro que no. ¿Qué hacías dentro de la barriga de este pez?” “Me ha comido. Hui por mar sin cumplir las órdenes de salvación de Nínive que Dios me encomendaba y el señor envió una tormenta que amenazaba con hacer zozobrar el barco. El resto de tripulantes, algunos mis amigos ante el temor al naufragio y a una muerte segura me arrojaron en sacrificio al mar” “Entonces tú eres el famoso Jonás al que se tragó un mero. Pues sí que andan las cosas mal en el cielo” “No te entiendo gigante” “Hombre de un mero a una bacaladilla” “Es que los mares están muy esquilmados” “¿Y llevabas mucho tiempo ahí?” “Justo hoy hace tres días” “ Se supone que Dios decidió darte otra oportunidad y el pez te devolvió a tierra” “Y lo ha hecho” “Sí pero la bacaladilla me la comeré mañana, y a ti te he visto por los pelos. Podías haber acabado en la basura, tú un profeta” “Imposible. Los designios del señor son inescrutables e infalibles” “Tengo mis dudas. Además. Nínive ya ni existe. ¿Adónde se dirige un  microprofeta como tú” “Los profetas siempre tenemos trabajo. Ayudamos a las personas y a los pueblos a su salvación” “Entonces quizás has llegado al sitio justo” “¿El demonio os amenaza?” “No es el demonio. Hemos tenido mala experiencia con algunos profetas” “¿Quiénes?” “Los economistas que no dan una” “No les conozco” “ Es que no son clásicos precisamente” “¿Y en qué puedo yo guiado por Dios ayudar?” “Necesitamos que baje la prima de riesgo” “¿Eso qué es?” “Estás muy poco actualizado. El interés que se paga por la deuda de un país en relación a Alemania que se considera muy solvente” “Tú también debes ser un profeta porque no entiendo nada de ese idioma en el que me hablas” “No si yo tampoco lo entiendo, pero el dichoso asunto nos lleva de culo” “El interés es usura. ¿Quién decide lo de la prima de riesgo?” “Banqueros y agencias de rating” “Puedo predicar para convertirlos, y así ver si la prima baja, y si no Dios los destruirá” “No sé si va a ser muy eficaz, además en el antiguo testamento tú te mosqueaste  mucho porque Dios no castigó finalmente a Nínive, para castigarlos Dios podía haber mandado a Moisés” “Pero se arrepintieron” “Sí pero estos banqueros son algo más duros que los Niniveos” “Entonces no sé qué hago aquí. Tú no eres Yahvé y no atiendes a mis prédicas” “Yo sólo he ido a la pescadería” “Déjame marchar. En nombre de Dios te lo ordeno” “¿Quieres que te baje a la playa?” “Quizás Dios me ilumine”.

Lo dejé en la orilla de la playa, en el Mar Menor. Se puso de rodillas. Encaró el sol con los ojos cerrados. Un mújol enorme saltó y lo devoró. Me pareció que el sol se oscurecía unos grados pero no lo puedo asegurar.

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