lunes, 29 de octubre de 2018

MATRIZ

"Los tíos tenías que quedaros preñaos" "Eso no es posible" "Así os sentiríais como nos sentimos nosotras" "Ya quisiera yo" "Ya quisieras tú. Ya quisieras tú" "Ojalá pudiera sentir a mi hijo junto a mí como tú lo sientes" "Ojalá pudieras hacerlo. Ojalá". Por la noche, en el lecho, se sintió raro. Ya antes de acostarse, mientras ella dormía, tuvo la necesidad compulsiva de vestir el neopreno ligero. Le dolía todo. Pensaba que estaba incubando algo, le dolía cada uno de los huesos. Preocupado por no contagiar a su mujer embarazada, se destapó, se acercó al borde de la cama, pero no consiguió incorporarse, ni siquiera consiguió mantener la manta levantada. No tenía fuerzas. Se miró las manos. Las apretó y con una consiguió hacer una bola de la otra y comprimirla hasta donde pudo con unas manos que parecían deshuesadas. Los brazos, las piernas y las costillas. Podía palpar el corazón como si solo hubiese piel. Se formaron arrugas en su piel, las extremidades se replegaron en el tronco como las de las tortugas. Cada plegadura suponía dolor. Y se plegó muchas muchas veces. Su tamaño se reducía, se aplastaba sobre sí mismo, pero su organismo seguía funcionando. Reptó, ruló por la cama mientras se reducía al tamaño de un supositorio. Se movió con la necesidad de llegar a un destino. Una vagina que le pareció enorme. El cuello de un útero entreabierto. Se coló fácilmente dada la flexibilidad que había alcanzado. A su espalda cerró con moco el punto por donde había entrado y reconoció a su lado el bulto apenas forme que era su hijo. Desplegó un dedo y lo intentó acariciar, pero una contracción inoportuna de la matriz lo desplazó hacia una esquina, quedó encajado en la abertura de una trompa. Reptó y se soltó y volvió a acariciar a su futuro bebé. Por la mañana, su mujer lo echó de menos. Palpó. La oyó llamarlo. Correr por toda la casa pronunciando su nombre y quedar desfallecida llorando al sentirse abandonada dos días. No había estado bien. NO le había dejado ni una nota, pero él no había elegido ese destino de escoltar el crecimiento de su hijo en ciernes. Aun no se reconocía el sexo del feto, pero él esperaba que fuese un niño. La mujer denunció su desaparición. Agradeció que a los desaparecidos no los diesen por muertos hasta unos años después. Al darse cuenta de la desaparición del neopreno, dragaron varios pantanos y vigilaron las playas sin éxito. Su bebé crecía. Su mujer que se creía viuda o abandonada. Volvió a ir al ginecólogo. Le notó la cara rara. Le preguntó qué pasaba. Le dijo que había una cosa rara junto al bebé. Nunca había visto nada similar. Tendrían que hacer una amniocentesis por si había algún problema. El se alarmó. Seguro que intentaban ensartarlo con una de esas agujas. Era él. Acaso no lo reconocía. Claro que tan plegado no le extrañaba. El obstetra localizó el corazón del bebé y mostró en la pantalla lo activo de los latidos de un feto muy sano. En dos días le harían la amniocentesis. Tenía dos días para pensar como manifestarse. El médico pensaría que él era un tumor intrauterino, ya estarían pensando en extirparlo. El niño crecía, lo suficiente para invitarlo a chupar un poquito del cordón para alimentarse. Dos días. En un dobladillo del neopreno, encontró una chuleta de morse. Eso había sido muy oportuno. A los dos días cuando volvieron al obstetra percibió en el pulso acelerado de su mujer que le iban a pinchar. Notó la vibración del ecógrafo y comenzó a golpear el útero con un esbozo de su pierna con un SOS. En el exterior el obstetra parecía sorprendido con esos ruidos tan extraños en un tumor de útero. Se trataría de un soplos en un tumor vascular, pero la auxiliar metió los pulsos. a un app que traducía morse."Doctor. Ese ruido es un SOS. Lo repite continuamente" Cuando se supo escuchado se prodigó en palabras. "Doctor, dice que es el padre del bebé que está ahi para cuidar a su feto" "No se burle de mi" "No me burlo. Mire" "Qué pasa doctor" "Hay una señal de morse que dice que es su marido el que está ahí" "La verdad es que desapareció el otro día y no lo hemos encontrado" "Dice que es el que no se preocupe que está muy bien" "Qué alegría, pero ya me explicarás como has llegado ahí" "No me ibas a creer" " Señor ¿Cómo se llama?" "Mi marido se llama Paco" "Paco hágase a la derecha que estoy tratando de ver el sexo del feto" "Dice que no se moleste que tiene un par de güevos y un pinganillo" "Dígale entonces que intente sonreír hacia la luz que les voy a hacer una foto 4 D a los dos" "Dice que en realidad no sabe donde tiene la cara" "Han salido muy guapos. Como se parecen" "Sí señora". Cuando al final del embarazo la dinámica era buena, él mismo empujó el tapón de moco y rompió la bolsa amniótica desde dentro y cuando la dilatación era de apenas dos centímetros, una bola cubierta de neopreno cayó al suelo, y Paco se desplegó hasta alcanzar su tamaño habitual, y justo en el momento del parto, aún con el neopreno empapado de líquido amniótico se volvió a reunir con su hijo con el que siguió muy unido.

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