sábado, 18 de agosto de 2018

EARLY MORNING

Reposta tu vehículo y repostas tú. Gasoil. Media de tomate con aceite y un café con leche. Gracias. Primero  tú. Primer café de la mañana. Aun no te has despertado. En vaso largo. Dos sobres de azúcar. Niguna sacarina. Te halaga. Has tomado tiempo para desayunar antes de llegar al trabajo, pero han sido muy ágiles. Su agilidad te ha sorprendido. Te han regalado unos minutos del tiempo que has madrugado. Podrías haber dormido un poco más. Eso ya no es posible. Llegar quice minutos antes a tu sitio de trabajo no tiene ningún sentido. Ni será un mérito, ni una satisfacción ni podrás adelantar trabajo alguno. Te han regalado un segmento de tiempo enconrsetado en el ahora que no vas a poder aprovechar. El café amargo pero aromático y untuoso un café bueno sin canela, sin chocolate y sin demasiada crema. Te despeja. Quizás con el café y el sabor dulce sazonado con granos de sal de la tostada se le ocurra algo para rellenar el tiempo vacío que le sobra. Escribir algo en una cuartilla de tiempo que ha aparecido en tu día. No te gusta la punta. Te gusta que la tostada tenga la punta pero para abandonarla con el resto de residuo del plato. Sin esa punta no la sanboreas  igual. Necesitas ese pequeño exceso. El tiempo. Ese regalo inesperado pero que no se puede aplazar. Miras al exterior. Buscas entre los coches aparcados el tuyo. Una simple mirada perdida. Está sucio. Las lluvias de barro de los últimos días de julio lo han embadurnado de una pátina entre blanco y rojiza que impide adivinar el color de la pintura. Quince minutos. Tiempo suficiente para poner el coche bajo el chorro de agua del lavadero junto a la gasolinera. No te apasiona. DEtestas cualquier limpieza que no sea tu propio aseo, pero aprovechar el tiempo en una tarea repulsiva a la vez que necesariate permite aprovechar de ese tiempo en otro momento con una tarea más placentera. Te libera  de la tensión de qué hacer con el tiempo que te has encontrado. Una tarea que esta´ra hecha en el futuro, dejará un tiempo que se podrá aprovechar en algo que quizás te resulte más interesante o placentero. Cierras los ojos y sonríes. Quince minutos, en tu mente aparecen decenas de escenas posibles en quince minutos, desde el placer mas salvaje hasta el más sosegado. Pides la cuenta. Dejas unos céntimos en agradecimiento, más por el tiempoque por el desayuno. El coche. El hangar vacío. Monedas. Programa completo.coges la lanza, te separas para evitar sapicaduras. Agua jabonosa, enjuague y cera. Agua jabonosa. Enjuague. Stop y la cera. Comienzas con el capó. Estás deseando ver el brillo de la pintura. Pulsas. Enfocas al suelo. el chorrono es un chorro intenso como los anteriores, sino poco más que un goteo. un flujo prostático. no te da tiempo a volver a preguntar al encargado, darle la opción a reparar la posible avería. No hay tiempo. Está limpio. sólo es el brillo. Aprovcharás lo rácano del chorro y te marcharás con quince minutos en cartera. Pulsas y orientas el agua sobre el capó. Según caen las gotas, el coche desaparece como si borrases en la pantalla de un ordenador. Cuando ves el efecto del chorro del abrillantador no se plantea parar el lavado, sigue borrando su coche hasta que el coche desaparece. Está sorprendido. El brillo del lavado hace que tu coche no se vea. Tomas de nuevo la lanza con el agua jabonosa. El chorro no se descomppone hasta llegar al suelo. Tu cohce ha desaparecido. DEjas la lanza y das dos vueltas alrededor de donde debería estar. Te detines donde esrtaría la puerta del conductor. Extiendes la mano. no tocas nada, sin embargo hacer el gesto de abrir. Te pones de lado. Metes una pierna, Te agarras en un asa que no se ve . Te sientas. Cierras desde el interior la puerta y desapareces. No llegas al trabajo. Ya no aprovecharás los quince minutos que habías ganado

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