Mi mujer y mis hijos lloran.
Algunos de mis amigos también. Tengo que preguntarles qué ha ocurrido nunca les
había visto así.
Siempre he tenido la impresión de
llegar tarde a cualquier lugar o situación. Cuando cambié de ciudad y mis
padres intentaron escolarizarme, el colegio que me correspondía estaba lleno,
tuve que ir a uno de un barrio más alejado. En Reyes el único regalo que había
pedido, los Juegos Reunidos Geyper, se agotaron. Mis hermanos hicieron la
comunión con su traje, su celebración y
su montón de regalos, cuando yo llegué mi padre que había abrazado la doctrina
del comunismo, transigió con que comulgase, pero si lo hacía desprovisto de los
atalajes que se imponían, nada de marinero que habría sido mi deseo sino de un
traje normal, nada de celebración, sólo y a última hora, como algunos de mis familiares no quisieron dejarme sólo en un
momento tan importante para un niño, mi
padre se vio obligado a invitar a comer de forma improvisada en un restaurante,
pero los regalos ya no había quien los recuperara. Cada año pedía becas, pero
nunca me las concedían, para que te diesen beca tu padre tenía que ir en un 131
supermirafiori , en un Citroën tiburón o en un Dodge Dad en lugar de un
Seiscientos gris de segunda o tercera mano. Mi primera novia en un baile era
fea porque las guapas se habían agotado. También existe la versión exactamente
opuesta donde el retal era yo. Me gustaba el mar, pero a mi padre le gustaba
más el campo, ni siquiera el pueblo, el campo y para colmo muy cerca de la
ciudad. Siempre me habría gustado ser médico, pero el año que hice la
selectividad la nota estaba más alta que nunca, estudié económicas. Mientras
hacía la carrera, todo eran oposiciones para economistas, en ayuntamiento,
juzgados, comunidades autónomas, ministerios, cuando terminé y
con buena nota las restricciones presupuestarias hicieron que se congelara la
oferta de empleo público por tres años, después el acúmulo de interinos de esos
años y los anteriores condicionaron con los sindicatos unas oposiciones muy
favorables para ellos. Mi expediente era intachable, pero coincidí en promoción
y Facultad con uno de los candidatos continuos al Nobel de económicas. Compré
una casa de protección oficial, un atraso en unos papeles me pilló con una
subida del iva, ese mismo atraso por culpa del notario me hizo perder una ayuda
a fondo perdido del equivalente a un millón de pesetas. Cuando me prometí, mi
novia, la menor de tres hermanas, era rica, cuando me casé mi suegro estaba en la
ruina. Cuando nacieron mis hijos que acabaron las ayudas por nacimiento. Cuando
fueron al colegio se quitó el bono libro. En mi pueblo tocó la lotería en el lugar que siempre compro, pero cuando llegué
se había agotado. Y ese ha sido el sino de mi vida por poco he llegado tarde a
muchos sitios. No me quejo.
Mi mujer y mis hijos lloran. Se
abrazan entre sí y los abrazan otras personas. Mi hijita está desolada. Hay
incluso algunos enemigos. Mi madre también y
mi padre. ¿Mamá por qué lloras?. Es un tanatorio. Ese de la caja soy yo.
“¡Qué pena dicen los médicos que
si hubiese llegado cinco minutos antes se habría salvado”
Eh! De qué habláis. Estoy aquí.
No me veis. No soy una fantasma. No soy un fantasma. Estoy aquí. Podéis tocarme
y verme. ¿ O no?. He llegado tarde a mi propio entierro. Los empleados de la
funeraria entran a llevarse la caja. Esperad no me dejéis aquí. Adiós me habría
gustado despedirme.
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