sábado, 28 de marzo de 2020

SOY LEYENDA

Pasó mucho  miedo desde el principio. Desde muy pequeño dejó de ir al colegio cuando dos o tres amigos se ponian malos. De mayor sentía ahogos cada vez que alguien tosía a su alrededor. Sudaba y había llegado a desvanecerse al ver la sangre fluir de una aguja. Era capaz de reproducir en su cuerpo los síntomas de cualquier enfermedad. Sin embargo se había hecho médico. Y el destino lo había ubicado en urgencias del hospital que recibió la primera andanada del coronavirus. No era valiente. Nunca había sido valiente. Tenía miedo, pero acostumbrado a su miedo, el miedo no le atenazaba. Torpe. No conseguía ponerse o quitarse bien los equipos de alta protección. Siempre dejaba huecos, siempre tocaba cintas que podían estar contaminadas. Pronto eso no fue un problemas porque dejó de haber equipos. Sus compañeros se contagiaron uno a uno. Dos de ellos de gravedad. Y él el más torpe nunca enfermó. Pero todo tiene un límite. El último día que trabajó en urgencias, oyó ruido en el pasillo, agitación. Un hombre enorme lanzó contra la pared al guardia de seguridad, arrastraba a un celador que seguía asido de su chaqueta intentado frenarlo. Le dio un manotazo y se le plantó delante. Le espetó que estaba enfermo, que los médicos eran los culpables de la creación de esta enfermedad, que estaba loco, que no le importaba nada. Le pidió que se relajase. Le respondió que estaba muy loco. Se subió a la mesa, le arrancó el capuchón y la mascarilla y le cogió el cuello con dos manos enormes. Abrió la boca buscando aire desesperadamente para no asfixiarse y el paciente enloquecido le tosió deliberadamente a pocos centímetros de distancia. Sintió frío. Le faltaba el aire aunque el loco le había soltado ya el cuello. Sudaba. Necesitaba aire y no quería respirar. Sentía borbotones de virus coronados bullendo entre la úvula y las amígdalas, pero tenía que respirar para no desvanecerse, y respiró hondo y se desvaneció, justo cuando dos policías redujeron al agresor.
"Ya te has despertado" "Sí. Me duele el cuello" "Ese loco un poco más y me estrangula. Dios, me tosió, Me tosió en la boca deliberadamente. No sería..." "Sí . Positivo, y con la carga viral más alta que hemos visto a  día de hoy en el hospital" "Dios mío. Eso es muy malo" "No lo sabemos" "Dios. Me lo temía" "Hemos caido todos. Muchos ya estamos de vuelta" "NO va a ir bien. Lo sé. Dios" Pasaron los días, una semana y más su salud no se deterioró, ni una tos, ni carraspeo, ni falta de aire, nada, como un roble. "Estás bien" "¿Me voy a casa? Puedo volver a trabajar. Me encuentro fuerte." "En realidad no te puedes ir" "Estoy bien" "Tus análisis no" "¿Qué ocurre?" "Sigues con concentraciones de virus incluso más elevadas que quien te contagió" "Eso es imposible" "Lo hemos comprobado" Entran dos militares en la habitación con trajes presurizados." Señor acompáñenos"

Una celda de cinco metros sin ventilación. Un váter una ducha sin mampara y un lavabo con un espejo.
Intenta dormir su primera noche confinado. No pega ojo. Calcula que debe haber amanecido.Se levanta. Se ducha. Se pone frente al lavabo. Coge la maquinilla y se busca en el espejo.Se mira, pero el espejo no le devuelve la imagen. Debe ser uno de esos espejos trucados para seguirle en sus movimientos. Pulsa el botón y pide un espejo. Le pasan por la trampilla uno de plástico con papel de aluminio. Se mira y no se ve. Vuelve al otro espejo y pone un vaso en el lavabo. El vaso sí se refleja. Se pone de nuevo y nada. Recuerda historias ocultas de su familia de un bisabuelo con catalepsia al que rescataron de la sepultura. Historias estrañas cuchichedas en noches de invierno. El virus coronado pasó al hombre de un murciélago en china en un mercado de Wuhan. No va a eliminar el virus. Es de noche. Sabe que es de noche aunue tenga la misma luz todo el día. Tienen sed. Pulsa el timbre. Tengo sed. El carcelero abre la trampilla .En la cara y en el cuello le golpea un ave o un murciélago que unos metros más allá se sublima en una nube de humo gris que se filtra por los resquicios de la puerta y desaparece.

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