sábado, 30 de diciembre de 2017

DESPERTAR Anemia 5ª temporada 6 ª entrega

Si algo añoraba de cuando fue humano, era asistit al amanecer después de una noche tórrida con la persona amada. El olor acre, los sabores salados, el aroma del deseo, asistir despierto mientras ella duerme hasta el límite en que en el horizonte se disipa la oscuridad. Y después desaparecer condenado siempre a ser un amante furtivo. Renunciar al compromiso que supone la luz del día. Imaginar desde la cripta a cubierto de los rayos del sol el despertar de ella. La mano que palpa el hueco donde antes hubo un cuerpo. Se gira, se despereza y mira. Lamenta que otra vez no esté. Se levanta en cueros y va al baño. Cierra los ojos y añora un abrazo que necesitaba para comenzar el día que ella sí vivirá. Desde la cripta, el Todopoderoso teme el día. Toda la fuerza,todo el poder, toda la inmortalidad serían insuficientes si uno de los habitantes de la luz rompiese la membrana reseca, la costra que tanto le costó a él romper. Un instante, una mirada, un gesto, sin insistencia y podría perder lo que anhelaba en sus sueños diurnos. Por la noche sí. Renovado su poder llegaría la venganza. Pero después de haber libado el otro fruto, la venganza no se le antojaba un placer tan deseable.Días de insomnio, días de tiempo lento, relojes de arena atorados, segunderos que marcaban horas, instantes que semejaban estaciones, flujo de tiempo detenido, entre instantes fugaces, con el final siempre del instante previo al amanecer. Una tortura dulce. Una trampa blanda. Un castigo del que no deseaba escapar. El sueño no llegaba. Pensamientos arremolinados que alargaban aún más el paso del tiempo. El insominio en un vampiro le despierta una sensación similar a la claustrofobia. Se ahoga en el ataud del que no puede salir. El confor que siente al cerrar la tapa, si el sueño no llega, se convierte en angustia. Y la angustia de un no vivo no se refleja en palpitaciones, ni en sudor frío, ni en que se le duerman las manos o tenga ganas de orinar, sino en el deseo de la luz. La luz y final. Fulguración, sublimación y cenizas. Pasan las horas. ¿Donde estará?. Si pudiera volar la localizaría incluso con los ojos cerrados, como el mejor de los sabuesos. si pudiera, pero la luz, la luz maldita que lo obliga a ocultarse entre maderas como un gusano. Se duerme. Por fin. El sueño frío de los muertos. Un ruido como un roce, a su espalda, otro más por delante, cientos de ellos, miles, abre los ojos, miles de xilófagos deshacen las tablas y entra la luz. Final. Despierta. Silencio. No hay carcoma. Oscuridad. Fresca y maldita oscuridad. Duerme. Una puerta. Este día no cesarán las pesadillas. Los goznes rechinan. Alguien entra despacio. Cierra la puerta a su espalda. Pasos sobre el parquet. Un calzado de goma. Se acerca a la trampilla que abre las escaleras que conducen a la cripta. Silencio. La trampilla se abre con cuidado, pero al final cae al otro lado con un chasquido enorme. Silencio. El intruso permanece quieto e inmóvil. Es experto. Sabe que le ampara el día, pero ha cerrado la primera puerta y no ha abierto las ventanas, renuncia a que la luz le proteja, quizás es un vulgar ladrón. Uno a uno los peldaños. A oscuras. Ha llegado. Sus sentidos de murciélago perciben una forma detenida junto su sarcófago. Levanta la tapa. Despacio. Muy poco a poco. Por la rendija aparece una estaca de limonero. Es ella. LLegó el final del tiempo lento. Prefiere que sea ella. No tiene defensa. Abre mínimamente los ojos. Ella deja la estaca sujetando la tapadera. Ve su cabeza avanzar. Ve sus ojos ligeramente húmedo. Ve su rostro detenido a doce centímetros del suyo. Doce. Ni uno más ni uno menos. Lo mira. sonríe. Acerca la cara y siente un beso húmedo en sus labios que no es capaz de sacarlo de su sopor. Saca la cabeza. Sujeta la tapa. Retira la estaca. Es el momento. La tapadera se cierra despacio. Los pasos deshacen su camino. Escalera. Trampilla que esta vez no choca contra el suelo. Más pasos. Chirrido de los goznes y chasquido muy suave. El resbalón se cierra. Se ha marchado. Todavía le quedan unas horas de día. Duerme. No era una pesadilla. Era un sueño.

No hay comentarios: