sábado, 16 de diciembre de 2017

MINDFULNESS

"Queridos papás y mamás. Llega un momento muy especial en la función de Navidad de nuestro colegio. Todos nuestros niños son realmente especiales, pero algunas veces los profesores tenemos la suerte de tener entre diamantes alguno excepcional. Y ustedes y yo lo vamos a disfrutar. Alex Salar alumno de segundo de primaria va a interpetar para ustedes una obra que, para los que de ustedes sean melómanos, es de una dificultad extraordinaria incluso para violinistas profesionales: La Danza de los Duendes de Caspara FRanz. Les ruego encarecidamente que guarden, que guardéis, vosotros también niños un absoluto silencio. Les presento a Alex Salar". Sale un niño  pequeño, con un pantalón corto de espiga, un chaleco con camisa blanca y una pajarita. Camina despacio muy concentrado. No sonríe. Se dirige al lugar donde está su violín y el atril . Se pone delante. Mira al público. Hace una ligera reverencia. Abre la partitura. Se coloca el violín en el hombro. Coge el arco . El pecho henchido.El silencio absoluto. Comienza  a interpretar notas quebradas. Su cuerpo pequeño parece que se va a quebrar en uno de los movimientos. Silencio y notas. Una obra difícil. No todos la entienden pero guardan silencio. Muchos anhelarían que fuera su hijo. Otros prefieren que sus hijos sean buenos en el fútbol. "¡Eres un hijo de puta y un ladrón!" Alguien ha gritado. Una niña de cinco años al fondo de la sala. Con el silencio su vocecita aguda a atronado. Varios adultos contienen la risa. Los padres del violinista desde la primera fila fulminan a la niña con la mirada. La profesora se acerca. El violinista se calla. Apoya el violín en el suelo. Le han roto la interpretación. Ahora sí mira al público. A todos, y después a sus padres. Se pone rojo.Sus manos regordetas hacen pequeños espasmos. Sus ojos se humedecen, un mechón del flequillo engominado le cuelga enmedio de la frente después de los espasmos. Tensión. La profesora, después de controlar la situación, se acerca a los padres del pequeño prodigio. Les pide disculpas. La niña tiene problemas. Sus padres se divorcian. No es el mejor de los ambientes. La niña no comprende. Los padres asienten y vuelven a mirar deseando fulminar a la niña que ha hecho que su hijo permanezca en un estado catatónico. Las lágrimas del niño siguen prendidas en los lacrimales. A la niña la han desalojado una pareja de alumnos de secundaria. Al jardín a jugar. Cuando la puerta se cierra se escuchan sus caracajadas. En la sala hay cuchicheos. El joven violinista no llega a llorar. Mira a su madre. Le sonríe. Entonces cierra la partitura. Apoya el violín y deja el arco en el estuche. Muy despacio. Se sienta en el suelo con las piernas cruzadas, separa las manos con los índices al aire. REspira hondo hondo. Cierra los ojos. La profesora reclama silencio. Algunos adultos lo imitan otros se aburren. Afuera la niña sigue riendo a carcajadas. El niño abre los ojos. Sonríe. Se levanta. Sus ojos se han secado. Las profesora presentadora sonríe. Mira los rostros de sus padres que se han relajado. Le pregunta a Alex si desea seguir. Asiente Retoma su rictus de joven maestro. Prepara la partitura. Coge el arco, el violin. Y vuelve a interpretar la pieza. Cuando termina todos aplauden. Entre los aplausos no se oyen las carcajadas de la niña en  el parque.

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