miércoles, 11 de julio de 2018

PROPOFOL (6)

"¿Es usted el Doctor?" "Sí. Buenas tardes" "Estoy aterrado" "NO debe estarlo" "NO quiero sufrir" "Le vamos a sedar. No va a sufrir nada" "Es eso lo que me da miedo que me seden y no me despierte" "Lo que va a notar es un sueño muy placentero, como si llegase a casa y se quedase dormido viendo la televisión" "¿Y el despertar? ¿Vomitaré mucho?" "Nada. ¿Nota ya algo?" "Qué gusto".

Ya me estoy despertando. NO he notado nada. Qué bien me encuentro. Podían prepararme un tuper de esto para las noches de insomnio. Muy agradable. Tenían toda la razón. Qué equipo tan simpático. Aun estoy débil pero con una enorme sensación de placer. Me debato entre seguir durmiendo o abrir ya los ojos. Me han dicho que no podré conducir, pero tengo tareas esta tarde. Los ojos. Los abro pero no entra más que la luz tamizada por un tejido blanco de algodón. El tacto sobre la punta de la nariz es áspero. Tengo que haber salido del quirófano. Me llevan, siento en mi espalda el rodar sobre las prominencias del suelo. Le pediré que me aparten la sábana, cuando pueda parpadear, no quieren que mis ojos sufran, tapados, sin luz, después podré ver. saludar a los doctores y a todo su equipo y felicitarles por su trabajo. Me duele el pecho. Una mala postura. Me lo advirtieron, para trabajar a veces tienen que mover tu cuerpo como el de un contorsionista para pasar las curvas del colon, el doctor puso mucha pasión en su explicación, se nota que le gusta la técnica de su trabajo, da gusto ver a la gente apasionada con su labor. Una puerta automática. Bajamos. Un ascensor, la puerta se cierra a mi espalda. el celador se ha apoyado en mi pierna. Tamborilea con los dedos sobre la parte delantera de la tibia. Me molesta. Enseguida cuando me despierte se lo diré. NO debe hacerlo, es una sensación desagradable cuando te estás despertando y no te puedes mover. Una planta. Salimos. Casi me tira de la camilla. Ha chocado. Usa la camilla como si fuera una vaquilla en pos de una enfermera. Me quejaré. Cargaré las  tintas. Deberá dar gracias si no es despedido por desconsiderado. Estaba tranquilo y por su culpa tengo más ganas de despertar pero aun ni parpadeo. Suerte que la sábana me protege si no la luz me deslumbraría. SE abre otra puerta. Me levantan. Cambio a otra camilla que se desliza. Choco con los pies contra un fondo de metal helado. Hace frío. La puerta se cierra y todo queda a oscuras. El despertar no está siendo tan agradable. Pasan los segundos en silencio. Los minutos y los días. De nuevo la luz. otro traslado. El cuerpo a una superficie helada. Ahora sí me retiran la sábana. Luz de neones cenital. Dos hombre vestidos de cirujano. ¿Qué van hacer?. Me abren el tórax de arriba abajo me abren el abdomen. Tocan mis vísceras y toman muestras de algunas. Una sierra justo por encima de mis ojos. Eso es una muestra de mi cerebro. Mi cerebro no quiero que quede mutilado. Me tapan de nuevo. Me cambian a una superficie aterciopelada y mullida. De nuevo la oscuridad. Un nuevo traslado. Pasamos del calor del verano al frío. Una iglesia. Cantos. En volandas. Salgo. Me colocan en una superficie y me llevan. Ruidos de ladrillos. De nuevo en volandas. Quietud. Ladrillo. Golpes sobre los ladrillos. Llantos a lo lejos y silencio. Cada vez hace más calor. Pasan los segundos, pasan las horas, los días y las semanas. NO he conseguido parpadear. Mi cuerpo se descompone, la grasa, las vísceras y los músculos, y sin embargo sigo vivo. Es posible que haya alcanzado la inmortalidad. Nadie me contradice.

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