miércoles, 4 de julio de 2018

RADAR

A punto estuvo el coche de empezar a dar vueltas de campana. Lo que vio , lo que dejó de ver, le hizo frenar en seco, y a ciento treinta y con los amortiguadores muy gastados el vehículo hizo un trompo, osciló pero se detuvo en el carril central justo en sentido contrario. Aturdido salió del coche e hizo gestos para que los vehículos que se acercaban se detuvieses. Blandió  el chaleco reflectante sobre su cabeza y le tranquilizó ver las luces naranjas intermitentes de un camión remolque que se acercaba. Se cortó la autovía. El conductor del camión le preguntó qué pasaba, que por qué ya que no se había accidentado no devolvía su vehículo al carril lateral y así todos podrían proseguir la marcha. Les suplicó que no. No debían arriesgarse. El camionero no comprendía. Le señaló el radar. Sonrió, el radar solo te multa si los vehículos van a mayor velocidad de la que está programado. No se trataba de eso. El vehículo que le precedía, al adelantarle justo delante del radar, había desaparecido. Se habría accidentado, varios conductores se apresuraron a rastrear las cunetas, les instó a detenerse, no debían arriesgarse, el vehículo no se había accidentado, simplemente había desaparecido, un zumbido , un resplandor y había desaparecido. El camionero se rió a carcajadas, le recomendó que escribiera al último milenio, su presentador Iker se mostraría muy interesado en la emisión de la abducción por un radar, los otros conductores reían la gracia mientras el resplandor azul de dos motos de la guardia civil de tráfico se aproximaban. Los guardias se abrieron paso a pie entre la aglomerción de conductores encabezados por el camionero. Frente a ellos el conductor que trataba de persuadirles para no continuar. El agente de mayor graduación le preguntó al camionero que donde estaba el accidente. El camionero negó con la cabeza. El guardia se puso rojo y el camionero le señaló al conductor que había hecho el trompo. El conductor miró al suelo, movió chinarrillos del asfalto con la punta del pie y dijo casi en un susurro, que al pasar delante del radar el coche que le precedía había desaparecido después de un ruido muy agudo y de un resplandor. El guardia se acarició las sienes. Documentación. Le pidió a su compañero que trajera el test de alcoholemia y drogas. Negativos. Le ordenaron que moviera el coche. El dijo que para delante no iba. Le indicaron que lo dejara en el arcén y que esperara que cuando quitaran toda la congestión del tráfico, le iban a poner un montón de quinielas, por entorpecer el tráfico, por riesgo para otros conductores, por estacionamiento en vía urbana, por desacato a la autoridad, y ya consultarían el código. Los puntos que los diese por finiquitados. Se subió al vehículo y se dirigió a los otros vehículos, cambió de sentido y estacionó en el arcén. Se bajó y colocó los triángulos de señalización y las luces de posición del vehículo y se apoyó en el quitamiedos. Mientras los agentes ordenaron a los conductores que volvieran a sus vehículos que podían reiniciar la marcha. El agente empezó a gesticular para estimular el movimiento de los vehículos. El camionero subió a la cabina de su vehículo y los quinientos caballos del motos agitaron la cabina. Sonrió satisfecho. Miró al conductor del primer coche en el arcén y tiró del claxon. El guardia le recriminó la parsimonia. El camión echó a rodar despacio. Tocó el claxon y todos los conductores que habían quedado atrapados en el atasco tocaron también sus claxon. El camión avanzó. Se situó por delante del radas. Se escuchó un zumbido y un destello y desapareció. Los claxon se silenciaron. Todos los vehículos se detuvieron. El guardia miró sorprendido al vacío que había dejado el camión. Cortó la carretera con la moto en informó a la central sin entrar en detalles. Pidió que revisaran las imágenes del radar. El operario que lo vio observó un vehículo a toda velocidad un destello luminoso y la carretera. Después lo mismo con un camión. Los radares eran nuevos, se retiraron. Nadie pagó las multas.

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