miércoles, 13 de junio de 2018

HORCHATA

Desde fines de abril, cuando comenzaba el calor la mayoría de los años en el sur de España, le gustaba pasar por esa calle que le desviaba de su trayectoria, pasar por esa esquina con una columna y el local pequeño abierto a las dos terrazas de dos mesas cada una. Pasaba por allí por el olor. El olor suave de la horchata y envolvente de la canela. Miraba al interior, Abría las coanas y aspiraba. Qué sabroso debía ser algo que olía tan bien. Y seguía caminando. Unas veces no llevaba dinero. Otras llevaba demasiada prisa para saborear algo tan delicioso. Otras el régimen, la maldita operación biquini que la descargaba del sobrepeso invernal, incluso un día lluvioso pero cálido, el heladero salió a la terraza, sabía que aquella cliente aficionada que nunca había entrado a saborear sus helados no le iba a fallar ni en un día tan desapacible. No lo hizo. Protegida del mal tiempo con una paraguas grande caminó a buen ritmo y frenó hasta que vio al heladero, un hombre mayor con un vaso de horchata en la mano. Se la ofreció. Se la puso a la altura de los labios, a dos centímetros de la nariz. Casi se desmaya de la impresión. Pero rechazó con la mano y salió corriendo, con la prisa el paraguas se le cayó a un charco, lo pisó un coche que también la empapó. El heladero se disculpó e increpó al conductor. Ella corrió con el vestido empapado de alquitrán y  grasa que nunca más volvería a recuperar su color. Dejó de llover. Lloró varios días en su casa. LLoró su estupidez al pensar lo fácil que habría sido aceptar la galantería de aquel hombre que no encerraba ninguna otra pretensión que agradarla. Habrías ido lo más facil. Un vaso de horchata, una conversación agradable y habría salido al trabajo cuando el chaparrón hubiera amainado. Fue tozuda, corrió y así acabó ella. Se torturó a no pasar más por aquella calle aunque cada noche tenía sueños voluptuposos perfumados por aquel olor. Cuando se despertaba avergonzada como si alguien la hubiese estado espiando estaba sola. siempre estaba sola. Llegaron las vacaciones en Agosto como siempre. La gente se iba  a la playa y ella se quedaba en su bloque de viviendas delante del ventilador hasta que este no distribuía más que el calor ardiente de la calle. Antes cuando aun no estaba avergonzada paseaba alrededor de su destino favorito, cualquier excusa era válida para dar una vuelta  aquella manzana, bajar la basura, pasear al perrito de alguna vcina que andaba enferma, cambiar de tienda donde comprar el pan. Tenía que repetir el éxtasis de aquel olor. SEgún vanzó agosto entró en un estado de melancolía que se fue pornunciando hasta recluirla día y noche en la cama. No se duchaba, no se pintaba, olía a demonios, y a ella que había sido tan pizpireta, le daba todo igual, todo. Sola en la ciudad en Agosto, donde solo queda gente extraña por las calles, gente que anda oculta por los rincones todo el resto del año.Estaba grave, sus vecinos  murmuraban mil chismes, pero algunos, los que de verdad la apreciaban estaban preocupados. Las oidas de aquella joven melancólica llegaron aoídos del heladero. Una joven tan bonita postrada en la cama quizás por la decepción de aquel día en que su vestido quedó como el trapo de un pintor. Cogió un recipiente de medio litro, pero se le antojó escaso y tomó uno de dos litros, lo llenó del cubo que había salido mejor, porque no había dos cubos hechos en la misma fábrica que supiesen exactamente igual. Se enteró de donde vivía y le llevó el obsequio. Le abrió una amiga. Le agradeció , pero le dijo que no creía que la tomara, había cerrado el pico y no queria comer ni  sus comidas favoritas que le llevaban cada día con la esperanza de que la actitud cambiase. el horchatero dijo que su horchata era siempre muy buena, y la de hoy excepcional. La muchacha que lo oyó chilló que le permitiesen pasar que quería verlo. Pidió un vaso, y uno tras otro acabó con el primer litro de horchata. el heladero vio con felicidad como sonreía por vez primera desde hacía tres semanas y se fue feliz. Al día siguiente la chica salió. Se acercó a la heladería a agradecerle al heladero su presente. Al llegar notó algo raro, cuando entró lo comprobó. Le dio las gracias al horchatero quien le ofreció mas horchata.. La rechazó. Salio de la heladería seria porque ya no percibía el olor. Lo mismo le pasó al dia siguiente y al otro, hasta que un día una o dos semanas después dejó de pasar.

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