sábado, 30 de junio de 2018

LOS POSOS DE CAFÉ

Sentado en la mesa de la esquina de una terraza de verano. Los ruidos de la carretera no son suficiente para distraerlo de la imagen del mar.Un menú del día. Ligero. Ha terminado.No debería haber tomado la cerveza. El sopor apunta y aun tiene que trabajar por la tarde. Postre o café. Café solo por favor. Solo corto con sabor intenso y con poca espuma. Lo bebe muy caliente, de un trago un sabor intenso y efímero. El clic de la taza sobre el plato. En el fondo de una taza fina posos negros. Coge el asa, gira la taza para ver bien el fondo. Los posos le hablan. Sabe que algunos adivinos leen los posos de café para adivinar hecho del futuro. Aunque no es un brujo, tiene la certeza de que los posos le están hablando en un lenguaje extraño que no alcanza a comprender. Son manchas y puntos que sin embargo le dicen algo. Se relaja. Abre la mente al mensaje que sabe que va a recibir. No escucha, no ve nada. No es el lugar y no es el momento, pero hay un mensaje implícito en esos posos. Escamotea la taza y la echa en el morral que cuelga de su costado. Sube al coche y termina su ruta. Por la noche, en casa, sube el morral a la habitación. Siente la taza agitarse y un poco más caliente en su interior. La saca, los posos están secos, su disposición es distinta a como estaban antes. Le escuece el cerebro, la misma sensación que cuando va a empezar con jaqueca. Y comienza la jaqueca, pero a diferencia de otras veces no es pulsátil, es un dolor fijo punzante al principio y que parece que le va a aplastar la cabeza después, y a partir de ahí las imágenes girando alrededor de su mente con los ojos cerrados. Fija la mirada, intenta ver sólo una y a partir de ahí descifrar las otras, pero giran demasiado deprisa, no ve más que estelas y cuanto más se concetra en detenerlas más se aceleran. No puede interpretar nada, ni una imagen ni una forma o una figura, sólo mezclas de colores que según se aceleran se tornan en una espiral blanca indescifrable. Una banda blanca que gira a mil por hora que no sabe interpretar. Hay un significado en su cabeza que no alcanza a comprender. Siente vértigo mientras sigue con la mirada las luces. Cierra  los ojos de la mente y se duerme. Por la mañana tiene la boca seca como si hubiese tenido una noche de alcohol. Intenta recordar si tuvo alguna respuesta. No la tuvo o no la recuerda. Empieza el nuevo día. Coge el morral y sube a la furgoneta. Palpa la superfice el tacto del asa y el cuenco de la taza. Antes de arrancar la vuelve a sacar y mira el fondo reseco. La forma es distinta. Un día complicado, teme la llegada de la noche y a la vez desea que llegue para buscar una respuesta. Leer el lenguaje del fondo de la taza. La saca del morral. La toca. La friega por si saliese un genio de su interior. Con la friega la nota más caliente, Vuelve el dolor de cabeza. Vuelven las imagenes atropelladas. Vuelve la espiral. Las estelas policromadas. Imagenes, atropelladas y vértigo. Busca el modo de parar. No se pude parar algo que gira a toda velocidad. Imposible, èrp si no puedes pararlo, súmate a su velocidad. Síguelo. comienza a girar la mirada de forma acelerada, si la cabeza girse a la msma velocidad habría quedado descoyuntado, pero gira a la misma cada vez más, el blanco se descompone en policromías, las policrcomías comienzas en figuras de colores y por fin la imagen. Una imagen clara que le produce una intensa satisfacción. Suena una alarma que lo despierta. Con el despertar no recuerda nada. La taza está fría. Intenta recordar. Nada.   

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