viernes, 1 de junio de 2018

Hansel y Gretel

Gretel había caído enferma. La fiebre no cedía. La niña se consumían entre temblors y espamos. El color terroso, los ojos hundidos en las cuencas, la boca reseca llena de grietas con terribles espasmos cuando intentaba comer o beber algo. Se moría. Gastó sus ahorros en llamar al médico de la ciudad. La reconoció y ya desde la puerta atisbó en ella los rasgos de una niña muerta. No debía malgastar ni alimentos en un ser que carecía ya de futuro. Hansel estaba sentado en la puerta con su gorra aferrada entre las manos. Unas veces clavaba las uñas, otras la mordía. No podía siquiera imaginar la vida sin su hermana. La madre lanzó una jarra de madera al médico que se cubrió y salíó huyendo llamándola loca. Hansel intentó zancadillearlo, pero lo más que logró fue que se trastabillara, diera un traspiés y regresara para darle dos bastonazos en las costillas. Condolido entró a la única estancia de la casa, donde delante del hogar yacía su hermana. "Hansel tienes que correr al bosque" "Es de noche. Llueve y hace frío" "Lo sé, pero GRetel se va. NO tenemos otra oportunidad. Prométeme que harás lo que te pida" "Pero para el bosque prefiero ir de día" "Lo que necesitamos sólo lo puedes conseguir por la noche. Tienes que ir a las meseta de las piedras" "Ahí viven las brujas mamá" "¿Qué otro remedio me queda cuando la ciencia no me da más que un desahucio para el cuerpo de mi hija y los curas una extrema unción? Corre allí y llévales tres ingredientes, ortigas de la ribera de la ciénaga, muérdago de la poza de los muertos y vete para allá" GRetel corrió a la ribera y con cuidado cogió las ortigas, las que vio mas frescas y más grandes, algunas le rozaron las muñecas que le quemaban. Entró en la zona más oscura del bosque, escuchaba voces y aullidos en cada recodo, veía sombras detrás de cada árbol, llegó a la poza de los muertos, escaló el sauce caído que dejaba caer sus hojas en la poza de los muertos. Cogió dos ramas de aquel muérdago que , las echó a la faltriquera y locaizó entre las sombras la senda escondida de la  meseta de las piedras.´Cuando desapreció el bosque las sombras de las grandes piedras lo atenazaban. Sintió pasos a su espalda. Pezuñas. Miró atrás, una docena de brasas en la noche corrían detrás suyo. Aceleró aunque iba muy cansado, saltó de piedra en piedra aunque iba demasiado deprisa. Los lobos mantenían la distancia. Escaló el canchal húmedo del rocío. Cuando se detenía se helaba, temíaa que los lobos se le abalanzasen, pero  los lobos también se detenían: no tenían interés en cazarlo, por lo menos de momento. Sigue ascendiendo hasta llegar al filo de la medianoche a la meseta de las piedras. Detrás de una cresta en casi al fondo del valle la hoguera entorno a la cual las brujas celebraban incluso en la nieve del invierno sus aquelarres. Los lobos se detuvieron en la cima. Bajó con cuidado, el cansancio le volvía las piernas torpes. Por dos veces acabó con la espalda en el suelo. Llegó a las chozas. Se ocultó y contempló a aquellas mujeres decrépitas danzar entorno a la hoguera. Un enano deforme percutía con  un palo un cubo cubierto de piel de cabra. Dejó de golpear. Slencio. Solo el chisporoteo de las brasas. las brujas miraron a la piedra detrás de la cual se ocultaba Hansel. Hansel se asustó. "Haaaansel ven a bailar con nosotras. TE envía tu mamá. Vamos  a sanar a tu hermanita. ¿Has traído los tres ingredientes que nos faltan" "Se Se Señoras, mi madre me habló de tres ingredientes pero sólo me dijo dos, aquí traigo las ortigas" "Qué frescas. Muy bien elegidas" "El muérdago, pero del tercer ingrediente no sé nada" "Ja ja ja. Trae los tres ingredientes" "Sólo dos. Siento mi olvido o el de mi mamá" "Nadie ha olvidado nada, el tercer ingrediente eres tú" "Déjeme quiero irme" "TE ha enviado tu mamá y eres un niño muy obediente" Le taparon la boca , otra de los brujas cogió un cuchillo parecido a un kriss malayo, le cogió el pulgar de la mano derecha y de un corte limpio se lo seccionó de raíz. La bruja más vieja escupió en el suelo mientras en niño sangraba. Cogió el barro y se lo puso en la herida que dejó de sangrar. Con la sangre se fue el dolor. Hansel miró su mano, como si nunca hubiese estado el pulgar. Las brujas hervían el ungüento. Lo cataron y se mostraron satisfechas. Llenaron una botella y se lo entregaron a Hansel que lo cogió con la mano izquierda. Bajó por la senda escoltado por los lobos. Llegó a casa. Llamó a la puerta. Abrió su madre que le miró la mano con el dedo amputado y bajó la mirada al suelo. Llevó el recipiente con el ungüento a los labios de Gretel . Le incorporó la cabeza. con gesto de asco tragó y quedó dormida plácidamente. la fiebre desapareció. Hansel estaba cansado pero no tenía sueño. SE fue a la calle. Se sentó en el portal quiso coger su gorro con las dos manos pero pudo con sólo una. Quiso tirar del fieltro y solo pudo morderlo. Se le escapó una lágrima. Trató de buscar una razón a la pérdida de su dedo. Esperaba que su hermana sanara.

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