martes, 6 de marzo de 2018

Nubes y claros.

Sentado en el despacho delante de la pantalla del ordenador. Detrás la ventana. A levante. Llegar a ese despacho con luz natural había sido un logro. El sol es siempre una ganancia. La proyección de su sombra sobre la mesa le daba confianza. Tu sombra es siempre, salvo accidentes como  en el mundo de ast, una compañía. Cuando en la silla de enfrente se sentaba alguien, la sombra actuaba de testigo. Si hacía un gesto, lo reproducía, si escuchaba con atención, también lo hacía con la pequeña distorsión del ángulo de incidencia de la luz del sol. La luz natural generaba una única sombra, tan diferente de las luces múltiples que hacían que el cuerpo fuera un eje de múltiples sombras de diferentes identidades. Una única. Sin luz artificial. Compañera y consejera. En los días soleados, sobe todo de invierno cuando el sol ascendía a lo más alto. en los días nublados tenía que conformarse si eran nubes muy negras con la luz artificial. Hoy amaneció nublado. Según avanzaba la mañana, el sol abrió huecos entre las nubes. Unas nubes blnacas algodonosas corrían por el firmamento creando un efecto estrobosópico en el despacho. La sombra aparecía y desparecía según la nube tapara o no lal uz del sol. Si eran nubes pequeñas, el cambio era casi imperceptible, si los bancos de nubes eran grandes le invadía una cierta angustia. Cada nube que ocultaba el sol, los latidos de su corazón se aceleraban. Con el sol se serenaba. Si tenía a alguien delante le costaba mantener la compostura. A veces, si era alguien de confianza, se levantaba, miraba por la ventana elpaso de las nubes, y cuando el sol regresaba volvía a sentarse para recobrar la sombra en el mosmo lugar que la dejó. Pero la sombra no era ya igual. el último banco de nubes la había dejado muy deteriorada, con poca energía, poca intensidad, desvaída nada que ver con la del principio de la mañana. El deterioro, evidente le produjo una gran tristeza. Su compañera, su amiga, estaba enferma, quien sabe si aquejada de una enfermedad mortal. Llamó a su secretario y canceló todas las citas del resto de la mañana. Sin la energía de su compañía no se sentía con fuerzas para proseguir con ningún asunto. Cualquier decisiión en esas condiciones estaba condenada al fracaso. La alernacia de nubes y sol fue pasando. Rápido. Fugaz y a cada tránsito, la sombra aparecía más enedeble, menos nítida, era dificil salvo en el blanco de las paredes reconocer sus formas. ¿Habria enfermado? Sería sólo la suya la que había caído en esa suerte de melancolía, o sería un mal generalizado de la humanidad, sería le adios de los relojes de sol, de las sombrillas de playa, del cobijo de las higueras en las tardes de verano, o sería un mal exclusivo de la suya. Pero los minutos pasaban y la alternacia de nubes con sol aun deterioraba mas una sombra que era ya casi imperceptible. Estaba a punto de una crisis de pánico. Sentía la necesidad de gritar, respiraba muy fuerte, si seguía así entraría en pánico. Pulsó para llmar a su secretario. Se fijaría si también le había abnadonado su sombra. Pasos cansados en el pasillo. La puerta se abre. El secretario mira al frente. Entra en el despacho . Mira en su direccion y no parece verlo. Tiene una sombra perfecta, gris oscura y bien definida. Qué maravilla. Le hace un gesto para que lo mire pero no lo ve. Intenta gritar y no escucha sus palabras. El secretario levanta los hombros, juraría que le habían llamado. Cierra la puerta y sale. sin sombra. Avanza hacia el cristal de la puerta que hace las veces de espejo. No hay reflejo. No es us sombra sino él quien se ha diluido entre nubes y claros.

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