jueves, 27 de julio de 2017

. Ella (anemia 3ª temporada capitulo 7

No la esperaba y llegó. No era a quien esperaba pero llegó. Una mujer muy hermosa. Decidida se coló en su cripta. Le llamó por su nombre Vlad. Miró por los rincones. No se sorprendió cuando él se alzó ante ella. NO fue amable. Le pidió que se fuera o que se atuviese a las consecuencias. No contaba conque ella quería atenerse a las consecuencias. Las consecuencias la habían llevado allí después de tiempo de meditacion y de lectura obsesiva de los relatos del mundo de ast. Estaba allí. Lo buscaba. Vlad no fue amable, pero suavizó sus maneras y escuchó. Ella lo deseaba. Quería ofrecerle lo que otras, sobre todo una, le habían negado. Él negó y se dió la vuelta, pero se volvió a girar para preguntarle que qué le podía ofrecer que no hubiese obtenido ya. Ella le dijo,con la mirada humillada, que compañía. Deseaba más que nada ser su compañera por toda la eternidad.  El le preguntó si era consciente de cada una de sus palabras. Llevaba meses hilvanándolas fue su respuesta. Quería ser eterna con él. Quiso saber si era por despecho. Ella calló. El no repondió y se perdió en una esquina oscura. Despecho no, desilusión, cansancio de ver pasar el tiempo sin cambios. La eternidad puede llegar a ser tediosa. Lo sé. No lo sabes. Lo sé. Estoy decida. Hazme eterna y seré tuya. Nunca más estarás solo. De nuevo a la oscuridad. Los dedos entrelazados en el gesto de la oración que en Vlad no significaba más que reflexión. No había tenido el valor en momentos de tristeza de acabar con su vida. Acaso acabar con la soledad se le antojó un acontecimiento ventajoso. ¿Estás decidida?. Lo estoy señor. Acércate. Serás mi reina. Lo deseas. Sí, despójame de mi alma. Se abalanzó sobre ella, sorbió su sangre poderosa hasta hacerla desfallecer. Pálida, exangüe aun era más hermosa. La tomó en brazos. Bajó a la cripta adorando su belleza inerte. Su corazón no latía. En la cripta dos tumbas. La acomodó en una. Se agachó, escuchó el silencio de sus labios. Le acercó su cuello y el cadáver volvió a la vida. Sorbió. Sorbió. El sonrió. Sintió un placer nuevo al ofrecer su sangre. Se separó. Vio su pecho turgente volver a palpitar. Sintió el frémito de la sangre que empezaba a devolverla a la vida eterna de los muertos. Sintió cansancio después del placer y se tumbó junto a ella. Sus cuerpos se rozaban en silencio. Cinco días yacieron juntos. Cinco días y cinco noches en que se consumó la transformación de ella. La sexta noche la levantó. Le ofreció un nuevo sorbo de su sangre, pero no la dejó que se saciase. Tocaba cazar. Volaron juntos bajo la luna menguante. Se perdieron entre las nubes antes de abatirse sobre un botellón de una discoteca poco antes que comenzase a amanecer. Libaron sangre ebria. Volaron y jugaron por encima del mar. Regresaron a la cripta un instante antes que saliese el sol y en la oscuridad se amaron como sólo lo pueden hacer los vampiros. Vlad era feliz. La eternidad se hizo más liviana. La rutina se tiñó de colores vivos. Deseaba el sueño diurno para buscar el contacto de los cuerpos. Le emocionaba su entusiasmo. Su compañera. Hasta que un día poco a poco o quizás de repente ella dejó de sonreir. Evitaba salir de cacería. Se deterioraba. Vlad tenía que traerle sangre o darle la suya propia porque su cuerpo muerto se consumía No recuperó la alegría. Le preguntó qué le pasaba y sólo respondía alzando los hombros. Un día regresó. Casi amanecía. Se ocultó en la cripta. Buscó su contacto pero ella no estaba. Arriba escuchó un quejido un instante. Olió a azufre y después silencio. Sabía qué había ocurrido. Por la noche subió. La ventana estaba abierta. Frente a ella en el suelo un montón de ceniza todavía templada. En una silla un papiro donde pudo leer de la letra de ella que si la vida se le había hecho insufrible, la eternidad era un condena mayor. Cerró la ventana. Tomó la forma de lobo y aulló en el bosque. DEsgarró gargantas de cuantos animales y humanos se cruzó, pero no bebió ni una gota. Ella le había señalado un camino que él no iba seguir para terminar con la eternidad. La vida, aun la vida escuálida de un muerto le atraía demasiado

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