lunes, 17 de julio de 2017

ESNORQUEL

"Estas nuevas gafas son una pasada" "No me convence. Prefiero la clásica con el esnórquel independiente" "Son costumbres" "Pero estas sólo se pueden usar en superficie" "Me gusta probar cosas. Vamos esta tarde a las rocas de la playa de levante de Cabo de Palos" "Si no hace viento" "La previsión es muy buena"

El agua estaba calmada. Las gafas les daban un aire raro cubriéndoles toda la cara y el esnórquel en la parte superior. Ya cerca de las costa vieron uno de los mejores fondos de Europa. Las nuevas gafas permitían una visión panorámica. UN pulpo se escondió entre unas anémonas. UN pequeño mero se alejó de ellos. Un banco de sarpas plateadas con líneas doradas. Y a lo lejos. Hacia el levante se movía algo grande. Lento, parsimonioso, torpe. Entraba y salía desde las profundidades. Sintieron más curiosidad que miedo, pero las corrientes eran fuertes no se atrevían a seguirlo. Se les acercó. Era una tortuga enorme. Más de un metro de longitud. Los miró a unos centímetros. Uno y otra. Los miró y de nuevo se encaminó aguas adentro. Se detuvo. Y regresó. Volvíó a mirarlos y se dio la vuelta mostrándoles el caparazón. "¿No tienes la sensación de que quiere decirnos algo?" él también sacó la cabeza del agua"Sí es una sensación muy extraña" Se pusieron las gafas y ella sin saber  uy bien por qué se agarró al caparazón. La tortuga cuando la sintió al lado movió enérgicamente sus aletas delanteras. Él se agarró en el último instante. Los llevaba aguas adentro. No podía hablar con las máscaras puestas. Se dirigían hacia las islas hormigas. A su espalda quedaba una estela en el mar. En un  momento la tortuga se sumergió tan rápido que no tuvieron los reflejos de soltarse. Descendieron unos cuarenta metros. Estaban seguros que se iban a ahogar. Aunque el oxigeno les faltaba vieron la popa de un barco enorme en el fondo. La tortuga se movió entre el amasijo de hierros ocupados por corales y estrellas. Una morena salió de una chimenea abatida amenazándoles. Entraron por una puerta derribada. Después una  puerta y una escalera. No podían más. Ella casi se desvanecía. El estaba muy mareado. El espacio se abrió. Una cavidad de unos ocho metros. Una bóveda y aire. Era aire. Del suelo burbujeaba aire respirable. Se quitó las máscara y sorbió dos bocanadas. Se la quitó a ella que recuperó la consciencia. "Hay aire. El suelo burbujea. Huele mal. Quizás algunos gérmenes anaerobios producen aire respirable. Es un milagro" " No. Ella nos ha traído aquí" La tortuga los miraba. Esperaba que se recuperasen. Después los miró, con la mirada atenta con que miraría un perro que desea su paseo. Después se sumergió "No te vayas. No nos dejes aquí. El aire se acabará" Volvió a emerger y se volvió a sumergir "Ella se puso las gafas y se sumergió. La tortuga señalaba con el hocico un objeto. Ella emergió. Tomó aire. Se sumergió. Lo cogió. Al tomarlo, la caja de madera podrida se deshizo. En su mano quedó un anillo con una piedra roja. La tortuga la miró. Ella supo que eso es lo que el animal quería. Emergió en la cavidad. Esperó que tomaran aire y lesa sacó a toda velocidad por donde habían entrado. Al salir vieron en una pared el nombre del pecio, Sirio. Cuando emergieron soplaba Levante. Las olas y la resaca hacían arriesgado dejarles en la misma playa. La tortuga les arrastró hasta la cala de Las Mulas en el Parque de Calblanque. La tortuga se alejó. Dicen que as tortugas viven mas de cien años. El Sirio naufragó en 1906. "Tenemos que devolverlo" "Estás loco. Si lo devolvemos acabará en un museo. ¿Tú crees que una tortuga nos ha llevado donde nos ha llevado para que esto acabe en un museo?" "Quizás no" Cuando llegaron a casa limpiaron el anillo. En el interior se leía una inscripción. Piero Rossi y Francesca Buonarrotti. El Sirius partió de Italia con destino a Argentina. Se metieron en Google pusieron Francesca Buonarrotti. Y sí había un historia. Francesca había huido de Italia con 18 años embarazada. Una familia española adinerada la había acogido a su servicio, pero era lista y había sido capaz de montar un hotel próspero en Buenos Aires. Reuníó dinero en 1906 para que Piero que a su vez le había pagado el pasaje viajara a Argentina y así conocer a su hijo, pero no lo conoció nunca. Nada decía en el artículo del anillo. Pero lo tenían en sus manos. NO fue difícil localizar al hijo de piero que a su ves tuvo un hijo que tuvo un hijo que tuvo un nieto. La familia se arruinó, y el ultimo descendiete regentaba un restaurante en Madrid después de haberse arruinado en Argentina. El restaurante se llamaba sirio. Allí le entregaron el anillo que su tatarabuela no llegó a ver nunca.  

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