martes, 14 de noviembre de 2017

CHICLES

"¿Quieres un chicle?" "De sandía. Te has vuelto muy moderno" "Lo compré ayer" "No lo entiendo. Ahota tomas chicles continuamente. Antes no tomabas. Te has hecho adicto. Es como si acabaras de dejar de fumar" "Yo no he fumado nunca" "Lo sé. Por eso se me hace más raro" "Es difícil de explicar" "No te preocupes. Come Tus chicles. Jeje" "Ja ja ja"

No era tan sencillo. Una cosa es hacer algo porque te gusta, porque lo deseas por encima de muchas otras cosas, otra muy distinta es no poder dejar de hacerlo, porque si dejas de hacerlo no sabes exactamente las consecuencias. Y ese era su caso. Una mañana se había despertado cansado. Era temprano. Un madrugón. Se levantó y se encontró débil. Caminó hacoa el baño y encontró el suelo más duro, el baño más lejos y la taza del váter más alta. Sensaciones. Sensaciones estúpidas después de una noche de resaca. Le escocía el dedo. Por la noche se había pinchado. La espina de una extraña enredera le había atravesado la suela y le había herido el pulpejo del dedo gordo. Nada de importancia. el susto al quitarse el calcetín de encontrar algo más grave. Pero por la mañana el cansancio, la distancia, la altura y en el espejo las arrugas. En el rostro y en la espalda, en los brazos y en los muslos. Arrugas flaccidas que habían aprecido por la noche. Era joven. Envejecer veinte o treinta años en una noche no era algo agradable. O quizás la que pensaba que habia sido su vida no era más que un sueño del que acababa de despertar. Arrugas. Por todos lados, y sib enbargo se observó y no encontró una sola cana, ni una entrada, todo alrededor de su casa estaba en el orden del instante previo al despertar. El había cambiado pero el tiempo permanecía inmutable. Le habría afectado una forma tardía de progeria, esa enfermedad de los genes que te hace anciano en plena juventud. Es una enfermedad lenta y progresiva. Nunca súbita. Se duchó rápido. Evitó que un exceso de agua hiciese con él como un garbancico puesto a remojo. Rápido y seco. Tenía que ir al médico. Confiaba que todavía pudiese ser reversible. O al menos pararse, si se seguía encogiendo, los pliegues harían desaparecer sus rasgos se imaginaba como un montón informe de pellejo. La idea le aterró. Salió de casa a la consulta de un experto dermatólogo. Cuando le recibió, calculó que su talla ya habría dismininuido unos diez centímetros., sin embargo se pesó y su peso era exactamente el mismo. "Digame que le pasa" "Doctor míreme tan arrugado" "No sé no le conozco, pero sí, sí que está usted arrugado. ¿No usa crema hidratante?" "Es que ha sido de ayer a hoy" "Y a qué lo achaca" "No lo sé. Estoy muy sorprendido" "¿Alguien en su familia ha padecido de algo similar?" "Que yo sepa no. Todos muy longevos" "Tomó algún medicamento" "Nada" "Drogas. Todos ustedes toman drogas" "Yo no doctor" "Y no le pasó nada. Haga memoria" "No sé" "Esfuércese" "Ahora que lo recuerdo. Pero es una tontería" "Puede ser importante" "Ayer me pinché con la espina de una enredadera. Me atravesó la suela del calzado y me pinchó el pulpejo del dedo gordo del pie" "Descálcese" "¿Puede ser una infección doctor?" "Descálcese. Infectado no parece. Este es el lugar de la punción. A ver. Ya. Lo que pensaba" "Doctor. ¿Tiene un diagnóstico?" "Déjeme que le ausculte. En efecto. Se ha pnchado usted" "ya lo sé doctor. ayer  mismo" "Se ha pinchado y se está deshinchando" "Doctor" "Un poco de Roacutan en spray y quedará sellada. Lo que no sé es cómo podremos volver a inflarlo" "Si consigue pararlo señor algo es algo"

El sellado no había sido muy eficaz. sentía ,auqnue a menor velocidad, desaparcer su volumen. habló con su vecina quien le preguntó si estaba nervioso porque le notaba la boca seca. Le ofreció un chicle. Se fue a casa. Mientras masticaba el chicle sintió en la encía del incisivo superior derecho un flujo de aire que lo rehinchaba. Muy lento, pero él se había vuelto terriblemente sensible a los cambios de presión en su interior. Compró chicles y enguyó uno tras otro hasta que unas semana después alcanzó un volumen mayor que al principio. Le hacía muy feliz hincharse más y tener así un cierto grado de flotabilidad, se sentía muy muy ligero. Nunca más le faltaron chicles.

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