jueves, 23 de noviembre de 2017

LA ULTIMA REGLA

"¿Qué te pasa?" "Estoy que  me retuerzo de dolor" "¿Quieres algo?" "Gracias. Es la maldita regla. Me ha bajado y tengo me da unos retortijones queme dobla" "¿Has tomado ibuprofeno?" "Y nolotil y paracetamol y buscapina y nada. Ah" "A los tíos no les pasa"" No. Cabrones. Todo ventajas y de serie, ni siquiera un extra" "Y el humor. Arriba y abajo en cuestión de minutos" "¡Qué gana de tener mi última regla! El sexo que desee sin temor a embarazos y nada de dolor" "Luego vienen los sofocos, los kilos, y también hay alteraciones del humor" "Ese será otro problema, pero no habrá dolor. Ojalá fuese este retortijón la´ultima regla. Por todos los diablos. Me voy a casa.. No puedo más" "Hasta mañana"

Tomó una salva de analgésicos antes de acostarse. Aun así le costó conciliar el sueño más de una hora. De un lado a otro hasta que el sueño superó al dolor y la tristeza. De madrugada el dolor la despertó. Un dolor intenso distinto sin el ritmo espasmódico de las contracciones de la tarde anterior. El dolor se le extendía a la vulva y a los labios. Un dolor pulsátil como si los tuviese inflamados. Se sentía reventar por dentro. Las cuatro. Aunque era pronto tomó otra andanada de analgésicos y las cinco fue la última hora que vio en el despertador. Un nuevo dolor intenso la hizo arquear el cuerpo entre los talones y el occipucio como una poseída. Su bajo vientre parecía querer estallar desde dentro. REspiró. hondo y ritmico y consiguió controlarse. Miró los anal´gesicos pero a penas habían pasado dos horas de los últimos. Podía entrar en dosis tóxicas. Siguió con la respiración. Pronto amanecería, con la luz del día se encontraría mejor. De día, con todo el mundo despierto, incluso el dolor se diluye. Giró de un lado a otro. Se pasó al borde contrario de la cama. notó en el costado que algo se le clavaba. Palpó , tiró de un hilo y de entre las sábanas salió un tampón limpio. No sabía como había podido llegar ahí. Lo dejó en la mesilla para no tener que levantarse. Se acomodó y se durmió. Esta vez durmió plácida. A mediodía se despertó. TEnía que cambiarse el tampón. Tenía que estar empapado el primero era el día mas fuerte. Se levantó con los ojos guiñados, legañosos, no se lavó la cara. Se bajó el pantalón del pijama. Buscó el hilo y no lo encontraba. Se acercó y notó sus genitales terriblemente hinchados. En una vulva tan hinchada que sin embargo no le dolía fue incapaz de encontrarse la vagina. Abrió los ojos miró y vió entre sus piernas un pene enorme y dos testículos. Se restregó los puños por la cara. Se pellizcó para despertar. Estaba despierta y no era un sueño. Tenía entre las piernas lo que había visto. Se palpó la cara:suave. Tocó sus pecho: prominente. Pero su entrepierna por la noche, entre dolores había cambiado. Tenía ganas de orinar, pero no se atrevía a usar su nuevo aparato. Poco a poco relajó y sintió con alivio salir el chorro. Funcionaba. Su metamorfosisnocturna había dado lugar al menos a un órgano operativo. NO tenía nada de dolor y estaba de un humor magnífico. El fin de semana lo pasó en casa familiarizándose con sus nuevas formas. El lunes se levantó para ir a la oficina. Dudó si falda o pantalón. Decidió que falda era una mejor opción con unas braguitas con culotes. Un tanga ni hablar.

Cuando llegí decidió confesar a su amiga lo que le había ocurrido. Como no la creía le pidió que la acompañara al baño y se la enseñó. Quedó estupefacta, insistió que si no le molestaba quería tocarla por si era de pega. Dio fe de la transformación. Le preguntó que qué iba a hacer. Si pensaba operarse o tomar hormonas, aquello debía ser una enfermedad. El hecho de perder la salud la asustó. Acudió a su ginecólogo de siempre que quedó tan sorprendido como ella, pero le aclaró que le seguiría revisando el pecho, pero para aquello, lo mejor era que visitara al urólogo. Y lo hizo.  El urólogo no creyó que fuese una mujer. Pensó que se trataba de un hombre travestido. Sólo cuando el ginecologo le telefoneó creyo la versión. Lap róstata estaba bien, era un órgano potente completamente normal. Le dijo que a disfrutarlo señora y sonrió. A ella no le hizo mucha gracia la broma.

Se acostumbró a su nuevo aspecto. Fue razonablemente feliz, Nuca imaginó que su última regla fuese a ser así

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