jueves, 23 de agosto de 2012

EL CAJERO


Esta mañana he ido a Cartagena. Es una ciudad donde no me importaría vivir. Tiene mar. Tiene montañas junto a la costa y un clima atemperado por el Mediterráneo. He ido a coger el dorsal para el cross del Llano del BEal que se celebra este sábado. Uno de los patrocinadores, quien se ocupa de los dorsales,  es una tienda de deportes que tiene de logotipo un tritón blanco sobre fondo rojo. Como está al otro lado de la calle de El Corté Inglés (un edificio monumental), he usado su parking para dejar el coche. He sacado el ticket de entrada, no me he fijado mucho en donde he dejado el coche, pero sí que he visto que había gran cantidad de cajeros para efectuar el pago previo a la salida.

De vuelta, he sacado el ticket de la cartera, lo he introducido en la ranura, y he esperado instrucciones en la pantalla. La pantalla se ha fundido en gris. He pensado que se había ido la luz, pero el resto de luces de la ranura para las tarjetas sí que estaba encendido. He mirado a todos  lados buscando algún lugar o a alguien a quien informar de la anomalía, y cuando iba a subir a la planta de entrada he escuchado “¿Adónde vas?” He mirado a mi espalda de donde venía la voz y estaba yo solo, pero la pantalla volvía a tener imagen, pero era la imagen de un señor muy maquillado y enfundado en una túnica dorada. Me he acercado. “Hola Antonio” “¿Cómo sabe usted mi nombre?” Me he arrepentido de preguntárselo cuando me he dado cuenta de que le estaba hablando a una máquina.”Yo lo sé todo Antonio. ¿Tranquilito el veraneo en Los Urrutias?” “sí los Urrutias es un lugar muy tranquilo y allí quiero volver si me hace el favor de indicarme qué he de pagar y dejarse de esta broma” “¿Qué prisas Antonio? Yo sé todo de ti, tu pasado, tu presenta y también tu futuro. Pregúntame y aclararé tus dudas. ¿Quieres saber si vas a ganar la carrera del sábado?” “No la voy a ganar. Yo soy un corredor muy lento. Corro para terminar y si es posible no quedar el último. No quiero saber nada más” “Eres un estúpido” “Lo siento. Sí quiero saber algo. ¿Me va usted a cobrar de una vez?” “Todo a su tiempo” . He solicitado la devolución del ticket y me he ido. Pero tenía curiosidad. Me he apartado a leer unos anuncios y me he fijado si alguien más empleaba ese cajero. Una anciana, una pareja de ingleses, dos mujeres con tres niños, un señor gordo y muy alto, un  tullido y una mujer que no paraba de hablar sola. Me he vuelto a acercar. He introducido el ticket y ha vuelto a aparecer el adivino que ahora me mostraba unas cartas del tarot “Hola Antonio. Ves que estoy sólo para ti. Pregúntame algo” “¿Me estoy volviendo loco?” “No. Si lo estabas eso ya es otra cosa” “Eres un poco cabrón” “Te respondo con tu misma moneda. Yo no elegí esto” Había una niña de unos siete años que se había alejado de su mamá que miraba la oferta de unas toallas. “Oye guapa ven por aquí” “Dígame señor” “¿Qué ves en esta pantalla?” “Un señor que parece un mago” “Gracias. No te pierdas de tu mamá” La nila ha regresado con su  madre. Esta le ha preguntado que donde ha ido, la niña le ha señalado un cajero y ha tratado de explicarle que en el cajero había un mago, la madre l eha hecho un gesto de condescendencia y ha desplegado otra toalla“Ves Antonio. Aprovéchate para saciar tus dudas sobre dinero, amor, fortuna, lo que quieras” “No quiero saber nada de eso. Yo llego al futuro día a día, y el pasado ni puedo ni quiero cambiarlo. Por qué no buscas a otro” “No te he elegido yo ya te lo he dicho y quien te haya elegido se ha equivocado porque das muy poco juego” “Me estás costando dinero, exactamente tres con un céntimo cada minuto de esta conversación. ¿NO irás a medias con El Corte Inglés?” “Lo puedes amortizar si tú quieres” “No quiero. Quiero irme”

He pedido la devolución del ticket. Me he ido a la caja central donde he pagado directamente. Cuando he ido a buscar el coche no lo encontraba. Por un instante he pensado que el mago lo ha hecho desaparecer, pero sólo ha sido un despiste mío, me había equivocado de planta. Un vigilante me ha acompañado y he vuelto a casa. El sábado es la carrera.

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