sábado, 4 de agosto de 2012

UN ADIOS PARA SIEMPRE

“Quince minutos. Me has dejado quince minutos para prepararme para pasar dos días bajo tierra junto a ti. ¡Qué ocurrencia!. Cabronazo. Tiene gracia. Eso fue lo que me atrajo de ti, tu sentido de humor, ese sarcasmo que te ha acompañado hasta después del final. Todos pensaron, incluso tus hijos y el notario, que se trataba de una venganza. Se sonrieron. No te conocían como te conocía yo. No me conocen como me conocías tú. ¿Cuánto tiempo llevarías incubando la idea?. Años seguro. Habrás disfrutado en ese tiempo. Aun cuando la enfermedad te mortificaba, la evocación de tu ocurrencia secreta te despertaría una sonrisa, te haría guiñar tus ojos pequeños. Despertaría el brillo húmedo cargado de la libido espesa de tus ochenta años. Música. Películas. Mi iPad será suficiente Una de sus sondas para la orina y bolsas. Agua y fruta seca, la sal da sed y ganas de orinar. Además en tan poco espacio se gastan pocas energías. Te voy a echar mucho de menos. No creo que vuelva a encontrar alguien como tú. Alguien sí, pero a años luz. Me va a gustar este tiempo. Tú y yo solos. Tan juntos. Nadie más. Y después adiós. Para siempre. Un bikini. Abajo hace calor. Y mi almohada. Perfume. Nunca olías u olías a perfume, pero ahora sí vas a oler. Eso va a ser lo más desagradable. Espero que no llegue a tener ganas de vomitar, el vómitos sí sería asqueroso. No voy a renunciar a nada. Es mío porque tú has querido que lo sea. Una prueba qué más da. Yo lo hago a gusto. Ellos no lo harían. Harían trampa, sobornarían al albacea o a los testigos. Yo lo voy a hacer de buen grado. Contigo amor mío. Cuando me declaraste tu amor ya sabía que me ibas a dejar. Ley de vida. Los jóvenes viven más. Los viejos mueren antes. Pero tenía la sensación de que te alcanzaría. Pero no ha sido así. Habría sido hermoso, pero no habría sido práctico. Mi vida ya se acelera, pero me queda vida, mucha vida, sin ti, pero la viviré lo mejor que pueda. Tú me lo decías. Tenías razón. Me has hecho feliz. Ahora yo cumpliré tu voluntad. ¿Lo llevo todo? Tres minutos para el tiempo que me diste”


“Señora tenemos que bajarlo ya”

“Mírala qué fulana en biquini” “Y todo por dinero” “Esto no se puede ver” “Pero tienes que esperar aquí para recibir lo que te pertenece. Esa zorra no se puede salir con la suya”

“Ya estoy aquí. Puede levantar la tapa. Es más grande de lo normal así estaré más cómoda” “Son dos plazas confortables señora. ¿Está cómoda?” “Sí esto es muy confortable” “Agárrese al asa del lateral. Ahora tengo que cerrar la tapa. Después la bajaré. La dejaré en el segundo piso de la fosa `para que en lo posible esté más fresca. Tengo que tapiar el nicho, cuando hay un cadáver tengo que hacerlo así. Pero dejaré algunos respiraderos. Tendrá suficiente aire” “Gracias puede proceder. Estoy muy bien acompañada. Hasta dentro de dos días”

El ataúd de doble ancho se baja golpeando las paredes de ladrillo. El sepulturero baja al fondo de la tumba. Introduce la caja en el hueco y con ladrillo y cal la tapa cuidando de dejar dos aliviaderos. Corren la lápida y tapan la fosa. Debajo silencio y humedad.

La mujer mira la oscuridad a su alrededor. El cadáver de su marido junto a ella helado, con su rostro mal reconstruido por el funerario. Le abraza. Está cansada. Echa de menos el calor de la vida que a él le falta, pero cierra los ojos y sueña. Dentro de dos días. Volverá a ver la luz. Tomará una ducha. Cogerá sus escritos. Acudirá al notario a hacerse cargo de la herencia que con una sola condición él quiso dejarle .Ese sí será un adiós para siempre.

No hay comentarios: