domingo, 5 de agosto de 2012

MOLUSCOS


“Polígono industrial oeste. Lonja del pescado. Puerta treinta y seis. Es aquí. Treinta dos. Treinta y tres. Treinta y cuatro. Treinta y cinco. Treinta y seis. Menos mal que el muelle está vacío. Vengo molido. Las cuatro de la madrugada. Cinco horas desde Águilas. Hay poca gente por aquí. Es martes. No veo al asentador”

El enorme portón de hierro con el mismo logotipo que luce en el cajón del camión frigorífico está cerrado. Troquelada a la izquierda hay una puerta y un timbre. Llama. Nadie se da prisa en contestar. Espera. Aunque es verano a las afueras de Madrid ya hace fresco. Descargar y volver. Si le abren. Vuelve a llamar. En el interior se escuchan ruidos. Quien viene renquea. Farfulla.

“¿Qué prisas son estas?” “Estoy cansado quiero dejar mi carga y marcharme. Me quedan muchos kilómetros para llegar a mi casa” “ ¿Su carga de qué?” “Marisco fresco como siempre” “Me parece muy bien, pero me ha despertado” “Lo siento pero en la lonja siempre se ha trabajado a estas horas ¿Qué quisiera yo? Si pudiera levantarme a las ocho de la mañana y a las tres dejar mi trabajo hecho y después dormir la siesta sería el hombre más feliz del mundo” “Ese es su problema pero le he dicho que a mí me ha despertado” “Bueno. ¿Pero donde descargo?” “Descargar qué” “Quinientos kilos de gambas, almejas, lubinas y doradas que llevo en el camión. Su pedido” “Yo no he pedido nada” “Su empresa” “¿Qué empresa?” “Pescados Madrid. Me está usted cansando. No estoy a estas horas para bromas. Quiero descargar e irme como hago tres veces cada semana en éste mismo lugar” “Aquí no va a descargar nada” “Me está usted poniendo muy nervioso. Voy a llamar a mi jefe y se va a cabrear porque es muy temprano” “Yo ya estoy cabreado”

Jefe perdone que le llame. La dirección de entrega era la de siempre””…” Lo siento. Lo sé pero hay un señor que no me permite descargar” “…” “Llama usted. Venga pues ya le confirmo”

Suena el teléfono del señor. “¡Estoy esperando su entrega!.¡ Ya se están retrasando!¿Donde están los quinientos kilos de pescado que me prometió” “…”

El hombre regresa. No parece enfadado. El error se ha subsanado. Resopla. Piensa en que después va a almorzar un bocadillo de jamón y queso en una venta de carretera. Si el hombre no le atrasa más podrá después dormir una hora en la caja del camión y aun llegará a tiempo de comer en casa. Y después dormir una siesta larga. A las once le espera una nueva carga esta vez para Bilbao. El hombre se sienta junto a la puerta y enciende un cigarro.

“¿Está aclarado el malentendido? El pescado de hoy es excepcional” “¿Qué?” “¿Me abre la puerta que descargue?” “¿Qué quieres?” “El pescado ¿lo puedo pasar ya? Usted acaba de hablar por teléfono con mi jefe. Le ha dicho que esperaba un cargamento de pescado. Yo le he oído. Aquí está, un pescado fantástico” “Yo no he hablado con nadie” “Por favor. Otra vez no”

Jefe soy yo de nuevo. Perdone que le llame” “¿Quién eres tú?””Manolo su empleado que he venido a entregar una carga de marisco a Madrid” “¿Marisco a Madrid?” “. Jefe. Jefe. No cuelgue”

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