miércoles, 21 de febrero de 2018

CORREDOR NOCTURNO.

Llegó cansado y salió a correr. Era una noche clara de invierno. Luna llena. No se llevó el frontal. Se senti caer la escarcacha afilada hasta que el cuerpo entró en calor. Trote. REspirción pausda. Mente en blanco. Pensamientos positivos. Lejos quedaron las últimas farolas del pueblo. Lejos los ruidos  de los coches. Los perros de las casas de la huerta aullaban, todos a una. Respiración. pausada., Inspiración y espiración. Media hora . Medio recorrido. Media vuelta. La luna enfrente, poderosa. En el río la niebla. A tu espalda pasos. Pasos a tu espalda. Dejas de respirar uno segundos. Ecuchas tus pasos. Escuchas pasos a un ritomo en todo semejante al tuyo cien quizás doscinetos metros más atrás. No tienes la exclusiva de correr de noche. Cuaquiera puede hacerlo. Pero la noche... Apuras el paso. Unas respiraciones hondas para meter combustible en el horno. Rápido. Miras atrás. Has pasod una curva. NO ves a nadir. Una recta. Miras. Tu perseguidor ha apurado el paso. Vuelves a cambiar el ritmo. Eseras que no sea un gran atleta, proque te acercas a tu límite. Vuelve a no repirar para escuchar. Ritmo idéntico al tuyo. REspiras de prisa. Empiezas a sentir flato. Estás en tu límite y tu perseguidor hace un nuevo cmabio de ritmo. Miras. Avanza sin esfuerzo. Sientes miedo. Podrías confesar que te has asustado No tienes por qué . Es más probable que sea un corredor nocturno como tú  que un maleante. Mucho más. Mucho mucho más. Conoces el reconorrido. Te fijas en las cancelas de las casas. están cerradas. Si necesitases entrar no podrías. Pedir auxilio. Por favor ayúdeme. Quizás no te abrirían, desconfiarían de ti o te atacaría el perro. Sigues . Has avanzado otro kilómetro. Te va comiendo el terreno al ritmo que le conviene. Dos kilómetros sin casas. diez minutos expuesto. Elegirá ese momento para acvalazarte sobre ti, las gafas el reloj, elteléfono, son valiosos, deberías llevar materiales más baratos para no despertar la tentación. El flato. dolro agudo en el hígado. Tienes que aflojar el ritomo en esta zona aislada. La luna se oculta detrás de una nube. El cielo toma un color rojizo. Sientes su aliento a tu espalda. Ni un grito, ni un improperio, ni una amenaza. Pasos firmes y calculados de corredor experto. Tu sudor es frío. Sientes la braga del cuello calada. La gota de la esplada que te enfría. Oyes sus pasos mejor que los tuyos. Su aliento se confunde con el tuyo. Cada vez más debil. No miras. No aceleras para no demostrar el pánico que te embarga. Miras al lado. Tu misma camiesta, tus mismos calzones, tus mismas zapatillas. Tu braga, tu gorra tus gafas, tu relojo y tu rostro junto a ti. Sonríe. Eres tú. Algo más rápido pero tú. Cuando te pasas haces un gesto con la mano de despedida. Un adiós. Si no te encontraras tan débil le devolverías el saludo de corredor. Pero estás muy debil Tienes sueño. TE duele la tripa. La debilidad se extiende por tus miembros. El corredor, tú te alejas hacia tu destino. No puedes más, Tu sombra que sigue corriendo se ha lelvado la fuerza y te ha dejado exhausto. Desaparece o desapareces en la última curva, la que enfila el último kilómetro. TRatas de coger el agua pero el bidón se escpa entre tus manos, las manos se disuelven los pies se disuelven, No quedan más que tus pensamientos, el otro corredor, el corredor tú, ya ha lelgado, estira, estiras como de costumbre. Tú, él te has disuelto.

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