sábado, 17 de febrero de 2018

SORBOS anemia 5ª temporada 9ª entrega y final de la 5 ª serie

Vlad volaba despacio, planeaba en las primeras horas de la noche.Intentaba encontrar palabras. Respuestas en los quinientos años de vida y muerte que arrastraba. Eufemismos, circunloquios, prosa, poesía: huía. El inmortal huía. Silenciaba las voces interiores con la mirada perdida en la luna. Silenciaba los espasmos internos agitando las membranas de las alas. Cerraba los ojos y se dejaba caer girando hasta centímetros del suelo, después agitaba las alas y ascendía. Lento. Pausado con la desgana y la falta de energía de un adiós sin palabras. Buscaba su primera cripta, su cripta más antigua, la primera tierra, los restos del barro de los cárpatos que mecían su cuerpo. Ser hombre por un año y después bestia, era un precio inasumible para alguien acostumbrado a la eternidad, para alguien habituado a la elegancia. Elegante y eterno huía. Buscaba el cobijo en el seno de la tierra que lo vio nacer y morir y empezar la eternidad. Se coló por las grietas de la cripta. levantó la tapa de su primer ataúd desvencijado y se tumbó. La tierra mollar que le acogía, le sabía ahora acre. Miró, quizás los cazavampiros habían echado algún aditamento que reflejara la luz del sol. No la tierra de siempre, pero acre y de mal olor. Cada vez encontraba mayor dificultad en encontrar el acomodo que buscaba. El descanso para un inmortal no llegaría ya nunca. Salvo con la muerte.

Antes había llegado la paz.Por qué gastar energías en ensartar al único vampiro de Murcia si no asesinaba o convertía a ningún habitante. Sostenible.Vlad era un vampiro sostenible que merecía protección y no castigo. Acaso no se protege a los lobos que acosan los rebaños, por qué un vampiro debería ser distinto, por qué un vampiro que no abusase de su poder no podía ser objeto de protección. Así Santi confortada dejó la estaca en sus encuentros fortuitos o provocados con Vlad. Consciente de la tregua Vlad accedió. La misma Santi se ofreció a saciar su sed. A sorbos. Mordiscos en el cuello. Sorbos suaves, canapés excelsos para el gusto de un vampiro. Placer para la cazavampiros. La tregua, la costumbre, hicieron los encuentros más frecuentes, los sorbos más ávidos, más cuantiosos, con ellos Santi palidecía pero no podía resistirse a los encuentros con el todopoderoso que se rendía a sus pies. Encontró en las libaciones del vampiro un placer oculto, una necesidad, una dependencia que echaba en falta y que necesitaba cada noche. Cada día se le hacía más corto. Cada día más necesario y más sabroso. Sabía el riesgo de exponerse a la mordedura de un vampiro, Tan frecunete y tan intenso. A pesar de la cautela de Vlad. Cuando amanecía cada mañana, Santi abría la cortina con cuidado. Se exponía despacio a los rayos de luz. Si no había ningún efecto abría la ventana por completo y se exponía a la resaca de una noche con Vlad.

Vlad sorbía cada vez más, él lo necesitaba y él lo deseaba. Un día, en la dulce inconsciencia, algo lo detuvo.Si seguía pasaría el límite. Si seguía Santi sería carne muerta, como él. Se paró, se apartó. Ella le preguntó si estaba bien. Le respondió sí. Al día siguiente faltó a su cita.

La tierra de los Cárpatos. La tierra que siempre le había acogido como una parte de sí mismo le supo raro.

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