jueves, 15 de febrero de 2018

ANÉLIDOS

Fue paciente al buscar los gusanos. Fue meticuloso al humedecer el fondo de la bolsa con arcilla. Fue valiente para olvidar su fobia e introducir la cabeza en un bolsa medio llena de gusanos.Ceñía la bolsa a los lados de la cabeza. el olor de los gusanos, esencuialmente a humedad con regustos acres se podía considerar un olor desagradable. Sin embargo comprobó que cuando mantenía la cabeza dentro más de cinco minutos, el efecto era embriagador. El bisbiseo del movimiento como pequeñas serpientes, enroscándose unos con otros, enredándose y separándose, deslizándose en la oscuridad , con la única luz del reflejo de sus ojos en un espacio pequeño cerrado. sólo la punta de la nariz entró alguna vez en contacto. Pensó que así habría alguna comunicación, pero el contacto viscoso, efímero no le produjo ninguna sensación que pudiera semejar a una palabra o un gesto. Aun así siguió pasando cada vez más horas de sus días en el mundo de la bolsa. En el silencio le pareció encontrar a ratos algo parecido a una nota musical, un canto breve, un grito silencioso o una vibbracion como un timbre pero sordo. Matices. Cada vez más matices. El movimiento , la forma de enredarse era una danza, a veces caricias, a veces castigo. El mundo exterior cada vez le interesaba menos absorto en la contemplación de los sees de la bolsa. Sólo a gritos conseguían llamar su atención y solo un momento. Un hombre con la cara metida en una bolsa y más sabiendo el contenido ak principio hacía gracia, pero después todos lo tildaban de loco. Avanzó el otoño, pasó el invierno, al final de la primavera, las horas de sol oreaban el suelo y el interior de la bolsa. Cada vez se sentía más incómodo. Sólo por la noche, en cuevas o alcantarillas era capaz de disfrutar. Pero los gusanos cada vez estaban más inmóviles. NO danzaban no se trenzaban y nunca nunca le acariciaban ya la punta de la nariz. Su rebaño llegaba a su fin. SE encontró el mismo cansado contagiado de la astenia de los gusanos. En junio llovió todo el dia, no una tormenta sino un temporal tardío. Aprovechó para ir al parque, los pocos gusanos que aun se movían consiguieron tener algunos espasmos o esterores que les devolvieron el movimiento. Se acostó en el suelo. Apoyó la cabeza en el parterre. Moció el cuello levemente a derecha e izquierda, con una técnica que no sabía que conocía. Se fue clavando en la tierra. Y se sintió agusto en la tierra húmeda. Liberó los tres gusanos que quedaban vivos. Abrió los ojos y ya no vió. comió raices y tubérculos, Se olvidó de la luz, del calor y del mundo seco. Miró a su alrededor y encontró otros humanos como él reconvertidos al mundo somero subterráneo. Se deslizó hacia ellos. se enroscaron, se deslizaron, a veces con caricias y a veces con golpes. Establecieron sy jerarquía, pero una jerarquía que siempre siempre estaba por debajo de las del gigante que desde el cuello de la bolsa los contemplaba.

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