sábado, 10 de febrero de 2018

OMEPRAZOL

"Tranquilo. Tiene una úlcera que está sangrando. El endoscopista le ha puesto un tratamiento y ahora seguiremos nosotros con tratamiento médico por la vena" "¿Qué me va a poner?" "Un buen chute de omeprazol" "No doctor. Omeprazol no. Mi religión me lo prohibe" "No sea exagerado" "Con mi alma hago lo que quiero y todos los de la religión de los benditos sabemos que el omeprazol acaba con nuestro alma" "NO sea supersticioso. Se le ha echado la culpa de muchas cosas, pero es un medicamento seguro usado para sus indicaciones" "A mi no. Mi alma está conmigo mucho tiempo y no me la va a disolver con ese maldito producto" "Está seguro" "¿Me ha visto dudar?""Me firmará el rechazo al tratamiento" "Sin duda" "Allá usted. Yo lo trataré lo mejor que pueda" Se acerca el enfermero."Menos mal que te ha dicho que no quiere. Nos queda lo que tenemos en stock, y se rumorea que lo van a retirar pronto. Los Benditos son cada vez más numerosos y están cogiendo mucho poder" "Los políticos se casarían con el diablo con tal de sisar unos votos" "Nos quedan unas ampollas" "Las dosificaremos si viene alguna hemorragia" "Mientras no lo prohiban" "Claro" "Ya está" "¿Qué?" "Enciende tu ordenador" "Lo han prohibido" "Sigue leyendo, y previene sobre las sanciones si se usa sin excepciones".

Esa misma noche, en los barrios más oscuros de la ciudad, decenas de personas con pirosis, ardores o inflamaciones de esófago caminaban ocultos en las sombras. Habían oído que en la proximidad de lugares en que encontrabas zapatos entrelazados colgados de un arbol o un hilo telefonico, podías encontrar toda clase de estupefacientes. Los yonkis encontraban dificultad de subir a sus establecimientos habituales. Por la mañana los basureros se encontraban con montañas de blisters de la sustancia, al principio, después eran bolsas sucias llenas de humedades y hongos. La policía dejó de hacer redadas. Los trabajos con turnos nocturnos con comidas a deshoras causaban dispepsias y pirosis, los agentes también habían quedado huérfanos y hacían la vista gorda. Al principio. Después las instrucciones fueron serias, se depuró a varios agentes dispépticos que habían colaborado con los traficantes y se demolieron los bloques donde se hacía el tráfico.

Los sucesivos estudios, demencias, cancer, dislolución del alma se difundían a todas horas en los medios. Se empezó a temer que la expulsión tardía a través del sudor de una sustancia tan terrible pudiera contaminar a otros seres humanos, a las mascotas o incluso el ambiente. Se incentivó a quien denunciara a los consumidores más crónicos, hijos denunciaron a su spadres, mujeres a sus maridos, padres a sus hijos. Se construyeron campos de una cuarentena que nadie sabía cuanto iba a durar. En alguno de los campos el terror al contragio fue tal que según iban llegando noticias del peligro, los encargados huyeron con las puertas cerradas, miles de consumidores de omeprazol murieron de hambre y de sed. La solución final omeprazol cero estaba próxima. Oficialmente no hubo muertos. A los desaparecidos nadie los contó.

Hasta que un día. La empresa farmacéutica de la familia del líder comercializó en benditoprazol, que ni producía demencias, ni cancer, ni atacaba al alma y tenía otros efectos colaterales todos ellos beneficiosos. El precio eso sí multiplicaba por diez mil el precio del venenoso omeprazol.Todo el mundo estuvo muy feliz.

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