jueves, 5 de abril de 2018

ESPINOS

Quería  marcharse. Debía marcharse. Vivir en un pueblo sitiado es aburrido. Pero marcharse de un lugar del que nadie antes había conseguido escapar parecía una labor imposible para un cobarde.Marcharse por un lugar donde los cadáveres de otros fugitivos más inteligentes, más valientes que él, permanecían a expensas de las fieras y los carroñeros. Un cobarde por el camino de los valientes. Un cobarde por el camino en que los héroes , sus huesos, yacían desmembrados. El sacerdote siempre miraba alrededor del pueblo. Era un hombre viejo, nadie se atrevía a adivinar la edad, nadie intentaba escapar sin consultarle, sin solicitar su consejo o  sus bendiciones. "Padre voy a marcharme. No aguanto más este encierro" "Has tardado" "Soy un cobarde" "Los valientes han fracasado" "Supongo que yo también fracasaré, pero ha llegado el momento en que mi balanza ha roto su equilibrio. No hay marcha atrás" "Siempre puedes pensarlo más veces" "¿Mas de mil, más de un millón?" "Una más" "¿Para qué?" "Para quedarte" "Quiero irme" "Quizás aquí tienes un futuro" "Un futuro enclaustrado no me gusta" "Yo soy muy viejo" "Yo no soy un hombre santo como usted" "Ja. No siempre lo fui" "En cualquier caso no soy usted" "¿q
Quien eres tú entonces?" "Tampoco lo sé, pero quiero averiguarlo, y para averiguarlo he de salir de aquí" "¿Por el camino de los héroes?" "Por donde sea" "Mira acércate. Cada camino de un héroe conduce a un cadáver" "Lo sé. No me importa ser un nuevo cadáver aunque no sea ni pretenda ser un héroe. Solo quiero huir, alejarme" "¿A qué esperas entonces?" "Esperaba un consejo, o su apoyo" "Crees que cada uno de los héroes no solicitó también mi consejo  y  mi apoyo. Y mira el resultado" "Aun así. Lo necesito" "Te apoyo, pero sólo te aconsejaré que sigas tu propio instinto. ¿Cuando te vas?" "Esta noche" "¿De noche" "Me gusta la luz de la Luna llena" "Allá tú" "Deme su bendición" "La tienes" "Hasta la vista" "Adiós"

Al rededor del pueblo el campo era un erial. Nada se podía cultivar desde que llegaron los espinos. Las enredaderas espinosas que atrapaban animales, plantas e incluso algunos decían que la ideas. Llegó justo al borde. Se atrasó diez metros. En teoría era una cuestión de velocidad. Coger la velocidad suficiente para superar el crecimiento de las enredaderas espinosas. Caminó hacia atrás. Respiró. Respiró y volvió a respirar. Y corrió más rápido que había corrido nunca. Sólo cien metros. Diez metros y empezó a sentir los primeros arañazos y cortes en los tobillos, veinte metros y las rodillas se laceraban a cada paso. el dolor empezaba a hacerle mella. Estaba sangrando. Diez metros más y los espinos se clavaron en sus piernas y lo derribaron. La carrera terminó del golpe. Nuevos espinos se encargaron de su torso, los troncos de las enredaderas se tensaron y desgarraron su carne. En el cielo los búhos esperaban la preparación de su festín. Se estaba convirtiendo entre dolores y sangrado en un cadáver más. Sacudió las manos sacudió las piernas y con cada sacudida decenas de espinas se clavaban en su carne y desgarraban la piel e incluso músculos. Estaba perdido.Dudaba si había merecido la pena. Seguía intentando desasirse, pero cada vez estaba más atrapado. Decidió no gastar más energías.Quieto esperar la muerte. Respiró. Intentó encontrar algo de gozo como los mártires en el sufrimiento. Quieto y respirando con la mente parada en la idea de la libertad fuera de su pueblo sitiado. Con la quietud los espinos se separaron. Se sintió libre, sin dolor, y con sangre suficiente para reemprender la huida. Se levantó, corrió y con su carrera los espinos acabaron su trabajo, y lo que no hicieron los espinos lo hicieron los búhos por la noche y aun quedó algo para las ratas.

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