domingo, 26 de febrero de 2012

Apadrinar un niño

Llamaron a la puerta de su casa. No se explicaba por qué llamaron y no tocaron al timbre.
Miró a través de la mirilla. No se veía a nadie. Esperó. Abrió la puerta.
Un niño se abrazó a sus pies.
-Hola padrino ya no hará falta que me envíes más dinero

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