martes, 14 de febrero de 2012

Last minute

Dejó de gritar cuando le faltó el aire. Nadie le había escuchado. No tenía fuerzas para desasirse de las manos que como tenazas le estaban aplastando la tráquea. Cuando se rompió el primer cartílago, el chasquido anticipó la hinchazón enorme de su rostro, la crepitación de su piel que se había llenado del aire que ya faltaba en su cerebro.

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