sábado, 4 de febrero de 2012

El vampiro y la muchacha

El viejo vampiro estaba bien integrado en el barrio. Era frugal en sus costumbres. No exageraba en las libaciones de la yugular de sus víctimas, apenas un sorbito de sangre fresca de mujer joven. Insuficiente para transmitir su inmortalidad. Suficiente para nutrirse de juventud, de tiempo una temporada.La cantidad y la frecuencia justas para no despertar la alarma de las sucesivas generaciones de ciudadanos.
Estaba oscuro. Necesitaba una dosis de sangre. Se levantó con más pereza que de costumbre. La artritis de la vejez se aceleraba la víspera de la transfusión.
Se transformó en murciélago y revoloteó por la ciudad. Abajo, junto al parque cerca del cementerio,  había una muchacha.
Se posó en el suelo a su espalda. Muy junto a su cuerpo se acercó a su cuello. Cuando sus fauces se iban a cerrar y el aparato succionador estaba preparado, la chica se volvió y sus labios se juntaron.
Fue una sensación distinta.Un placer mayor que el de la sangre fluyendo a su interior.
Ella le dijo que lo sentía, que estaba esperando a alguien. El vampiro mantuvo el silencio y corrió hacia la tapia. Localizó otra yugular y sació su deseo, pero aquella sangre no llegaba a saciar el revoloteo en su estómago.
La noche siguiente regresó. La muchacha seguía estando allí. Se posó en un lugar oculto y apareció. La muchacha le vio llegar. "Le estaba esperando. Su beso de ayer despertó algo en mi"
Sin hablar la volvió a besar y la desazón comenzó. Se volvió corriendo. busco otra víctima que no le sació su sed ni el pálpito de su abdomen.
Aquel beso le estaba rompiendo. De nada valía la tentación de volver inmortal a la muchacha. Los besos de las muertas aunque sean muertas vivientes, son besos fríos y no saben a nada.
Volvió la noche siguiente. La muchacha le estaba esperando. Sus ojos húmedos. Su pecho palpitó en cuanto le vio llegar. Un nuevo beso aún más intenso que los anteriores. sus manos se deslizaron por aquel cuerpo joven. Y de nuevo se marchó en busca de su alimento.Escuchó a su espalda un "vuelve" de una voz trémula.
Buscó una sangre que le produjo náuseas. Recordaba aquellos besos vivos.
Regresó al almacén donde estaba su tumba. Se sentó en un banco de la calle debajo de un ciprés y esperó la salida del sol.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta el comienzo! Ahora, si ya esta muerto porque se ha enamorado? No debería sentirse así, es mas no debería sentir nada..
By an ikemen fan

ast alias ash dijo...

akiko parece mentira que no sepas que el amor de verdad el que te quiebra, el que te quita el sueño y la vida, trsciende muy netamente a la muerte. Además es un relato. Un microrelatono es como el cribado, el nivel de evidencia puede ser infinitamente bajo

Anónimo dijo...

Lástima, me hacia ilusion que fuera un cuento corto, que siguiera,es decir me hubiera gustado que terminara diferente.