miércoles, 25 de abril de 2012

ANEMIA 11 .La librería


La eternidad es aburrida. La muerte es aburrida. La existencia de un vampiro es una muerte eterna. Por mucha imaginación que tengas, cuando los años se cuentan por siglos es difícil encontrar alguna sorpresa. Tedio. Desesperanza. Tristeza y añoranza. Despertar de noche sobre un lecho de tierra, aunque sea la tierra maldita que te vio nacer. Girar la cabeza y no ver más que una tabla. No sentir un aliento cerca. Siempre frío. Y el hambre, ese ansia por salir a sorber sangre de tus víctimas. Regresar al sueño del día. Dormir sin estar cansado para poder seguir muerto eternamente. Ser  todopoderoso y vivir huyendo. Ser inmortal y estar escondido. Cansera Vlad, cansera.

Cuando de regreso retomó su lecho, no podía dormir. Sabía lo que turbaba su sueño. No soportaba más la rutina. Cada noche en media hora había saciado su sed. El resto de tiempo le sobraba. Tenía un local grande. Podría poner un bar de copas. No le apetecía el olor a fritanga en su guarida. O mejor una librería. Si algo recordaba de sus tiempos de humano eran los libros. Las historias y las palabras. Las sensaciones tan diferentes a cada humano con la lectura de un mismo libro. Sin embargo le llenaba de un placer triste pero inevitable pasar el índice por los lomos de pilas de libros, esperando que el azar, o el poder del diablo, le señalase el título del libro que le ayudara  a mitigar su melancolía.

Una librería nocturna. Con sillones, café y té. Con estantes y libros. Tertulias de madrugada. Sin humo, porque el tabaco no está permitido, pero con flujo de palabras y de ideas. No importaba que no fuese rentable. No necesitaba dinero.

Sólo fue necesario limpiar, repasar la pintura e instalar el mobiliario. Dejó que se reconociera que había sido un banco. Le gustaba reutilizar. Él también había reutilizado su cuerpo después de muerto. Al anochecer abrió las puertas. Entró un muchacho. Gafas gruesas de pasta y una tablet debajo del brazo. Caminaba a saltitos. Paseó entre los estantes sin rozarlos.

“¿Sólo tiene libros?” “Esto es una librería” “ Lo sé, pero no tiene videojuegos” “Sólo libros” “Son todos muy antiguos” “ Clásicos. Los clásicos no pasan. Lo son porque recobran nuevas vidas con cada lectura sin influir el tiempo” “Son muy viejos ¿dónde tiene las novedades?” “Esta no es una librería de novedades. Aquí dejamos que el tiempo tamice lo bueno y eso es lo que exponemos” “No se va a comer una rosca” “Me da igual” “Allá usted. Los libros en papel tienen sus días contados” “Muchacho a veces lo más emocionante ocurre después de la muerte. La vida, créeme no es  imprescindible” “Es usted un tío raro” “Soy muy viejo” “No lo aparenta” “No, no lo aparento” “Me llevaré éste” “Drácula. No es de los mejores”. “¿Qué le debo?” “ Te lo regalo. Cierro un  momento que tengo que salir a cenar” “Pídase algo” “ A veces la cena viene a mi tienda, pero hoy me apetece salir a picar” “Gracias”

Cerró la persiana y voló en dirección a El Palmar. Se hizo creer que su destino era una casualidad, pero sabía que no. Era un destino cargado de algo muy parecido a la esperanza.

Empezaba a hacer calor en Murcia.

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