viernes, 6 de abril de 2012

NOCHE DE LLUVIA

Llueve a jarros sobre el Hospital de Los Arcos del Mar Menor. Noviembre. Una gota fría en el Mediterráneo. Lluvias torrenciales. A los médicos de guardia de urgencias de los Arcos no les importa demasiado. Con un tiempo tan adverso vendrá menos gente. Vendrá quien realmente tenga que venir.

 El Hospital ha dado un salto tecnológico desde el traslado del hospital antiguo que sin embargo era mucho más bonito, en La Ribera, en primera línea de Playa.

 En la puerta de acceso se detiene una ambulancia. El celador se acerca para ayudar a desplazar la camilla. Un coche se detiene detrás. Un hombre joven con botas de agua y un jersey de cuello alto de lana. Se abre la puerta y la camilla no se desliza. El hombre joven se acerca. El conductor, el médico y el enfermero de la ambulancia también. Piden una camilla. El celador la acerca y mira el interior. En la ambulancia del 061 hay una bañera. De ella sale un brazo en el que hay clavados varios sueros. La izan. La ponen en la camilla y entran directo a la reanimación.

 “Qué traéis” “Un “ duda “Una muchacha se ha tragado un anzuelo” “¿Sólo?” “ Sólo no. Hay algo más, pasa” Los dos entran en reanimación. Destapa la mitad de la bañera y aparece la cara de una niña pelirroja de tez muy blanca de tonos violáceos. Su cuello tiene unas estrías móviles. Sus ojos grises muy claros muestran pánico. De su boca sale un sedal. No habla. De vez en cuando se sumerge y de su boca salen pompas. El médico de la ambulancia termina de destaparla y muestra que de cintura para abajo no hay diferencia entre la niña y un besugo. “¿Pero esto qué es?” “Yo diría que una sirena” “¿Y qué hacemos?” “No lo sé, pero has visto su mirada. Yo no daría parte. Acabaría en un zoológico, la condenaríamos a una vida desgraciada” “¿Aviso al cirujano?” “No si están muy liados la mandarían a la Arrixaca y allí seguro que intentarían hacerle un trasplante de algo” “O Extirparle la cola y condenarla a decenas de operaciones para crear algo parecido a unos pies” “Lo mejor es quitarle el anzuelo y devolverla al mar” “ Hoy tenemos de guardia de interna a la Dra Bonill, la endoscopista”

La Dra Bonill vino. Se mostró de acuerdo en el manejo con discreción de la situación. El anzuelo según las radiografías era una potera, un anzuelo múltiple con una sola base. Si no había dañado mucho lo podrían extraer. “¿A quien tenemos de anestesia?” “Está el Dr Méndez” “Fran. Muy bien”.

 Vino el anestesista . A Fran le pareció muy interesante sedar a una sirena. En principio desechó el propofol después de la experiencia terrible que tuvo Daciano en pediatría de la Arrixaca con un pequeño hombre lobo. “Le vamos a anestesiar por inhalación. Dame el sevo” “Fran hay un problema” “No me molestes ahora ¿Qué?” “Tiene branquias y tenemos tubos y mascarillas laríngeas pero no mascarillas branquiales todavía” “Es verdad. Bueno pues vamos con el propofol”.

El anzuelo no había hecho grandes destrozos en un estómago lleno de camarones. La Dra Bonill lo desenclavó y lo retiró. Se comprobó que no había una gran perforación. Le pusieron antibiótico, la metieron en la bañera a la que inyectaron oxígeno. La sirena los miró sin comprender mucho y en la ribera en medio de un tremendo aguacero la devolvieron al mar.

 A lo lejos hay quien dice que vio el reflejo de un tridente, pero seguro que eran rayos

2 comentarios:

Menuda dijo...

Muy muy interesante y bien escrito!!!
Saludos!!

R

Anónimo dijo...

No lo había leído, es súper ingenioso y divertido. Me gusto muchísimo