miércoles, 18 de abril de 2012

UN CORTADO


Cuando fue a pagar el cortado, al sacar el dinero del bolsillo pequeño del pantalón, parte del contenido se derramó en el plato. La cuchara tintineó y cayó al suelo. Recobró el equilibrio. No se había manchado. Se sentó solo en una mesa apartada. Cogió el vaso y lo acercó a los labios. Un sorbo. El café cortado inundaba el vaso. Tomó una servilleta de papel para evitar el chapoteo. Antes de poner la servilleta para empapar el líquido vio imágenes en movimiento en la superficie de café.

Eso fue ayer. Ahora iban camino del cementerio.  Conducía su coche detrás del coche mortuorio que llevaba a su padre. Llegaron al cementerio. En la lápida separada de la fosa se leía el nombre de su padre. Deslizaron la caja. Unas últimas lágrimas. El sepulturero selló el nicho interior. La lápida cerró la fosa. Estaba nublado. Hacía viento y chispeaba.

Era una simple operación de vesícula. Por laparoscopia, laser como dice la gente, insistió el cirujano. En un par de días se irá usted. Eso fue lo único que se cumplió. No sabía cómo decir a su padre lo que había visto nítidamente en el café derramado. Si ves con toda claridad como en una pantalla digital, pero en tonos de marrón, el trayecto al cementerio y el cierre de la lápida no sabes qué hacer. Es una locura. Intentó poner excusas, que pensase que la operación quizás no era tan necesaria, que la vesícula ya no le dolía, que faltaba poco para las vacaciones. Su padre había tomado la determinación y confiaba en su  médico. No pudo insistir porque tampoco estaba seguro de qué significado tenía aquella visión. Ahora lo lamentaba. Cuando vio salir a su padre aprisa del quirófano con la cara demudada del anestesista a su lado, sedado con un tubo colgando de la comisura derecha del labio, camino de la UCI y después que la operación se había alargado más de cuatro horas supo que algo terrible pasaba. Por la noche murió.

Cuando regresaron del cementerio seguía la llovizna y algunas ráfagas de viento. Su hermana le acompañaba en el coche. “Necesito tomar algo, estoy mareada” Se detuvieron en un bar de la carretera “¿Qué van a toma” “Un café con leche y una ensaimada “ “ Un cortado” El camarero les ofreció las consumiciones por encima del expositor de las tapas. Tomó primero el cruasán y el café con leche. Cuando cogió su cortado parte del contenido se derramó. Lo dejó en la barra . Se puso serio. “¿TE acuerdas de papá?” “Eh. Bueno. Sí” “Tómate eso que te hace falta” Cogió una servilleta para evitar las salpicaduras. Al levantar el café vio una imagen nítida como en una pantalla de plasma.

Salieron. Entró en el coche. Había conducido un kilómetro cuando un camión resbaló con las gotas escasas de lluvia, se había cruzado en la carretera había volcado y de ese modo se deslizaba hacia ellos. Dio un volantazo y el coche salió de la carretera dando vueltas de campana.

“¿Estás bien hermana?” “ Sí “ . Ya había visto esto.

No volvió a tomar café.

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