lunes, 9 de abril de 2012

ANEMIA ( 8 ) Mudanza


Dicen que los dos principales factores de estrés para un ser humano son la separación de su pareja y una mudanza. También para un vampiro. La visita inesperada de la mujer había precipitado algo que él ya deseaba hacer. Con la ruptura de proyectos que supuso el desamor, la vida en la misma torre que había llenado de sueños ( los vampiros tienen sueños muy vívidos que casi no pueden distinguir de sus recuerdos) le estaba resultando muy dura.

Buscar casa para un vampiro es complicado. No por el precio, Vlad podía fabricar de mil maneras más riquezas de las que podía gastar, sino por los horarios. Los horarios comerciales de las inmobiliarias eran incompatibles con su vida nocturna. Encontró en internet una herramienta. No quería vecinos molestos. Si viviendo aislado en una finca alguien había llegado a molestarle, no imaginaba lo que podía ser el bullicio de una escalera.

Encontró un concepto satisfactorios: un loft. Un bajo comercial. En estos tiempos había bajos a cientos vacios por toda la ciudad. Tecleó el que más le gustaba. Al instante recibió la respuesta. “Vlad ¿cuando quiere usted verlo?” “Hoy pasada la medianoche”  “A las doce en punto nos vemos. ¿Cómo le reconoceré?” “Llevaré un traje negro”. Vlad sabía que seis años antes ni un todopoderoso habría sido atendido por una vendedora de pisos a las doce de la noche.

Era un local de esquina. Se distinguían las cicatrices que habían quedado al retirar los carteles luminosos.  Llegó la vendedora. Una mujer baja con una falda muy ajustada que la hacía caminar como ensartada en un eje vertical. “Buenas noches señor Tepes” Vlad saludó. La mujer se agachó a quitar los candados del suelo. Se oyó un crujido de costuras. Se levantó, palpó el desaguisado que no era amplio. Pulsó el mando que elevó la puerta. Un mostrador, papeles por el suelo, polvo. Mostradores y algún estante rotos.

“Es amplio. No está preparado pero el dueño se avendrá a negociar el precio”. Vlad no respondió, miraba los rincones, la poca luz de unas ventanas en lo alto de las paredes cubiertas de cristales esmerilados. Los rayos de la luna llena apenas conseguían atravesarlas. “¿Esa puerta?” “No lo sé , no me conozco los detalles” Se acercó, la abrió. Había unos escalones y debajo una puerta acorazada abierta. Dentro sobres y polvo. Un habitáculo de un metro por tres metros oscuro, frío y húmedo, un lugar acogedor para Vlad. “Me lo quedo” “No es barato. Aquí antes había un banco”. “ Me lo quedo” “Pásese mañana por la oficina” “Lo necesito ya” Necesitaba descansar . “No puedo hasta la firma del contrato” Vlad la miró. Tuvo que contenerse para no  mostrarle los colmillos. “Tenga esto será suficiente como señal” Le extendió una bolsa. La vendedora sacó varios fajos de billetes de cien y doscientos euros. Salió a la calle. Se acercó a un locutorio y se bajó el contrato. Vlad firmó. “Aunque sea indiscreción ¿a qué va a dedicar el local?” “A una actividad esencialmente similar a la que se desarrollaba” “Banca” “Más o menos” “Tenga mi tarjeta si necesita a alguien” “Necesito personas casi a diario. La llamaré” Se ruborizó y se marchó. El auxiliar de una funeraria que hacía pocas preguntas trasladó su ataúd con tierra de los Cárpatos a la cámara acorazada. Vlad salió a cenar. Cuando alboreaba regresó saciado a descansar a su nueva casa.

De noche, cuando paséis por el bajo cerrado que fue vuestro banco, alejaos, Vlad puede estar hambriento. Ya perdisteis vuestro dinero y quizás vuestra casa, ahora podéis perder la sangre en el mismo lugar.

No hay comentarios: