jueves, 22 de marzo de 2012

EXORCISMO

Eliana y yo bajamos a urgencias a valorar a una mujer joven que llegaba con vómitos negros después de convulsiones. Un paciente sangrante más. Las once de la noche, tocaba agilizar

 Endoscopias de la Arrixaca, por la noche es un pasillo solitario sin salida flanqueado de salas a derecha e izquierda. La puerta de entrada, un cortafuegos, permanece cerrado y hay que avisar a seguridad para entrar.

Mientras Eliana preparaba el endoscopio yo introducía en el ordenador los datos de la paciente. Desde que la muchacha empezó a encontrarse mal los médicos de urgencias la encontraban aturdida. Era una chica agraciada, con una cara triangular a lo María de Medeiros, ojos enormes y una melena larga muy negra. Con muy poca sedación Eliana exploró su estómago que fue normal.

 “Vete a urgencias. Mira si queda algo por ver y mientras hago el informe” La enfermera prestada también se marchó y me quedé solo. La paciente en su cama adormilada dándome la espalda.

El ordenador se colgó cuando metí los datos. No sorprendía. Que la pantalla empezase a emitir destellos blancos, fogonazos era más raro. Los dos monitores a mi espalda, que estaban apagados, también comenzaron a destellar. Electricidad estática o una tormenta pensé. Me volví. La paciente acostada me miraba fijamente con los ojos muy abiertos las pupilas muy cerradas, a pesar de que había poca luz, y en su cara una risa helada.

Detrás de mi el ratón del ordenador comenzó a moverse. En la pantalla aparecían trazos sin sentido. En el ordenador y en los monitores cesaron los destellos y se vieron los ojos fijos de la muchacha que a la vez cayó desplomada con la boca expulsando borbotones de saliva.

Unas manos me aplastaban el cráneo. Unas uñas arañaban la duramadre. Mis pensamientos, mis movimientos estaban siendo invadidos. Mis manos se extendían, los tendones del dorso tensos, las venas prestas a estallar. Las yugulares ingurgitadas. La visión borrosa. No podía pensar. Me resistía. Las manos me giraron, me forzaron a mirar la pantalla. A un ritmo frenético pasaron imágenes de cuerpos hermosos que se ofrecían, manjares, dinero, coches de lujo, poder. “Será tuyo”. Palpitaciones. Sudor. Pánico.

Un hombre sin fé no se puede resistir a la posesión del diablo. No hay cruces ni rezos que puedas improvisar. No es posible invocar a un dios en quien no crees. Mi voz ya era suya. Mis pensamientos casi. No quería su tentación , imposible evitarla. No cabía el amor a Dios. Pero…

Tenía el móvil debajo de la mano. Una pulsación, mensajes. Otra pulsación, recibidos. Un último esfuerzo de tres milímetros y tu mensaje. Tu último mensaje. Lo leí como un mantra. Lo leí sílaba a sílaba. La voz volvió a mi garganta. Las fuerzas a mi cuerpo. La presión desapareció de mi cabeza.

 La chica dormía.

“¿Antonio?” Eli volvía de urgencias.”¿Estás bien?” “ Sí”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Porque no apareció la imagen de una Estrella bien fresquita, que si no....