domingo, 11 de marzo de 2012

LA CANCION MAS BONITA DEL MUNDO

Cuando era feliz comenzó a rasgar notas con su guitarra. Acopló algunas palabras a las notas. Tenía un estribillo pegadizo. Se atascó. De un arranque eficaz pasó a días y días donde nada de lo que hacía le parecía suficiente para subrayar su estado de ánimo. La aparcó sin olvidarla.
Pasó el tiempo. La felicidad más rápida aun que había llegado se fue. En un instante. La esperanza verde se había cubierto de una pátina mohosa gris. La desesperanza sin embargo era de un verde brillante. La soledad azul, la congoja que brotaba de las pústulas de su estómago, que le atenazaba desde dentro arañando las vísceras cercanas, sorbiéndole gota a gota las ganas de vivir.
De vuelta a su cuarto. con los ojos húmedos, pero con lágrimas que se evaporaban antes de salir, como las gotas que se desprenden de las nubes gastadas de agosto, cogió su guitarra. Rasgó las cuerdas primero con rabia, después suavemente, y la notas se enlazaron con las palabras. Obtuvo estrofas que interpretó juntas. Grabó y se escuchó.
Sintió placer y sintió tristeza al escuchar la canción más bonita del mundo. 
La guardó en un cajón.

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