martes, 5 de septiembre de 2017

CD. Anemia 4ª temporada 5ª entrega

Santi había vuelto de la playa. El lunes comenzaba su trabajo de profesora de primaria. Había estado toda la tarde preparando dinámicas de grupo para los niños. Tenía los ojos encogidos como almendras de las horas de ordenador. Hacía calor. Bochorno. Se encontraba pegajosa. El sol ya se había puesto. Necesitaba una ducha fresca. Después decidiría si tenía ganaas de salir a tomar algo a alguna de las terrazas de Murcia o los huertos del Malecón. Anochecía pronto. A las nueve el sol se había puesto. Dejó encima de la tapa del bidé la ropa sucia. y sobre la cisterna las prendas limpias. Abrió las puertas correderas de la mampara transparente. Y cerró a su espalda. Encendió el grifo y dejó que el agua tibia recorriera su cuerpo. Sintió los regueros de agua recorrer su espalda, sus lugares  más intimos, sus piernas. Echó la cabeza atrás. El agua agrupó sus cabellosos sedosos en una cola. Resopló por debajo del agua que recorría su rostro, se descolgaba por su barbilla hacia sus senos. Ya. Murcia es un lugar seco. El agua es siempre un elemento escaso. No más agua. Con los ojos cegados  por sus propias pestañas largas, tanto que le chocaban con los cristales de las gafas flexionó las rodillas. Extendió la mano derecha buscando el gel y la esponja. La movió a derecha e izquierda. No le dio tiempo a reaccionar. "¿Buscabas esto?" Una voz profunda. Un perfume frutal enmascarando un olor ligeramente rancio que le era muy familiar. La esponja con la cantidad justa de su gel se deslizaba justo como le gustaba por su espalda. Si no fuese porque se encontraba indefensa y en peligro, o quizás por eso le resultaba tan placentero. "Es mejor que no te muevas. No te voy a hacer daño. Te lo prometo...De momento" Desde la primera vez, tan ,que la conoció, a Vlad le gustó aquella piel tan blanca, una piel diseñada para lucir venas enérgicas y rutilantes, a pesar de ser el fin de verano no se reconocía el corte del traje de baño. Vlad masajeó cn la esponja, con suavidad y con firmeza. Cada rincón, cada promontorio. El cuerpo de Santi quedó cubierto de la espuma blanca. Se dejó hacer. Se apoyó en el muro de la ducha. Y Vlad cogió el telefonillo y le fue aclarando primero el cabello, castaño. De arriba abajo. Suave. peinado con sus dedos largos y nudosos. Despues el cuello. La espalda y los senos. Cogió el champú y le mes el cabello. Con cuidado, masajeando con firmeza el cuero cabelludo. Santí disimulaba el placer de la situación. Le costaba pensar en la forma de evitar la dentellada cuando terminase el ritual de la ablución. Sentía su mente nublarse. Desear esa mordida en el cuello. Llegaba a desearla. Vlad le msajeó el cuerpo con la crema hidratante y le ofreció la toalla blanca. Le dijo que se volviese. Ella se tapó. Vlad sonrió y la cubrió con la toalla. Dio un paso atrás.La mente de Santi volvió a pensar en sus estacas. Había descuidado sus defensas como uno de sus colegiales. "Tienes unos ojos verdes muy hermosos" Vlad estaba sentado en la tapa del bidet con su traje negro sin una tacha a pesar de la ducha le tendió la ropa interior." ¿No te vas a salir para que me vista tranquila?" "No. Me gusta verte. Quiero seguir disfrutando de ti... sin tus estacas.Ja ja ja" Ella se vistió y sonrió. Vlad era atractivo muy atractivo. Lástima que no fuera un hombre. Salió del aseo con la toalla anudada sobre el pecho. Se echó la melena sobre uno de sus hombros y se acarició el cabello. Escudriñó los rincones donde encontrar sus estacas. Vlad las había destruido. Y las cruces y los ajos. Pero tenía un último plan. "Ven" No era cierto que el aliento de los vampiros sea putrefacto. El beso fue un beso dulce. Vlad se aproximó excitado al cuello fino. Escudriñó la yugular. Ella lo abrazó y ambos cayeron en la cama. Ella se giró. Del lateral de la cama cogió una argolla que se cerró en el cuello. " Ahora podemos seguir jugando. Estamos iguales. Gozarás pero te irás sin cenar" Vlad sonrió. Siguió el juego toda la noche, como cuando con todas sus fuerzas deseó ser humano. Aquella mujer cuyo único deseo en su vida aparte de sus clases era matar al vampiro que había conducido a la muerte a su padre, le hizo recordar tiempos de melancolía, de pasión cercanas a las humanas. Se durmió. Los vampiros tiene la propiocepción muy sensible. Sintió como ella se levantaba de la cama. La vio avanzar desnuda hacia la ventana. Miró el móvil. Las siete. Ella abrió la ventana y el sol del amanecer de la huerta de Murcia entró en la habitación. Ella sonrió saboreando su vistoria esperando ver humear y achicharrarse al vampiro. Se volvió y Vlad había huido. Dio un grito de rabia. Pero sonrió, porque la noche no había estado tan mal, había sido soberbia. Cogió de la mesilla la llave de la argolla y se la quitó. Se vistió y fue al colegio a comenzar las clases con los niños

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