sábado, 9 de septiembre de 2017

EL MORDISCO. ANEMIA 4ª TEMPORADA. eNTREGA

La mayor parte del tiempo Vlad se aburre. Alimento: sangre. Horario de salida: nocturno. Soledad:siempre. Y todo eso para toda la eternidad. todo dentro de un control estricto sobre la vida y sobre la muerte. Control exhaustivo que le acrecienta el aburrimiento. Se va a dejar llevar. Va a ceder a un impulso. El mar. Navegar. El olor a salitre le agradaba cuando era humano. Sale de su cobijo y se dirige al muelle de contenedores del puerto de Cartagena. Una noche con Luna. Se posa sobre la montaña de contenedores de uno de los barcos. Busca el fondo, busca la sentina en el casco. Un lugar húmedo y lúgubre donde guarecerse. Lo encuentra. En el fondo agua salada con manchas de gasoil. La tripulación de quince o veinte personas, acaba de cenar, será suficiente para nutrirse durante la travesía. El barco zarpó a través del Mediterráneo hacia el canal de Suez. Mientras pasaban el canal en las horas nocturnas de las quince que dura la travesía aprovechó para libar alguna muchacha egipcia de la vecindad. Después no tocaría tierra hasta la isla de Ceilan.

El ruido de la  estiba del puerto lo despierta. Voces de un lengua extraña. Olores  a  especias. Ceilán. Medianoche. Los malecones de los paises pobres no duermen. Alimentos, alimañas, estupefacientes, personas y  mercancía se venden a cualquier hora. Vlad paseó entre la gente. Detrás en un puesto de bananas una mujer sola morena de ojos grandes muy claros. Se abatió sobre ella y sorbió. Siguió enérgico. Apenas avanzó unos metros cuando una muchacha se le acercó y en un mal inglés se le ofreció para visitar la isla. Le dijo que el precio no era problema. Le mostró fotos de templos. Vlad señaló. Sirigiya. Un lugr oscuro donde guarecerse del día. Le advirtió que quería verlo de noche. Ella le dijo que se apremiase, que la siguiese. Su cuerpo menudo se deslizaba entre la gente a más velocidad de la que Vlad podía. Tenía que empujar y a apartar a la multitud a su alrededor. Un callejón oscuro y una vespa pequeña. La chica sonrió. Arrancó y le indicó que se sentara detrás. Vlad se encontró ridículo en un traje negro y una vespino. La muchacha conducía en línea recta obligando a apartarse a todos a su paso. Vlad olía su cuello. Esperaría. Quizás antes de amanecer. Se detuvieron. Un camino embarrado rodeado de palmas y entre campos de te. Las ruinas delante. Abiertas. Le indicó que le acompañase. Siguió. El templo se alzaba delante suyo. comenzó a subir las escaleras cuando a la luz de la luna una multitud de pequeños ojos le bloquearon el paso. Vlad subió un peldaño y comenzaron a gritar a hacer aspavientos y mostrar su dentadura. La chica hizo un gesto. Los monos no se inmutaron, Se apretaban, se concentraban delante de la entrada. "No sé que pasa señor. Los monos son malos y traviesos, pero cuando se les hace un gesto se van" "No se preocupe. Saben quien soy" "No comprendo señor" Vlad avanzó y desplegó los brazos y abrió la boca mostrando sus propios colmillos. La masa de ojos se fue hacia atrás, Menos un par de ojos que no se inmutaron. Vlad avanzó. Retrocedieron más, menos el que permaneció en su lugar que se acercó. Vlad rugió. El mono rugió. Vlad extendió la mano para atraparlo, pero el mono saltó y le dio una dentellada en la muñeca. Vlad lo cogió por el cuello y el animal no soltaba. La sangre negra del vampiro saliá a borbotones de la herida.Vlad apretó el cuello. Sintió un chaasquido y el animal quedó inerte. Lo lanzó contra los otros que se dispersaron. "Señor le ha mordido. Hay que ir rápido al hospital, muchos de estos montos tienen rabia" "ja ja ja Crees que necesito la cura de un hospital humano. Este es mi lugar, entre los muertos." "Señor si me paga me voy" "¿NO me ayudarás a curarme? ¿No tienes unas vendas?" "Sí...señor. Déjeme ver. Señor no hay ninguna herida" "Ja ja ja" Su risa se extendió por toda la selva. Sorbió. No quiso matarla. la abandonó en un camión de unos guardas forestales. Miró a su alrededor. Los monos devoraban los restos de su lider descoyuntado. GRitaban. Callaron. Vlad los miró. Se dispersaron  por el templo para proteger a su nuevo amo. Vlad levantó una piedra de una tumba y se tumbó. Le gustaba la tierra. Le gustaban las fragancias. Pasaría allí unos días.

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