viernes, 29 de septiembre de 2017

VERMOUTH

Sacó el palillo con las tres olivas de la copa. Las desensartó una a una con un tirón de unos labios voluptuosos.Varias miradas de un salón que nunca fue reformado se le dirigieron. Miró a cada uno de los hombres que la miraron y uno a uno inclinaron la cabeza cuando llegaba el brillo de su mirada. Sonrió. Miró el contenido del vertmouth. Metió el índice blanco y fino con la uña pintada de rojo para separar el hielo grande que se había fijado a las paredes de vidrio de la copa. La alzó y dio un trago largo. . Lo dejó y sonrió de nuevo como si enfrente tuviera a su interlocutor. Se llevó el índice a la boca y paladeó los restos. Se llevó la mano al pelo. Formó una coleta en el pelo liso y la deslizó sobre el hombro ceñido de un vestido negro. La mesaba. Con cuidado la mesaba mientras no dejaba de sonreír. Apuró el vaso. volvió a dar dos vueltas al hielo en el fondo. Apuró las últimas gotas. Cruzó los brazos sobre la mesa. Frunció los labios. Miró a derecha e izquierda. Despacio. Quizás resopló. Se levantó. Se bajo e vestido elástico muy corto. Se agachó cogió su bolso del suelo. Se acercó a la barra y pagó. Salió a la calle. Al frente , izquierda o derecha. Derecha tomó carrera y se perdió por la esquina.

Un hombre de mediana edad de estatura media, con entradas y barba cerrada de tres días. SE apoyó en la barra. Pidió un vermouth. La camarera cogió el vaso introdujo el hielo y fue a ensartar tres olivas. Él le dijo que no con el gesto. Señaló un vaso grande. Sin olivas, sin hielo y con sifon. La camarera y hizo un mohín. El vermouth se desleyó entres la espuma de del sifón. Marrón claro. Dio un sorbo profundo. Pidió la cuenta. Miró el tiquet. Pagó y dejó la vuelta de propina. Se acercó a la mesa que ella había abandonado. Se sentó en la silla metálica de enfrente. Si se hubiese sentado donde ella aún habría sentido su calor. Dio un trago largo. Se llevó la mano a la garganta. Estaba helado. Las mujeres lo miraron. Algunas cichicharon. Hacían referencia a él. Las conocía, de vista, de paso, La camarera le dejó en la mesa un bol pequeño con frutos secos. Alargó la mano. Tres pequeñas esferas. Salado. Salado y picante. Masticó despacio y tragó también despacio como si quisiera alargar el tiempo. Un sorbo breve. el picante del wasabi se avivó con el frío de la bebida. Puso las manos en el borde de la mesa. Apretaba, tamborileaba. Otro trago. Se llevó la mano derecha aun fría por el contacto con el vaso al cuello. Se rascó con los pelillos cortos. Miró a las mujer que le había mirado, pero sin detener la mirada un instante, sólo una ráfaga. Apuró el vaso hasta el fondo. Hizo el gesto del dolor por el frío en la garganta. Se levantó. Estiró levemente la espalda. Salió a la calle. Miró al frente, a derecha e izuierda y tomó a la izquierda. Se perdió por la esquina.

Ella regresó. Contrariada. Miró la mesa. Vacía. Algo la había hecho volver. Agachó la cabeza. SE mordió el pulpejo de los dedos y se marchó.

El volvió. Con dudas. Desde la esquina miró, sin entrar la mesa que había dejado vacía. La camarera le preguntó si había olvidado algo. Dudó. Silencio. Tragó saliva seca. No gracias y se marchó

No hay comentarios: