viernes, 22 de septiembre de 2017

CICATRICES

Por la noche sus gritos despertaton a sus padres. No sabían por qué su niña se giraba de un lado a otro de la cama. Gritaba dormida. Aterrada con los ojos negrísimos redondos. La llevaron al hospital. Por la mañana comenzó la fiebre. Permaneció inconsciente siete días. Y despertó. Afebril, con un apetito voraz y feliz. No hubo diagnóstico. Volvió a casa. Volvió al colegio. Durmió. Por la tarde se fue a bañar. Gritó. REclamó la atención de su madre y su padre. La encontraron desnuda. De pie y estirada  mirando hacia arriba. Preguntaba que qué era eso. Lo que tenía en el tronco y en los brazos.  SE acercaron. Tocaron. Cogieron el jabón y fregaron. cinco cicatrices lineales gruesas en el pecho. Varias del mismo aspecto en el brazo y pie izquierdos.Cicatrices rosadas sobre su piel motena de hindú. la cogieron y volvieron al hospital temiendo un agravamiento. Repitieron analisis, repitieron pruebas. Eran cicatrices. Ellos preguntaron y los médicos les prguntaron a ellos. Cicatrices en una niña que antes estaba bien. Activaron el protocolo de maltrato infantil y aunque no lo precisaba ingresaron a la niña. El forense observo que eran cicatrices antiguas. Preguntó a las enfermeras y a los médicos que la habían tatado de su fiebre. Nadie había visto ninguna lesión durante el ingreso. El psicólogo infantil entrevistó a la niña y certificó que no había evidencia alguna de malos tratos. Era una niña adoptada, feliz y con buena relación con sus padres. La devolvieron a sus padres. Los internistas descartaaron sarcoidosos, lepra esclerodermia y otras enfermedades .Volvieron a su casa. Los siguientes meses fue un trasiego por cirujanos plásticos para borrar las cicatrices que nadie se explicaba. Se intervino, desaparecían las cicatrices pero a los pocos días vovían a aparecer exactamente con el mismo aspecto. La niña se adaptó. Se acostumbró a sus estigmas, exhortó a sus padres  a suspender el costoso peregrinaje por nuevas clínicas estéticas. Crecería, el aumento de su tamaño disminuiría el tamaño de sus queloides. Y así pasaron años. En los padres el temor a una recaída o un empeoramiento siempre estuvo. Cada vez más atenuado. No ocurrió. Cuando cumplió la mayoría de edad. Apagó las dieciocho velas. Miró a sus padres. Le preguntaron si había formulado un deseo. Mamá necesito conocer a mi madre. SAbían que ese momento llegaría. su madre la había abandonado. Desconocían el motivo. REcuperaron los documentos del juicio de la adopción, recopilaron los datos de que disponian. Investigaron y encontraron que la última referencia de la mujer estaba en una aldea a doscientos kilómetros de Nueva Delhi. Compraron los billetes. Viajron. El hotel más cercano estaba a cincuenta kilómetros del pueblo. Cincuenta kilómetros de caminos medio inundados por un monzón adelantado podía ser uno o varios días de viaje, les advirtió el conductor. Funalmente fueron diez horas en medio del aguacero.  Llegaron al pueblo. Llovía , los niños se protegían debajo de los chamizos, amparados de la lluvia, los mayores hacían su actividad. El conductor preguntó. Le señalaron una choza casi a la salida del pueblo. Paró de llover. Decenas de niños salieron a chapotear en los charcos. El chófer salio. Prguntó a una mujer. Sabían que tenía cuarenta y dos años pero parecía una anciana. El conductor le señaló a la niña. La mujer miró con timidez. La niña salíó y la abrazó. A su lado miró y se vio a sí misma, más delgada  con cinco cictrices en el pecho, sin el brazo y la pierna izquierdos. Le dijo al chófer que le preguntara y respondió que hacia varios años un tigre casi la había devorado. Estuvo siete días entre la vida y la muerte. Daba grcias a Shiva por estar víva. Se separó de su madre y abrazó a su hermana gemela.

No hay comentarios: